viernes, octubre 13, 2006




El mundo siniestro de Truman
Tele-historia de una vida


Por. Héctor Mendoza

El director de la película “The Truman Show” (Truman show: historia de una vida), Peter Weir menciona en el documental “How is going to end? The making of the Truman show” cuáles fueron los cambios que le hizo al guión original de Andrew Niccol. La alteración más importante fue en relación al ambiente de la ciudad/set de televisión que constituye el mundo de Truman. Mientras Niccol propuso una ciudad oscura y decadente, pensando en un sórdido Nueva York, Peter Weir comenta que prefirió una ciudad alegre y brillante que justificara que la gente viera el programa 24 horas al día. Un lugar perfecto, limpio y en orden, como salido de los catálogos de lugares de retiro o cabañas de reposo junto al mar. Sea-heaven, paraíso marino, tendría que ser un lugar de fantasía que después de buscarlo mucho la producción de la cinta lo encontró, no en un set, sino en una población que existe en una costa de los Estados Unidos donde los residentes, de posición económica holgada, de inicio no les gradaba la idea de que se filmara una película en su población prediseñada.

La propuesta de Weir resultó más efectiva por su actitud aún más siniestra. Un lugar decadente y oscuro nos llevaría a las ciudades catastróficas de la clásica ciencia ficción de los 70 de las sociedades post-apocalípticas. Weir introduce la comedia en el show de Truman lo que da por resultado mayor complicación al protagonista, además de realce al drama.

Weir reconoce lo fascinante de los guiones de Niccol que podemos definir como historias de anticipación. El show de Truman es una denuncia del “futuro de la televisión”, los reality shows. Niccol sigue con sus “visiones” en otros trabajos donde ahora esta en la silla del director, Gattacca y S1mone los cuales se colocan en el campo del “Not too distant future”.

Ya en otros lugares se ha escrito sobre las historias cuyo tema central es el cuestionamiento del mundo exterior.[1] Podríamos decir que la estructura principal de estas historias es que existe un personaje que está solo contra el mundo, y es “el único”. Recordemos los temas “clásicos” de los delirios: Persecución, grandeza, celotipia erotomaniacos. Lo interesante, es que en esos temas, el delirante se ubica en lugar especial, es el centro de todas las miradas. En este punto, podemos llamar la historia de Truman como un relato donde el protagonista genera una paranoia al sospechar de ser objeto de una persecución.

La tesis freudiana clásica con respecto a la paranoia aparece en las “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (1911)”, el conocido “Caso Schreber”. Lo expuesto ahí constantemente se reduce a una homosexualidad reprimida, por lo que, cuando se hace mención del articulo, por lo general se evade esa parte y se resalta los movimientos en las frases que llevaría a ser objeto de persecución: yo lo amo, yo no lo amo, lo odio, yo no lo odio, él me odia. Sin embargo, tomemos el elemento erótico que postula Freud presente en el delirio. En el mismo caso Schreber no se puede pasar por alto la voluptuosidad de Dios y el propio Schreber. Podemos reconocer en los delirios una trama vulgar de “me quieren coger” o “me quieren chingar”.

Volviendo al Show, Truman Burbank vive en un set de televisión que simula un pueblo costero. La persecución comienza cuando Truman empieza a sospechar de ese mundo exterior, así como de sus habitantes. Los delirios de persecución revelan su naturaleza de denuncia como en los mejores casos de historias de ciencia ficción.

La historia se podría llamar “El mundo perfecto de Truman”. Lo que se busca es aquello que es verdadero, “Reality tv”. La película comienza con el creador del programa Christof hablando de lo “cansado que todos estamos de ver lo falso de los actores”. Esta relación entre lo falso del actores y lo verdadero de los “reality shows” nos presenta la oposición entre disimulación y simulación. Mientras los actores disimulan los que son al presentarnos una ilusión y dar lugar a la fantasía, los reality shows simulan lo que no son, algo para ser visto.

La historia de Truman nos presenta una de las formas del concepto “almicidio” que es presentado por Daniel Paul Schreber en sus “Memorias de un enfermo de nervios”[2]. La vida de Truman, sus alegrías y sufrimientos, son explotadas por alguien más. Su mundo, lo constituye, sin saberlo él, el programa con mayor rating del mundo. Su ambiente es simulado, su vida, sus amigos y su esposa son actores que participan de este show. El creador de este show es el “tele-visionario” llamado Christof. Sería lógico pensar que Christof es como el Gran Hermano de 1984 de George Orwell, el psiquiatra Fleching de Schreber, incluso como el “malévolo” Doctor Gottleib Schreber del que nos hablan en “El asesinato del alma”. Sin embargo, en 1984 encontramos que O’Brien es un representante del partido, del Gran Hermano. Fleching es un representante del Dios atormentador, ¿Quién es el perpetra el almicidio en Truman Show? Christof es un representante del corporativo, de la cadena televisiva que busca puntos de rating, esa es la ganancia, esa es la ventaja que se toma de la vida y el alma de Truman. Pero aún más que eso, la corporación, la cadena televisiva solo le da a la audiencia, al respetable público lo que quiere. Todo por la ganancia, lo le da un giro a la frase blasfema de Schreber “La Sol/Dios es una puta”.

Si la voz del pueblo es la voz de Dios, la mirada del pueblo es la mirada de Dios. Si alguna denuncia esta presente en Truman Show es con respecto a los alcances del poder de la televisión. Aquí encontramos entre el Truman Show y 1984 una similitud, los efectos de estar siempre presente y siempre vidente. El imperio de la imagen. Muchos internos en manicomios claman desde su delirio que la televisión nos controla y que nunca tuvimos el más remoto control sobre de ella. Truman, con su alma y su vida, le da de comer a la bestia de millones de rostros representados por las ancianas con la imagen de Truman en las almohadas, la familia de japoneses, aquel que mete la tele hasta el baño, las personas del bar donde nadie conoce tu nombre, la señora y su hija que por ver su programa no escuchan el llanto de un pequeño, la pareja de guardias de un estacionamiento, etc. Todos ellos tomados por lo real de Truman, el único hombre verdadero en ese show, ya que todos los demás, usemos el lenguaje schreberiano, son hombres hechos a la ligera.

Estos personajes que son actores poseen una calidad auto-reflexiva. Los actores haciendo de actores que hacen de personajes, muy al estilo de Hamlet. Lo interesante es que en esa autorreflexión la denuncia se presenta y la verdad de la fachada nos devuelve a un lugar de origen. Esa es la parte de verdad que solo puede aparecer en el delirio auque la empresa se condene en el momento de volver a reflexionar. ¿Jacques Lacan busca detener esa reflexión auto reflexiva cuando anuncia “L'Autre de l'Autre n'existe pas”?

Para finalizar conviene hacer una pregunta final ¿qué condiciones son necesarias para estar en el mundo de Truman? ¿Qué tendría que ser posible para que semejante montaje viviera? El mundo de Truman es posible solo cuando un nuevo tipo de humano aparece en escena. El futuro del que nos hablan en Truman Show no es uno que se base en los grandes avances tecnológicos ya que los sets y las cámaras que nos muestran ya son posibles. Lo que no hay que olvidar, según nos dice Crhristof es que “todo empezó con una cámara”.


















Esta forma de tutoría es la que hace posible el Show de Truman. Truman no tiene padres sino que propiedad de una corporación que le da al público lo que pide. Una corporación que por cuestiones de rating y mantener al niño cautivo en el set, retiran al padre de la historia. Truamn es un nuevo tipo de humano que no es sino mercancía en su más pura expresión. Es parte del mobiliario aún y cuando es la estrella del show. Lo inquietante es cuando pensamos en términos actuales tales como “la familia como una empresa”. Lejos se encuentra la historia antigua de “creer a los hijos como propiedad” ya que primero son hijos. Tal pareciera que lo contrario es lo que aquí se presenta “ver a la propiedad como hijos”.

Esas visiones de Niccol y Schreber, son de tomarlas más en serio de lo que parece. Un pregunta final; en la experiencia de Schreber ¿dónde está la corporación?

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[1] Preferimos utilizar el término freudiano “mundo exterior” como uno de los elementos del aparato psíquico.
[2] Schreber, D.P. Memorias de un enfermo de nervios. Editorial sexto piso.

viernes, septiembre 29, 2006



“La Biblia de los psicólogos”
El DSM como el discurso del Amo


Por Héctor Mendoza

El título del presente escrito es la frase con la que un amigo se refirió al DSM, siglas amistosas del “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”. La anécdota empieza cuando me ofrecen el mencionado manual a bajo costo a lo que contesto que no estoy interesando en adquirirlo. Mi amigo pregunta “¿Por qué no? Tu eres psicólogo clínico y el DSM es la Biblia de los psicólogos”. Esa frase me pareció graciosa pero he confesar que fue hasta unos cuantos días atrás que se me permitió reconocer el saber de ese chiste a través de las reflexiones del psicoanalista Paul Verhaeghe en su libro “On Being normal and other disorders: A manual for clinical psychodiagnostics” (2004).

Verhaeghe llama a uno de los temas del segundo capítulo del libro, “Los DSM-diagnósticos: El nuevo Amo anónimo[1]” abordando de manera implacable y fina las razones del arraigo del uso del DSM en los psicodiagnósticos actualmente. Nos permitimos la traducción de este largo fragmento.

“La pregunta ahora es, ¿Cuánto peso carga el DSM? Para el estudiante sin experiencia, quien con frecuencia es ignorante de la historia de nuestra profesión, el DSM (y particularmente sus descripciones de los desordenes de la personalidad), aparecen como la madre de todas las cosas. Pero en el proceso uno tiende a olvidarse del resto de la familia…

…desde un inicio, el objetivo de la llamada encomienda de la APA fue construir un sistema diagnóstico basado en observación sensata. Sin embargo, no tardó mucho para que esta encomienda descubriera lo que todo filósofo y epistemólogo pudieron prever de antemano: simplemente que su enfoque ateórico y puramente de observación no alcanzó los resultados deseados. Para decirlo de manera más concreta, las descripciones del Eje uno del DSM son insuficientes. En este punto, debemos tomar nota de la creciente importancia y éxito del Eje dos, ya que el eje de los desordenes de las personalidad es justamente un intento de dejar atrás los aspectos netamente descriptivos, y ordenar de nueva cuenta los datos de observación en categorías.

De esta forma, la introducción de los desordenes de la personalidad testifica el pensamiento claro. Esta es la buena noticia. La mala es que, debido a que el intento fue mantener un enfoque netamente descriptivo en la categorización, la transición a un verdadero enfoque estructural no fue realizada, debido a que habría presupuesto una base teórica. Incidentalmente, vale la pena preguntarse exactamente qué es un desorden de la personalidad y, por implicación, qué constituye una “personalidad”.”

Verhaeghe pone el dedo en la llaga cuando resalta la forma y las (buenas) intenciones del DSM. En lugar de analizarlo desde la perspectiva de la anti-psiquiatría, tendencia por demás atrayente por el efecto adolescente de “liberarnos de la momisa”, Verhaeghe sigue los problemas de buscar una obra que tiende a la categorización tratando de evitar estar en un campo doctrinario. El mayor problema del DSM es el buscar tomar en sus manos el fenómeno humano de una forma inhumana. Con lo anterior no nos referimos a la polarización ingenua de la humanización entendida como exceso de emotividad y victimización ya que muchos humanista caen el mismo embrollo que el DSM, a saber, pensar que el objeto que esta tomando lo hacen sin velos que los cubran y llegan al “ser verdadero”. La forma aséptica de la medicina se hace presente en el DSM.

Esa forma de acerarse objetiva y científicamente al objeto ¿No es ya un supuesto ideológico? Sin embargo, el DSM aparece como la voz de la ciencia, no se reconoce en su discurso un autor sino la psiquiatría global (aunque sabemos que solo esta representada por los E.U.A.) y así la comunidad, la gente y el pueblo experto ha hablado. El DSM es la voz de Dios.

Verhaeghe aborda este tema desde la propuesta lacaniana del discurso del Amo. Los efectos son diversos si lo comparamos con las categorías diagnósticas del psicoanálisis. Mucho se ha intentado en el mismo del psicoanálisis, sobre todo por las instituciones, borrar la huella humana de Freud en la invención del inconsciente. Si algo resalta de la obra freudiana es que se reconoce a un sujeto en la propuesta. Recordemos algo dicho por Freud en los primeros tiempos del psicoanálisis.

“El procedimiento es trabajoso e insume al médico mucho tiempo, supone un gran interés por los hechos psicológicos y, al mismo tiempo, una simpatía personal hacia los enfermos. No puedo imaginarme que yo lograra profundizar en el mecanismo psíquico de una histeria en una persona que se me antojara vulgar o desagradable, que en el trato más asiduo no fuera capaz de despertar una simpatía humana, mientras que sí puedo realizar el tratamiento de un enfermo de tabes o de reumatismo con independencia de ese agrado personal. Las condiciones que se piden a los enfermos no son menores.” (Las negritas son nuestras)[2]

La forma de trabajo médico no es compatible con la de aquel que trabaja desde el campo subjetivo, como muestra basta el botón anterior, que al decir subjetivo ya existe un supuesto doctrinario que “mancha” y simultáneamente crea e instituye al objeto.

El DSM, al dejar las cosas tan claras, no nos advierte que para dejar todo tan ordenado y sin lugar a dudas tiene que desaparecer el rasgo humano por excelencia. La “Biblia de los psicólogos” funciona porque se puede leer en cualquier parte y parece que da en todas las direcciones. Las palabras son cuidadosamente seleccionadas para no suponer teoría alguna ni malentendidos. Todo tiene lugar, hasta lo que no tiene lugar, basta recordar los atípicos.

Lo crucial a reflexionar es la fuerza que tiene el DSM en las instituciones, su nicho por excelencia. ¿No es acaso lo que esta pasando con el DSM la mejor ilustración de la globalización en el terreno de la salud mental? Tal pareciera que las discusiones teóricas se han terminado y así como ya no hay comunismo ni socialismo el mundo puede ser visto desde una sola perspectiva totalitaria y es aquella que dice incluir todas las perspectivas.

La responsabilidad de la forma de recibir al DSM es plantear una posición estúpida y tomar desde el síntoma, desde eso que alguien recibe desde algún otro. Es decir, respetar y darle lugar a la experiencia de los psiquiatras así como de las reacciones ante la demanda que se les dirige, al tiempo de advertir que esas reacciones develan la relación con respecto al amo e intenta ocultar desesperadamente la falla discursiva.

Comentarios a jhmchector@hotmail.com para continuar este artículo.

[1] La traducción al castellano es nuestra.
[2] Sobre la psicoterapia de la histeria (Freud) en “Estudios sobre la Histeria” (Breuer-Freud) (1893-95)

sábado, julio 08, 2006




El Aviador
Visiones por encima de las nubes

Por Héctor Mendoza


Después de ver la película basada en la vida del magnate, cineasta, inventor y aviador Howard Huges, una pregunta se impuso ¿por qué decir que se trata del caso de una persona que padece de trastorno obsesivo compulsivo (T.O.C.)? ¿Cómo se relaciona esto con lo propuesto por el psicoanálisis con respecto a lo obsesivo? Se que muchos dirán que resulta innecesario hablar de diagnósticos psiquiátricos, pero justamente el seguir la pista de las excentricidades de Huges, más allá de llamarlas “manifestaciones de su T.O.C.”, nos permiten reconocer el genio y el carácter visionario como características intrínsecas en este caso. Así, en lugar de ser la historia de un hombre contra la enfermedad, es la historia de un hombre visionario, donde la enfermedad es la forma que tiene de ser hombre.

La historia bien ser podría llamar “apuesta por una visión”, y es justamente en lo concerniente de la apuesta que ya no nos encontramos en el terreno de la vulgar neurosis obsesiva (resaltamos lo vulgar en animo de devolverle al obsesivo lo cochino y obsceno de su pulcritud), ya que lo que brilla de esta es la incapacidad de apostar, siempre se juega a lo seguro, lo cual no es jugarse nada.

¿Por qué Huges necesita 26 cámaras para filmar su secuencia de vuelo? “¿No le parecen que ya tiene bastantes?” pregunta un ejecutivo cuando Huges le pide prestadas dos cámaras más. Huges responde que no, que necesita 26 para que sea perfecta. Muy bien podríamos decir, “¡claro, el típico obsesivo perfeccionista!” frase que borraría el carácter básico de la perfección del obsesivo, que se acomoda perfectamente a las convenciones sociales. El niño que le dice a la maestra que ese día había dicho que sería el examen, ya que no puede soportar el olvido, el error, la falla, la imperfección que puede pernear la ley, así que se vuelve el soporte de ayuda a la ley. Una cosa es no soportar la aparición de la falla y otra cosa es apostar por una visión “personal”. Huges le apuesta al futuro, Huges ve el futuro en tiempo presente. De hecho se anticipa a la forma de hacer películas en Hollywood, recordemos que la escena que nos presenta una imagen del mundo virtual, la tan recordada escena “bullet time” en “The Matrix”, fue filmada con 120 cámaras.

Tal vez el único problema de Huges es no poder parar de pensar, de ver y hacer. En los momentos de triunfo donde todos están celebrando, Huges sigue ideando. De nuevo podríamos pensar que muy obsesivamente no disfruta, la perfección impide que sienta placer lo cual se aplica a mucha gente pero no a Huges, en él se da el fenómeno de dos posibilidades, o el producto final no se asemeja a la visión que tenía o ya tuvo una nueva visión que seguir. La diferencia sustancial entre la reacción de Huges y la del neurótico obsesivo es que la culpa-deuda-pena-duda característica de este último no aparece en el aviador.

Precisemos que obsesión, o conducta compulsiva no dice nada por si misma, sino solo nos dice que alguien esta preso entre las redes de un determinado discurso que implica la relación del sujeto con respecto a un objeto, sea el de la “adrenalina” estilo el “Mocha-orejas”, sea la deuda del padre estilo el “Rat-Man” o sea las visiones del futuro estilo “Aviador”.

Lo interesante del caso que construyen DiCaprio y Scorssese en “el Aviador” son los recuerdos, podríamos decir, la fantasme de Huges siendo un niño con su madre. Los recuerdos nos muestran una escena donde un niño es bañado por su madre mientras ésta le explica que las infecciones que puede contraer por las enfermedades que hubo en el sur del país. Lo que más llama la atención es que no aparece la actitud frenética de aquella “psicosis del ama de casa” de la que habla Freud. Vemos a una mujer que tiernamente enjabona y limpia a su hijo, de manera erotizante. No es la escena de “¡limpia tu mancha!” culposa de los neuróticos, sino del acto erótico con tema de previsión y prevención, es decir, acto con la mirada puesta en el futuro. Lo que nos trae a dos reacciones de lavarse las manos. Desde la neurosis regulada por la culpa, “me lavo las manos porque me siento sucio”, hasta la paranoia, “me lavo las manos porque me atacan, me persiguen y me infectan por no compartir mi visión”, el lavarse las manos no podemos decir simplemente que es una compulsión por la limpieza.

El aspecto más significativo de que Huges dista mucho de ser un obsesivo compulsivo es la relación con el dinero. Huges tiene mucho pero nunca es lo más importante sino solo en relación con la visión. La gran diferencia entre los obsesivos y Huges es que él apuesta el todo por el todo y “no esta saliendo de una cuando ya se metió en otra”. Para los obsesivos la mejor palabra clínica y técnica que los define es la expresión mexicana de ser “culo”. Cuando se dice que alguien es “bien culo”, se alega a lo cobarde y lo mezquino, es decir, se alude aquel que no apuesta, ni presta; que no juega por temor a mancharse y quedarse sin nada y que prefiere no ganar con tal de no arriesgar; cuya fantasía de si estuviera en el campo de guerra (el campo de la vida podríamos decir) se haría el muerto para sobrevivir.

Las obsesiones de Huges, aquello que lo toma, que lo encanta, son lo que lo coloca como fuera de serie, fuera de este mundo. Huges fluctúa entre este tiempo y el futuro. Filma la película más cara, en realidad establece un record de apuesta en el terreno del arte cinematográfico y abre el campo para otros cineastas visionarios. Cuando Huges vuela, lo hace por encima de las nubes y establece la forma de ir más allá, se aleja del centro cómodo de la realidad por lo que todo en él son excentricidades. Sus viajes y “sus viejas” dan cuenta de que se la puede pasar demasiado bien. De nuevo el gran villano de la película en el caso de los visionarios es esta figura todopoderosa que atrapó a Huges, la Corporación, podríamos precisar, el Estado Corporativo. Por más emprendedor que fue Huges topó con el sistema Estado-Corporativo y su ideología base, el monopolio[1]. No es extraño que el momento en el filme cuando Huges se recluye sea cuando El Estado-Corporativo lo quiere incorporar y succionar su visión como parte de La visión y La misión de la Empresa, lo que conlleva a la muerte de los sueños al establecer el “sueño oficial”.

Si tuviéramos que terminar con un diagnóstico para Huges le adjudicaríamos el sanbenito de “visionario”, al estilo de otros como Daniel Paul Schreber, John Nash y Newton, reconociendo en su discurso uno que ciertamente se aleja de la realidad. Cerramos este escrito recordando el slogan del caso construido por DiCaprio y Scorssese: “algunos hombres sueñan con el futuro, él lo construyo”.

Una visión más

En el documental “La aflicción de Howard Huges: Trastorno Obsesivo Compulsivo”[2] se mencionan frases interesantes por parte del Médico que asesoró a DiCaprio en la realización de la película. Una de estas frases es la siguiente: “Lo perverso del TOC es que cuando intentas alinearte haciendo lo que ese mensaje erróneo te ordena te desalineas aún más”. El mismo DiCaprio nos presenta algo del porqué le agradó y llamó este personaje de la vida real: “quise comprender cómo era tener esos rituales y tener en la mente cosas que necesitas hacer hasta lograr una sensación de paz…traté de hallar la sensación correcta, consiste en ser capaz de armar esa frase de manera... tiene que ver con la fonética y la forma de decirlo para que la frase salga de tu boca de manera perfecta.”

El médico consultor de la película Jeffrey M. Schwartz menciona “el punto clave para entender el Trastorno Obsesivo Compulsivo es que la razón por la cual la persona tiene estos pensamientos intrusos y necesidades es debido a un desequilibrio químico en su cerebro. Se puede ver la actividad excesiva. Hasta que no se los enseñas, no lo saben.”

Otro dato del caso lo proporciona Donald L. Barlett, co-autor del libro “Howard Hughes: His life and Madness”: “uno de los detalles sobre las fobias por los gérmenes es que su madre era particularmente obsesiva al respecto. Hay cartas que ella escribió a las colonias de verano a las escuelas privadas…” y completa el otro co-autor James Stele: “le escribió al jefe de exploradores toda clase de cartas sobre: “asegúrese de que no se acerque a nadie con enfermedad contagiosa.” Y siempre le preguntaban a él: ¿Notaste algún cambio en tu bienestar? Estaban muy preocupados por su bienestar. Así que a muy temprana edad se dio cuenta de que los gérmenes, los insectos y cosas por el estilo pueden causarle problemas Eso es lo que le inculcaron.”

Los pacientes que salen a cuadro hablan un tanto diferente con respecto a su obsesión y compulsión con relación al tema compulsivo de Hughes. Uno de ellos menciona que no tiene el “síntoma del sentimiento de contaminación” sino otros, por ejemplo el “síntoma de la repetición”. Si reducimos el síntoma como signo médico solo palomeamos en el recuadro que dice “conducta compulsiva”, sin embrago cuando es un discurso nos encontramos algo diferente. Este mismo paciente lo dirá así: “Me preocupa lastimar a alguien. Al salir de una tienda o un lugar público miro hacia atrás o regreso para ver si todo esta bien, y lo hago una y otra vez.” Otra paciente, Zog, menciona: “Al principio me arrancaba el pelo y luego tuve miedo del pecado, cualquiera que sea mi definición de pecado, pasaba horas y horas rezando.” La tercera paciente dice: “toda mi vida ha sido una llena de ansiedad y concentración en fragmentar cosas. Por ejemplo, detrás de ti hay un póster y en mi mente se esta dividiendo y… trata de ordenarlo de una forma simétrica.”

Sin embargo para estos pacientes, la terapia que ha funcionado es la más paradójica posible, el doctor Schwartz la explica así: “En la nueva era, lo que es particularmente poderoso es saber que puedes utilizar la percepción consciente (mindful awareness) y el poder de la atención focalizada para cambiar lo circuitos cerebrales. Y cuando se usan los medicamentos son para mejorar la concentración conciente, no solo para tratar los síntomas.”

En un panel de discusión sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo realizado el 2 de diciembre de 2004[3], varias sorpresas anunciadas aparecieron, algunos sabían lo que decían otros afortunadamente no lo sabían. Leo DiCaprio dice: “Recuerdo que de niño caminaba de regreso por una cuadra para pisar una grieta por ese mismo sentimiento (hacer algo una y otra vez). En cierto momento de mi adolescencia me dije a mi mismo: Esto es completamente innecesario. Llegarás tarde a la escuela. Basta.” El doctor Schwartz, el anfitrión del panel llega con dato impresionante: “Aunque tu cerebro por conexión genética te envía estos sentimientos en lo que trabajé tan duro con Marty y Leo fue que en esta época sabemos que el cerebro invalida estas señales y que nos permite cambiar el funcionamiento del cerebro y cambiar cómo se expresa el genoma. Estamos en la época de la conciencia cuidadosa (mindful awarness)…Lo que queríamos que hicieran no era imitar, no era arremedar no ver a la persona con trastorno obsesivo compulsivo como se ve desde fuera sino ser una persona con trastorno obsesivo compulsivo…Y ahora sabemos de múltiples estudios de la imagen del cerebro de los cuales algunos los hizo mi amigo Mario Beauregard de la Universidad de Montreal que cuando un actor interpreta a un personaje, la sangre fluye en su cerebro y la serotonina de su cerebro adopta las misma características, del paciente que representa. Su cerebro, en una palabra, se convierte el cerebro del que lo padece.” Con esta declaración el doctor Schwartz ubica fuera del campo de la psiquiatría el problema que encuentran en el trastorno obsesivo compulsivo. El cerebro se vuelve una expresión del sujeto, no el sujeto en sí. El doctor Scwartz dijo sin querer que la tendencia de la psiquiatría y lo psi institucionalizado de cada vez más fundirse con la neurología van por mal camino, ya que solo tendrá “cerebro de TOC” quien actúe, ejecute ritos y siga el discurso del “TOC”.

Serán las aportaciones del cineasta Martín Scorsese las que arrojan lecturas importantes en el tema. Las primeras son de orden artístico. Comenta que le importaban los puntos de vista de los objetos, por ejemplo la escena donde Hughes mira hacia unas toallas y después las toallas lo miran a él. “Cómo el ambiente lo mira a él” eran las escenas que le importaron a Scorsese. Pero un nuevo elemento introduce: “Creo que todo se convirtió en un ritual religioso. Y luego lees Golden Bough y entiendes esos elementos básicos. El concepto de la magia, ¿Qué es primitivo en la magia? ¿Qué es la efigie de cierta persona? Y la idea de un muñeco vudú que se convierte en algo. Parece que es algo que esta presente en cada cultura. Parece haber algo en nosotros como seres humanos que se relaciona con eso. Que tiene una necesidad del sentido “mágico”. Algún tipo de indulto o repliegue del caos del Universo.” Para después ser interrumpido por los comentarios del Doctor Meter Whybrow, director del Instituto de Neuropsiquiatría de UCLA que interpreta lo dicho por Scorsese como: “Creo que los seres humanos estamos desesperados por el control.” Ahí estriba la gran diferencia entre el arte y la ciencia. Mientras una apunta a lo místico y mágico del humano la otra busca, analiza y controla el control. ¿Será que la única forma de no tratar al obsesivo es por medio del control sino de no-control? Ciertamente Hughes, esta por encima de eso.

[1] ¿Será el Monopoly el juego de los niños postmodernos?
[2] Documental que se incluye en el DVD “El Aviador”.
[3] También incluido en el DVD “El Aviador”

¿Qué es lo que las mujeres hacen mejor?
Por Héctor Mendoza

Hace unos días me invitaron a una obra de teatro llamada “Ellas lo hacen mejor”[1]. Dicho título provocó en mí una doble reacción. Por una parte, me preocupaba que la obra solo tratara la típica “guerra de los sexos” y que solo se sostuviera el estandarte feminoide “contra ellos”. Por otro lado, además de la invitación, me llamaba el título a repensar el problema de la mujer y su hacer, ya que dos frases recordaba con ese “lo hacen mejor”, dichas frases mencionadas por el psicoanalista Jacques Lacan en una conferencia sobre “el síntoma”: “La Mujer no existe” y “las mujeres analistas son las mejores. Son mejores que el hombre analista”. Al terminar la obra quedé sorprendido y me pareció haber visto una rendija por la cual se puede salir del atolladero de “la lucha de los sexos” que el discurso políticamente correcto propone. La salida se encuentra en el mismo lugar donde Freud inventó el psicoanálisis, en las palabras de las mujeres.

Resalta de la obra su estructura de monologo. ¿A qué invita un monólogo? A que la audiencia se involucre, que la cuarta pared se desmorone y seamos involucrados. La anécdota es relativamente sencilla. La protagonista es una psicóloga, Teresa, impartiendo un taller de superación profesional. En el transcurso del taller, la protagonista lo aborda de la mejor manera, dando cuenta de que no es experta en el tema ya que habla de sus errores, comienza a hablar de su vida. El taller se vuelve una sesión terapéutica para la propia protagonista. Sus gritos, desesperación, risa y llanto nos hablan de una mujer y su drama, haciendo hincapié en la sociedad machista como la culpable de mucho de su sufrimiento. Algo que brilla por su ausencia son los temas de la equidad legal, laboral y económica lo que coloca la tragedia de la protagonista en una dimensión que nos permite abordar mejor el drama actual que por reduccionismo se mete en el saco de la “violencia contra la mujer”. El taller se transforma en los problemas amorosos de la mujer, de esta mujer que nos habla.

La obra comienza con la protagonista diciendo que es un hombre. La propuesta es encantadora. Menciona que es un hombre porque “así será tomado en cuenta lo que dice ya que en el mundo machista lo que dicen las mujeres no importa, sin embargo lo que dice un hombre siempre es tomado en serio por su propia condición de hombre”.

Desde el psicoanálisis esta artimaña de “transformarse” en hombre resulta familiar. Si pensamos en las histéricas (hombres y mujeres) que atendió Freud encontramos este “ser el hombre” para la expresión de los síntomas. No estamos diciendo que se hagan conviertan en hombre sino todo lo contrario, que la forma de la feminidad pasa por la masculinidad, se cree que el deseo es saciado haciendo lo que los hombres hacen ante el supuesto que ellos lo hacen por ellas, por lo que es en ellas más que ellas mismas. En ese sentido el machismo se reduce a la frase de una madre diciéndole a su hija “Mi hijita, los hombres solo quieren aquellito” (o a la Freud llamándole al gato, gato).

Cuando creemos que se atiende aquello que los hombres dicen nos quedamos atrapados en el machismo ultranza, “todos los hombres son iguales”. Podríamos pensar que el mismo hombre que cree en lo que dice se altera en si mismo, se atiende y no se escucha.

¿De donde proviene esta creencia en el hombre? ¿De donde viene esta desconfianza en la mujer? Fácilmente podríamos decir que el machismo tiene la culpa y traer a colación la gran cantidad de estudios sociológicos, médicos y filosóficos que habla al respecto, podríamos llegar a las cifras de las muertas de Juárez y la violencia intrafamiliar como signos que apoyen una tesis que cae en un círculo vicioso ideológico. Vayamos mejor al discurso directo, vayamos a la obra.

¿Qué hacen ellas mejor? Hablar, quejarse, demandar. Escribo esto con la mayor cautela posible porque el tema esta tan manoseado que inmediatamente se encuentra una valoración en absolutos estilo “¡ah! ¡Claro! ¡Como es hombre dice eso!” La intolerancia se hace presente cuando no se puede ver más que el sexo que se supone. La forma de desatollarse es reconociendo la fisura del modelo. Al mismo Lacan le preguntaron “¿las mujeres son mejores analistas?, ¿mejores en qué? ¿Mejores cómo?” A lo que respondió “Las mujeres se adentran y lo hacen con un sentimiento muy directo de qué es el bebé en el hombre. Para los hombres es necesario un duro quiebre.” ¿A cuál duro quiebre se refiere Lacan? Podríamos jugar con la noción del falo y la mejor forma de acercarnos al problema es con lo mismo que nos convocó, “lo hacen mejor”.

Hagamos hincapié en el hecho de que en la frase “lo hacen mejor” lo que se pone en juego es la potencia. ¿Quién hace mejor el amor? ¿El hombre o la mujer? Solo el hombre podríamos decir, ya que con relación a la potencia solo los hombres se dividen en potentes e impotentes. “Él lo hace mejor”. Sin embargo, no estamos diciendo con esto que las mujeres lo hacen peor, sino que ellas no-lo hacen mejor. Frente al desempeño en el acto sexual (jugamos con la insinuación sexual de la frase “lo hicieron”, que sin ninguna otra explicación se puede asumir la función fálica) la potencia de la mujer no esta presente, ella entra al goce sexual no-toda, no-toda fálica. Al ubicarse en el lenguaje como pasiva-se le hace-pasional no hay nada que probar. Resulta interesante desde esta óptica los dos más grandes problemas sexuales en una sociedad como la nuestra: impotencia y anorgasmia. En las sociedades posthumanas donde la equidad es un hecho y el machismo ha sido erradicado distribuye estos problemas sexuales de manera inversa, las mujeres cogen como hombres y los hombres como mujeres, por lo que “ya no hay hombres como los de antes”.

Amor y sexo se entrelazan, no se mezclan, ni hacen relación, se ofertan y se demandan. El psicoanálisis ha sido de esas pocas disciplinas donde el amor es un tema de interés, donde no se le teme o cuantifica, o se propone un “amor inteligente”, sino se aborda desde su dimensión de ilusión, de ficción real, de puesta en escena, y, así, ya volvimos al teatro.

En la obra, Teresa comienza hablando de la primera relación con un hombre y fue su padre. El era “un artista” aunque para él, ella era “solo un estorbo y nunca recibió una palabra de cariño o reconocimiento”. Después explica que esa relación la marcó debido a lo descubierto por Freud, a saber, el Complejo de Electra. Bien sabemos que Freud nunca estuvo de acuerdo con el término, ¿por qué? La denominación pondría en equivalencia la vida amorosa del niño y el de la niña, “los nenes con las nenas y las nenas con los nenes”, los niños y su Edipo y las niñas y su Electra. La precisión Freudiana es en el punto inicial. ¿Cuál es el primer objeto de amor? La Madre con los niños, y después no encontró razón para pensar que fuera diferente con la niña. El amor empieza por la vía de la Madre en ambos casos, por lo que en la niña no existirá el complejo de Electra sino un Edipo femenino. Desde un inicio el trance de devenir mujer es un camino que se distingue por un detalle, buscar un objeto no-todo.

Al que me llamó la atención en unos comentarios después de la obra fue que se resaltaba el hecho de que la obra fue escrita por un hombre y dirigida por un hombre. La precisión que me parece pertinente es que la escribió un escritor y la dirigió un director, donde la función supera el género. Podríamos pensar que influye en ese decir el que sea hombre o mujer lo cual es cierto, sin embargo esos supuestos se aplican a cualquier sujeto. Es decir, cuando el escritor se reconoce como hombre toma un objeto supuesto que también puede percibir una mujer, cuando habla en la obra una mujer, el supuesto también opera. Con todas las letras, ahí, habla una mujer, se mueve una mujer y actúa una mujer.

El final de la obra me parece digno de resaltar y es el encuentro con la Otra Mujer. Muy edípicamente (el de Sófocles) el flash back de Teresa la lleva con su madre justamente al ser madre en ella misma. ¿Por qué Freud menciona como única salida de la mujer ante la envidia del pene el ser madre? Podríamos ser ingenuos y leer “envidia del pene” como “las mujeres quieren un pene”, en lo que pondríamos demasiada atención al pene y no a la envidia. La envidia no se calma cuando decimos lo que queremos y nos lo dan. La envidia (de la mala por que la otra es peor ya que es una mentira defensiva) nos construye como sujetos, el objeto nos edifica cuando nos hace ojitos. La envidia no necesariamente será de la mujer hacia el hombre sino establecerá los tres elementos básicos de la relación de objeto: La madre-el falo-el niño.

Envidia del pene en la mujer, angustia de castración en el hombre serán los posibles intentos de solución neuróticos que Freud designará en el sepultamiento del complejo de Edipo. De ahí que lo que se haga en el sendero de aliviar la envidia, el propio envidiar, siempre llevará al hacer, al crear y la expresión del amor, amor de ser amada. Mientras que el amor del costado de los hombres se ubicará en el sendero de la potencia.

Ellas lo hacen mejor por que lo no-hacen, no deben hacerlo y eso hace que se brille. En el psicoanálisis, para su práctica, eso cuesta trabajo al hombre ya que se juega en la posición del objeto causa de deseo, no en el objeto de la vulgar potencia.

Si una cosa queda clara en la obra es que los “consejos” que da la protagonista se aplican solo a ella y su vida. De tal forma que solo la envidia del espectador, la histerización y el hacer algo con ello provoquen el cambio cuando alguien en la audiencia se diga “¿por qué no soy como ella?”

[1] "Las mujeres lo hacemos mejor" De: Roberto Ramos Perea Dirección: Alejandro Alonso Actúa: Claudia Abrego. Sinopsis: ** ¿Y… qué es lo que hacemos mejor?... TODO. Con una alta dosis de humor e ironía, esta obra lleva al escenario la problemática sobre la identidad femenina. Claudia Abrego interpreta a Teresa… Ella es psicóloga, esposa, amante, madre, pero sobretodo MUJER.

viernes, junio 30, 2006


CSI: NY
¿De cuál crimen es escena Nueva York?

Sin duda alguna uno de las series policíacas más populares en tiempos recientes es CSI donde se narran las investigaciones que emprende el equipo forense de la ciudad de las Vegas. Los criminólogos son los héroes anónimos que se someten obsesivamente a las reglas, los procedimientos y las evidencias para atrapar a los culpables. La serie tiene un halo de veracidad y realismo realzado por un tipo de dirección que se “mete” en los detalles y reproduce “virtualmente” los actos criminales investigados. Así, ya no hay dramatizaciones ni recreaciones sino simulaciones cibernéticas que son más reales que “la vida misma”. Los juegos de policías y ladrones han cambiado por los científicos y la ciudad, lo que nos recuerda que en estos tiempos el arma más peligrosa es la información científica.

Debido al éxito de la serie, aparecieron las versiones de otras ciudades importantes, CSI Miami y CSI New York. Cada versión sigue el mismo patrón (¿o procedimiento de investigación?). Se presenta el crimen que termina con una frase ingeniosa por parte del investigador en jefe, cortinilla de presentación, primeras evidencias y presentación del segundo caso, primeras conjeturas, problema de esas conjeturas (nudo del problema) y resolución de ambos casos aderezada con una reflexión dramática que nos recuerda la “condición humana” del programa. El formato incluye los personajes que de alguna manera permanecen: el jefe melancólico, la “segunda seductora” del jefe, el policía “camarada” de homicidios, los aprendices impacientes “carne de cañón”, el laboratorista “especialista en DNA”, y el médico forense “atrapado en la morgue”.

Sin embargo, a pesar de seguir estas similitudes, cada versión tiene sus pequeñas grandes diferencias en la ciudad. Así como no se puede entender una serie como “Sex and the city” sin considerar a la ciudad como el personaje principal (mal traducida como “Sexo en la ciudad” en lugar de “Sexo y la Ciudad”)[1], en “CSI: Crime scene investigation” (“Investigación de la escena del crimen”) la ciudad es la protagonista al ser la constante, ya que por cuestiones de jurisdicción, la C.S.I. siempre será la ciudad.

Pasamos del oropel y la corrupción de las Vegas al glamour y latinización de Miami. Sin embargo, Nueva York, al ser la tercera en la serie, da un giro y un final a la formula. Pensemos en tres tiempos donde el tercer acto es el final y el chiste llega a su “Punch line”[2]. Empecemos por el final, o mejor aún, por el principio del fin, el primer capítulo de CSI: NY.

El capítulo llamado “Blink” (parpadeo) comienza con una toma en una iglesia católica donde vemos al jefe del departamento de CSI: NY el detective Mac Taylor, interpretado por el actor Gary Sinise. Mac mira con ojos llorosos a una imagen de la virgen María. Le informan de un asesinato. Llega a la escena del crimen de una mujer que ha sido abandonada cerca del río. Al comenzar a analizar el cuerpo le afecta un detalle, un anillo. Termina la escena con la frase “Alguien allá (en la ciudad) ha perdido a su esposa”. Música estridente y cortinilla de presentación del programa.

Sigamos la pista en aquello que es sin importancia, la música. Algo que resulta interesante e incluso rasgo distintivo de la serie, es el tipo de tema música. ¿Qué sería de la Niñera sin su alegre tonada (“And then she became the nanny!”) que nos presenta el encuentro de dos mundos Broadway y el pueblo judío? ¿Qué sería de Sex and the city sin su ritmo-son latino? ¿Qué sería de los Simpson sin el toque oscuro de Danny Elfman? ¿Acaso no encontramos el leitmotiv de la serie Smallville en la frase “Somebody save me” donde el héroe postmoderno es una víctima retro que pide ayuda? En este trance, ¿qué nos dice la música de CSI?

El tema de CSI es impactante, sonidos altos, gritos y notas estridentes de The Who en el silencio que parecen mostrar una furia contenida. Resulta el contrapeso necesario en la quietud y sobre-pa-ciencia de la labor de los criminalistas. La cortinilla muestra golpes, gritos, balazos pero sabemos que el tono de la historia es aséptico y extremadamente pasivo. Incluso antes de cada corte comercial existe quietud y silencio se empieza a colar el sonido y crece hasta que es cortado por el comercial, siempre parece que va a explotar pero nunca lo hace del todo.

Volvamos al episodio. Empezando el caso la teniente Isabela Bonasera, segunda de Mac, lo empieza a notar extraño resaltado por la pregunta “¿Cuánto llevas sin dormir?” que el responde “¿Qué es dormir?” Al examinar el cuerpo de la chica encontrada determinan que sufrió de varios ataques cerebrales antes de morir. Tan pronto como localizan al esposo de la víctima encuentran un nuevo cadáver que presenta las mismas marcas por lo que suponen, buscan a un asesino en serie. El detective Taylor se interesa por los nervios que son manipulados por el asesino hacia sus víctimas provocándoles los ataques o el coma. Resulta interesante como en los casos de detectives contra asesinos perversos la única forma de encontrarlos es ponerse en lugar del asesino, locuaz siempre resulta extrañamente perturbador para el protagonista.

Esto nos lleva a la tan conocida frase de S. Freud “las neurosis son el negativo de las perversiones”. En las historias de asesinos en serie encontramos “un frente a frente” entre el asesino perverso y un detective obsesivo que comienza pensar como el asesino. El ejemplo más claro lo encontramos entre los personajes de la novela de Thomas Harris “Dragón rojo”. Cuando se encuentra “cara a cara” el detective Graham y el asesino Aníbal Lecter este último lo despide con una frase “¿Sabes como me atrapaste Will? La razón de porqué me atrapaste es porque somos muy parecidos”. Parecidos pero no iguales, dejemos esta frase hasta ahí, después regresaremos.

Por la evidencia, Taylor y su equipo encuentran la casa donde el asesino tenía a sus víctimas hallando en el sótano una nueva víctima pero con la diferencia que se encuentra viva aunque en coma, muerta en vida ¿o viva demasiado viva? Mac comienza “procesarla” esto es tomarle fotos y recabar evidencia aunque pidiéndole permiso, él le habla aunque ella no responde. Finalmente le pide disculpas si la molestó en algo y ella parpadea. Mac considera que intenta comunicarse.

Mac va a pedir consejo con el doctor en jefe del departamento de policía. Lo que brilla en este personaje son dos detalles. Primero, que parece ser el único al que Mac lo reconoce como Sujeto supuesto saber, un experto mayor que el. Segundo, el doctor es un discapacitado que se encuentra en silla de ruedas. Esto último es significativo, la omnisapiencia solo es presente en la impotencia, signo presente en el doctor forense de la original CSI (las Vegas).

El doctor le comenta que tal parece que ella padece del síndrome de encierro y lo explica así:

Mac: Ella intentaba comunicarse pero como si no pudiera…
Doctor: Es probable.
Mac: ¿A qué se refiere?
Doctor: Síndrome de encierro. Creo que sé lo que es. Creo que su víctima del ángel de misericordia fue víctima de un perverso experimento científico. Indudablemente es alguien con gran conocimiento médico.
Mac: Síndrome de encierro.
Doctor: Un raro desorden neurológico caracterizado por la parálisis completa de todos los músculos voluntarios del cuerpo con excepción de los ojos. En esencia ella está encerrada dentro de su propio cuerpo y su mente está completamente lúcida.
Mac: ¿Puede ella… salir del síndrome?
Doctor: No, temo que es irreversible.
Mac: ¿Cómo es que las encierra intencionalmente?
Doctor: Sabe de esto. Imagino que primero tuvo que sedarlas, ponerlas en estado dócil para localizar puntos específicos sobre presión arterial.
Mac: No se estaba poniendo más violento sino perfeccionando su técnica.

El acto perverso del asesino es mucho más que un simple asesinato. Mantiene a su víctima en el punto más alto del concepto víctima. Las reduce (¿o eleva?) a la condición de “todo ojo”. Las convierte en una parte de ellas y solo esa parte. A veces se pierde en los diferentes actos perversos qué objeto esta en juego. Cuando el exhibicionista ejecuta el acto (¿todavía queda alguno?) no solo busca reconocerse desnudo, es mucho más que eso, es reducir a la víctima candorosa (¿todavía hay alguien que no lo sea?) a la condición de “todo ojo” que ve eso que debe dar asco por ser excesivo en la fantasía. Mientras que Mac ve en esos ojos de la victima una intención de comunicación, el asesino busca que la víctima no comunique nada, sea el Ojo.

Finalmente atrapan al asesino que resulta ser otro doctor, pero ruso, tío de la segunda víctima hallada. Mac habla así con él:

Mac: ¿Por qué no le cuento una historia “doctor”? Usted mató a Sonja al tratar de encerrarla en su propio cuerpo. Reconoce este, es la identificación de un taxi, usted conduce uno. ¿Así obtenía víctimas? ¿Por qué? ¿Por qué encerrarlas?
Sr. Ivanov: ¿Sabe lo que el nombre Vokta significa en ruso?
Mac: Regalo de Dios.
Sr. Ivanov: Sonja vino a mí, ella vino a mí porque quería ser cuidada por mí. La alimenté, bañé, le leí literatura, le puse música. Todas querían ser liberadas de la carga de la vida diaria. Alcanzar una utopía cerebral. Vivir dentro de sus sueños, que sus mentes vagaran sin obstáculos. Darles el regalo de la libertad.
Mac: Ese era el plan.
Sr. Ivanov: Ese era el pacto.
Mac: Creo que cuando Sonja le pidió que la cuidara, paralizarla de los ojos para abajo no era lo que tenía en mente, ¿o sí doctor? No se trataba de libertad o de Sonja, o de un regalo de Dios, era sobre el control. Al instante que llegamos a su puerta perdió el control, por eso fue que abandonó la casa. Pero abandonó a la mujer, después de todo, aún seguía viva, no podía desconectarla ¿o sí doctor? Finalmente funcionó, ellas murieron por la misma razón por la que usted fue arrestado, no supo cuando detenerse.

Esta confrontación es un juego de espejos. Mac y el doctor bailan paso a paso con una cadencia programada. Mac reclama y contradice, “No se trataba de un regalo de Dios, era sobre el control”. ¿Por qué el control? Cuando se pregunta sobre los rituales obsesivos y las clásicas manías de los T.O.C. como les llaman los psiquiatras (toc, toc, ¿quién es?) se habla del control, no quieren perder el control. Lo paradójico de esta tesis del control es que entre más busca control el obsesivo más se descontrola, es decir, el control es parte de la fantasía para una manifestación del deseo inconsciente.

Mac reclama y le echa en cara al doctor perverso que se parezcan tanto y no sean iguales. En la pregunta inicial de ¿porqué lo hizo? Podría responder ¿porqué lo pregunta? ¿Por qué no duerme por atraparlo? ¿Por qué pregunta si ya lo sabe? Tal vez la gran pregunta esta en la línea del porqué siguió, es decir, si ya tenía a Sonja, ¿no fue el problema del doctor haberla tenido de más? Ya gozaba de ella pero quiso más el goce que de ella. El problema del objeto del deseo que se busca y se escapa de las manos es la trampa perversa, al lograr capturar lo efímero se echa a perder porque no se pierde. Mac todavía no alcanza a reconocer eso porque está en proceso de pérdida.

¿En qué se parecen Tylor al doctor Ivanov? El reclamo nos puede dar la clave, “¡Usted no es un doctor!” El perverso experimento científico, ¿habrá uno que no lo sea? La experimentación implica la manipulación de las variables y un intento desesperado por borrar la influencia y presencia del experimentador. No hay en estos tiempos mejor fin de la discusión como cuando alguien refuta diciendo “Está científicamente comprobado” porque es la ciencia quien lo dice sin el científico. El perverso experimento del asesino es la encarnación de la persecución de la que fue objeto D. P. Schreber. Dios, a través de su psiquiatra E. Flechsing manipula los nervios de Daniel Paul en orden de lograr la bienaventuranza, ese era un regalo de Dios, transformarlo en la mujer perpetua de Dios. El asesino comete un almicidio, un “Seelenmord”.

Tylor e Ivanov se tocan en un detalle que resaltaba el saber de Schreber, Dios no sabe tratar con humanos vivos, solo con cadáveres. La lógica en la revelación de Schreber es impecable. ¿Cómo es el contacto de Dios con los humanos si cuando se funden es en el más allá, en el paraíso?

La tentación de Mac es el de fundirse con el lugar del objeto de la ciencia. Algo presente en CSI es la idea de la ciencia como la que atrapa a los sujetos, sin embargo, el contrapeso necesario son los detalles sin importancia. Lo no científico. Las historias humanas, ¿qué es eso? La melancolía de Mac, la impotencia del doctor, los romances secretos y la tensión sexual entre los protagonistas, así como las ocurrencias que llevan a ver lo que estaba a la vista pero no visible.

Mac visita a la víctima que esta vida pero en estado de coma. Le informan que presenta muerte cerebral. El, comienza a hablarle.

Mac: Estoy tan cansado. ¿Sabe? Solía sentarme así con mi esposa. Su nombre era Claire. Murió el 11 de septiembre, nadie lo vio venir. El otro día estaba limpiando el closet y descubrí una pelota. Y recordé que fue mi esposa quien la infló. Jamás le dije esto a nadie pero, me deshice de todo lo que me recordara a Claire, mucho dolor. Lo único que no pude tirar fue esa pelota. Su aliento aún sigue ahí.

Mac toma un taxi y le dice al taxista “A la zona cero”. Llega a la zona cero y se abraza de la reja, la cámara se aleja y terminamos observando el gran vació que cerca la valla, vemos el vacío de la zona cero.

CSI NY gira en torno a una escena del crimen que todavía no puede ser incorporada. La zona cero da el ejemplo relacionado con la presencia de aquello que tanto se buscó, efecto de la imposición de libertad en el otro. No puede ser tomado este vacío por la línea de lo científicamente comprobado o políticamente correcto sino sobre lo que encara cada quién en ese vacío.

[1] ¿Será Sex and the city el correspondiente femenino de CSI?, es decir, ¿una mejor lectura de las dos series será encontrar lo erótico en Grisom y el crimen en Carrie?
[2] En un capítulo de la CSI original, la víctima es un comediante de Stand Up en un bar. Grisom busca por todo el escenario hasta que alguien le pregunta What are you looking for? A lo que responde A punch line?

viernes, junio 23, 2006


Jack Bauer y
la Ética de la Urgencia
Por Slavoj Zizek


La quinta temporada de “24”, la fenomenalmente exitosa serie de televisión de Fox, tuvo su inicio el 15 de Enero. Compuesta por 24 episodios de una hora, el programa cronometra un día de trabajo de la ficticia Unidad Anti-Terrorista de los Ángeles (C.T.U. las siglas en inglés de Counter Terrorist Unit) y los intentos desesperados para frustrar un ataque terrorista catastrófico. (En la temporada 4, interceptan un arma nuclear robada que iba a explotar sobre una ciudad estadounidense importante) La naturaleza de “tiempo real” de la serie le confiere un fuerte sentido de la urgencia, enfatizado por tic-tac del reloj y acentuado con las tomas de cámara manual y pantalla dividida que muestran los eventos que acontecen a varios personajes.

Incluso los cortes comerciales contribuyen a este sentido de urgencia: Antes de un comercial, vemos en la pantalla un reloj digital que muestra las “7:46”. Cuando volvemos a la acción, el reloj digital marca “7:51”. La duración del corte comercial en nuestro, de los “espectadores”, tiempo real es exactamente equivalente al vacío temporal en la narrativa de la pantalla, como si los eventos continuaran mientras nosotros veíamos los comerciales. Esto hace que parezca como si la acción corriente es tan apabullante, inundando el tiempo real del espectador, que incluso los cortes comerciales no pueden interrumpirla.

Esto nos lleva a una pregunta crucial: ¿Qué significa éticamente este sobre- dominante sentido de la urgencia? La presión de los eventos es tan imperiosa, la apuesta es tan alta, que requieren una suspensión de las consideraciones éticas ordinarias. Después de todo, mostraría reparos morales cuando la vida de millones se encuentra en las manos del enemigo.

Los agentes de CTU actúan en un espacio de sombras fuera de la ley, haciendo cosas que “simplemente tienen que ser hechas” para salvar a la sociedad de la amenaza terrorista. Esto incluye no solo el torturar terroristas cuando son capturados, sino incluso torturar a miembros de CTU o sus familiares cercanos cuando se sospecha de lazos terroristas. En la cuarta temporada, entre esos torturados estuvieron el yerno y el propio hijo del secretario de defensa (ambos con el total consentimiento y apoyo del secretario), así como una miembro de CTU, erróneamente acusada de compartir información con los terroristas. (Después de la tortura, cuando nuevos datos confirman su inocencia, se le pide que regrese al trabajo. Y como se encuentran en estado de emergencia y cada elemento se necesita, ¡ella acepta!) Los agentes de CTU no solo tratan de esta manera a los sospechosos de terrorismo – después de todo, están lidiando con la situación de la “bomba sonado” evocada por Alan Dershowitz para justificar la tortura en su libro, "Por qué el terrorismo funciona" – sino que ellos mismos también son tratados como desechables, listos para sacrificar su propia vida o la de sus colegas si con esto se puede ayudar a prevenir el acto terrorista.

El agente especial Jack Bauer, interpretado por Kiefer Sutherland, encarna esta actitud en su forma más pura. Sin ningún reparo, tortura y permite a sus superiores disponer de su vida. Al final de la cuarta temporada, el accede a ser entregado a las República Popular de China como chivo espiatorio de una operación encubierta de CTU donde murió el cónsul chino. Aún y cuando el sabe que será torturado y encarcelado de por vida, promete no decir nada que afecte los intereses de los Estados Unidos. El final de la cuarta temporada deja a Jack en una situación paradigmática: Cuando es informado por el expresident de los Estados Unidos, su más cercano aliado, que alguien del gobierno ha ordenado su muerte (el entregarlo a la voluntad de los torturadores chinos lo consideran un alto riesgo para la seguridad nacional), sus mejores amigos en CTU organizan su falsa muerte. Entonces el desaparece en la nada, anónimo, oficialmente no-existe. En la “guerra contra el terror”, no solo los terroristas sino los agentes de CTU se convierten en lo que el filosofo Giorgio Agamben llama homini sacer – aquellos que pueden ser asesinados impunemente mientras, a los ojos de la ley, sus vidas ya no cuentan. Mientras que los agentes continúan actuando desde el poder legal, sus actos ya no son contenidos y circunscritos por la ley – ellos operan en un espacio vacío dentro del dominio de la ley.

Es aquí donde encontramos la mentira ideológica fundamental de la serie: A pesar de su actitud de despiadada de auto – instrumentalización, los agentes de CTU, especialmente Jack, continúan siendo “seres humanos sensibles”, atrapados en los dilemas emocionales comunes de la gente “normal”. Ellos aman a sus esposas e hijos, sufre por los celos – aunque de repente se den cuenta que están listos para sacrificar a sus amado por la misión. Son como el equivalente psicológico del café descafeinado, realizan todas las cosas horribles que la situación requiere, sin pagar el precio subjetivo que implica.

De esta forma, “24” no puede ser simplemente rechazada como una justificación cultural pop para los métodos problemáticos de Estados Unidos y su guerra contra el terror. Algo más esté en juego. Recordemos la lección de Apocalipsis Ahora de Francis Ford Coppola: La figura de Kurtz no es un recordatorio de algún pasado barbárico, sino el resultado necesario del poder Occidental. Kurtz era un soldado perfecto – como tal, a través de su sobre-identificación con el sistema del poder militar, se transformó en el exceso que el sistema tenía que eliminar en una operación que en sí misma imita lo despiadado de Kurtz, contra lo que se estaba aparentemente combatiendo.

Este es el dilema para aquellos en el poder: ¿Cómo obtener un Kurtz sin la patología de Kurtz? ¿Cómo obtener gente que hagan el necesario trabajo sucio sin convertirlos en monstruos? El jefe de la SS Heinrich Himmler se enfrentó al mismo dilema. Cuando asumió la tarea de liquidar a los judíos de Europa, Himmler adoptó la actitud heroica de "Alguien debe hacer el trabajo sucio, así que ¡hagámoslo!" Resulta sencillo hacer algo noble por el país de uno, como sacrificar la vida por él. Resulta mucho más difícil el cometer un crimen por el país de uno.

En Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt brinda una descripción precisa de cómo los ejecutores Nazi resistieron los actos horribles que cometieron. La mayoría de ellos no eran simplemente malvados; ellos estaban bien concientes de que sus actos procuraban humillación, sufrimiento y muerte a sus víctimas. La salida de ellos para tal predicamento era, “en lugar de decir: ¡Qué cosas tan horribles le hice a esta gente!, los asesinos fueron capaces de decir: ¡Qué cosas tan horribles tuve que observar en la realización de mis deberes!, ¡qué tarea tan pesada se encontraba en mis espaldas!” De esta manera, fueron capaces de alterar la lógica de la resistencia ante la tentación: Su esfuerzo “ético” se dirigía a la tarea de resistir la tentación de no asesinar, torturar o humillar. Además, la violación de los instintos éticos espontáneos de lástima o compasión se transforma en la prueba de grandeza ética: Realizar el deber de uno significa asumir la pesada carga de inflingir dolor a otros.

Había en esto un “problema ético” adicional para Himmler: ¿Cómo estar seguros de que los ejecutores de la SS que realizaron estos actos terribles podrían permanecer humanos y conservar su dignidad? Su respuesta se encuentra en la Bhagavad-Gita, una edición especial de la cual conservaba en su bolsillo. Ahí, Krishna le dice a Arjona que debería cargar con sus actos manteniendo una distancia interna y nunca dejarse envolver del todo.

En eso mismo reside la mentira de “24”: El supuesto de que no solo es posible el conservar la dignidad humana en la realización de los actos de terror, sino que cuando una persona honesta realiza estos actos como un gran deber, esto le confiere una grandeza trágica-ética. Pero, ¿Y si tal distancia es posible? ¿Y si tuviéramos personas que cometen actos terribles como parte de su trabajo, en privado, ellos permanecieran como esposos amorosos, buenos padres y amigos? Como lo supo Arendt, lejos de redimirlos, el mismo hecho de que sean capaces de conservar su normalidad mientras cometen tales actos es la máxima confirmación de su catástrofe moral.

Entonces, qué hay de las quejas populares y aparentemente convincentes de estas preocupaciones y distinciones sobre la tortura: “¿Cuál es el problema? Los Estados Unidos solo esta abiertamente admitiendo, al menos tácitamente, no solo lo que ha estado haciendo todo el tiempo, sino lo que otros estados han estado haciendo todo el tiempo. De perdido, tenemos menos hipocresía ahora”. Ante esto, uno debería replicar con una sencilla contra-pregunta: Si eso es lo único que significan las declaraciones de los Estados Unidos, entonces ¿por qué lo están admitiendo? ¿Por qué no solo continúan silenciosamente haciéndolo, como lo hicieron antes?”

Lo que es inherente al discurso humano es la falta irreducible entre el contenido del enunciado y su acto de enunciación: “Tu dices esto, pero ¿por qué me lo dices tan abiertamente ahora?” Por ejemplo, sabemos que una forma educada de decir que la plática de un colega fue aburrida es decir, “Qué interesante”. Si en cambio dijéramos abiertamente a nuestro colega, “qué aburrido y estúpido”, se justificaría que el se sorprendiera. El acto de hacer público algo nunca es neutral – afecta el mismo contenido reportado.

Lo mismo se aplica en la reciente acto de admitir la tortura: Cuando escuchamos a Dick Cheney realizar declaraciones obscenas sobre la necesidad de la tortura, nos preguntamos: “¿Por qué hacerlo público?” Esta es la pregunta que debemos resaltar: ¿Qué hay en esta declaración que hace que la enuncies? Además, lo que es verdaderamente problemático de “24” no es el mensaje que trasmite, sino el hecho de que ese mensaje sea tan abiertamente dicho. Es una triste indicación del profundo cambio en nuestros estándares políticos y éticos.

Slavoj Žižek, filósofo y psicoanalista, investigador del Instituto de Estudios Avanzados en Humanidades, en Essen, Alemania. Entre otros libros, es autor de El frágil Absoluto y ¿Alguien dijo Totalitarismo?

Traducción: Héctor Mendoza
Título Original: Jack Bauer and the Ethics of Urgency
Artículo original en: http://www.inthesetimes.com/site/main/article/2481


seX-MEN
Sexualidad de la generación X o ¿de qué lado estarás?


No es ninguna novedad mencionar la relación entre la problemática de la diversidad sexual y la adaptación cinematográfica de los personajes de Marvel Comics X-Men. En las entrevistas concedidas por el director y co-guionista de las primeras dos películas de la saga (X-Men y X2: united), Brian Singer, menciona que aquello que llamó su atención fue poder presentar una historia donde la discriminación era el tema principal. Mientras que en X-Men se presentan los personajes y el mundo de un “futuro no muy distante”[1] donde existen los mutantes, en X2: united la guerra comienza. Una escena en particular es la comentada en otras entrevistas con Singer. Un adolescente Bobby Drake, les confiesa a sus padres que es un mutante, la madre le hace la gran pregunta “Bobby, ¿has intentado… no ser mutante?”. Singer juega con la escena como si se tratara de un joven que les confiesa a sus padres su condición homosexual, donde nada esta mal con él sino que es como es. La elección de la sexualidad no está presente.

La vinculación entre los mutantes y la homosexualidad funciona en un plano, el de la discriminación pero nos muestra otro, algo peligroso, que incluso puede, al intentar frenar la discriminación, ser el peor enemigo de la comunidad gay, la base biológica de la diversidad sexual.

En repetidas ocasiones se hace referencia a las leyes de la evolución y el gen mutante (donde se supone que el padre es el que lo aporta) lo que conlleva irremediablemente a la “última batalla”, X-Men 3.

En esta historia, ahora sin la presencia de Singer y bajo la dirección de Bret Ratner, aparece otro elemento, la cura. Un científico ha inventado una sustancia que destruye el gen mutante por lo que la llaman la cura. La comunidad mutante se divide entre los que rechazan la llamada cura puesto que asumirían una condición de enfermos y entre los que apoyan la cura justamente porque asumen una posición de sufrimiento frente a su mutación.

En la película protagonizada por Sara Jessica Parker llamada “La joya de la familia” (“Family stone”), uno de los personajes, el padre de la familia, dice “en esta familia consideramos que la homosexualidad es una condición biológica natural como el ser zurdo”. Esta frase que pareciera ser la salida de la discriminación puede fácilmente transformarse en la nueva forma de persecución, ya no por la moral sino por el bio-poder. Pensemos en los tiempos posthumanos donde los niños, que ya no nacen como antes, al estar en período de preproducción sus padres, con su genetista local, busquen infructuosamente elegir la forma de diversidad sexual que quieren para su hijo. Si la condición de lo zurdo (siniestro) puede ser cambiada ¿no estamos en la antesala de volver a considerar a la homosexualidad una degeneración en busca de cura?

Muchos condenan a Freud cuando habla de la perversión como una forma de discriminación hacia la diversidad sexual. Como en muchos otros temas, se critica a Freud sin leerlo. En el revolucionario y poco estudiado “Tres ensayos de teoría sexual” (“Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie”, 1905) se presenta el estudio de las llamadas “aberraciones sexuales” para un mejor entendimiento de “la pulsión sexual”.

Con lo primero que rompe este artículo es con la noción de degeración en los llamados invertidos para referirise a las personas cuyo “objeto sexual es de su mismo sexo”. Freud presenta tres argumentos para rechazar la degeración como causa:

“1. Hallamos la inversión en personas que no presentan ninguna otra desviación grave respecto de la norma. 2. La hallamos en personas cuya capacidad -de rendimiento no sólo no está deteriorada, sino que poseen un desarrollo intelectual y una cultura ética particularmente elevados. 3. Es preciso considerar que en pueblos antiguos, en el apogeo de su cultura, la inversión fue un fenómeno frecuente, casi una institución a la que se confiaban importantes funciones.”

No olvidemos que Freud es de profesión neurólogo. Cuando entra al campo del psicoanálisis presenta una perspectiva diferente a lo habituado en la investigación neurológica. En términos de sexualidad no es la excepción. Sigamos con los “Tres ensayos…”

“La doctrina de la bisexualidad ha sido formulada en su variante más cruda por un portavoz de los invertidos masculinos: «Un cerebro femenino en un cuerpo masculino». Sólo que no conocemos los caracteres de lo que sería un «cerebro femenino». Sustituir el problema psicológico por el anatómico es tan ocioso como injustificado.”

El interés clínico de Freud por las llamadas aberraciones sexuales no se vincula con la terapéutica dirigida hacia una desviación sexual, sino buscando qué es lo sexual, cómo opera y funciona la sexualidad, la pulsión sexual.

Si consideramos la preferencia sexual de orden biológico perdemos de vista de qué estamos hablando. El concepto de sexualidad es ampliado (¿explicado?) por Freud al mejor hablar de la psicosexualidad. Así, las mariposas en el estómago, las ganas, el encantamiento sexual nos hablan del inconsciente. En cierta ocasión me tocó escuchar una persona que en un programa de televisión decía que a la sociedad le faltaba evolucionar hasta ver “la sexualidad como algo tan natural como el comer o el ir al baño”. Desconozco la forma en que comía o iba al baño esta persona pero algo que precisa el psicoanálisis es que ninguno de esos actos son naturales, hablando estrictamente.
Resulta interesante como cualquiera de los poderes de los X-Men pueden funcionar como metáfora a la sexualidad. Por un lado esta aquella chica que no puede tocar a nadie porque lo mata, por otro lado está lo frío o lo caliente, lo inmaterial, el magnetismo, lo psíquico y hasta aquel que se recupera de sus heridas más rápido que los demás. El problema no es que todo en los X-Men es metáfora de la sexualidad, la pansexualidad como crítica común al psicoanálisis sino que el hincapié debemos hacerlo en la calidad metafórica de la sexualidad, siendo su mayor ejemplo el albur.

La discusión que abre X-Men: the last stand nos muestra como la discriminación puede tener una presentación aún peor, la unificación biológica. Todos iguales sin la posibilidad del reconocimiento. Cuando quedan cancelados todos los puntos de identificación ¿Eso nos deja mejor que antes? No debe de extrañar que uno de los efectos en el comic de X-Men es la proliferación de pequeños grupos de resistencia.

Los objetivos de destrucción resultan interesantes en la trilogía de X-Men. Primero, el mutante líder de la resistencia Magneto (el verdadero protagonista de la serie como lo muestra que siempre se lleva la última escena) desea atacar en un principio a los dirigentes de todas las naciones desde la estatua de la libertad. En la segunda su objetivo es atacar a los que lo atacaron, un coronel loco que ataca al propio gobierno para poder destruir a los mutantes; Magneto simplemente invierte y hace suyo ese plan pero respecto a los humanos. Finalmente Magneto declara la guerra a los humanos y a los mutantes en su contra, lucha contra la cura. Lo interesante es el hecho de la resistencia que aparece contra la resistencia que es el mismo Magneto, es decir, el reflejo de la intolerancia, la unificación extrema, la apabullante atracción de los cuerpos.

Magneto presenta el fundamentalismo, parece ser el único que cree verdaderamente en lo que está haciendo y por ello atrae. Las historias de héroes y villanos nos permiten abordar los problemas de las identidades. Ante la pregunta clásica de si el “homosexual nace o se hace” las posiciones se dividen. Por lado, el que dice se hacen, puede salirse por la tangente diciendo que es multifactorial lo que se traduce en un misterios inescrutable. Por otro lado se puede decir que se hacen por medio de la teoría del trauma (lo violaron, lo golpearon, no tiene papá, etc.) lo presenta una formula piadosamente discriminativa. Si responde que nacen, (actualmente la políticamente correcta) se intenta eludir la posibilidad de la culpa (del trauma o la desviación) y se deja todo en manos de la Madre Cruel de la Naturaleza. Lo que Freud nos presenta es abordar esa pregunta como una forma de contestar otra, ¿el heterosexual nace o se hace? Es decir, ¿no se encuentra en una relación similar con respecto a lo artificial de lo sexual ambos?

[1] Frase interesante en las historias postmodernas de ciencia-ficción donde el futuro ya no es lejano sino angustiosamente cercano.

jueves, febrero 16, 2006

Trauma e Histeria en Freud y Lacan

Por: Paul Verhaeghe[1]


Sumario:
Desde un punto de vista histórico, la controversia concerniente a la causa de un trauma es errónea, más aún, oscurece una tesis freudiana importante: la fantasía es una elaboración defensiva del “real” traumático. La teoría lacaniana ofrece un entendimiento de este “real” traumático: en particular el cómo la falta de palabras para dar un significado (“significante”) a una pulsión hace a la pulsión potencial y terroríficamente traumática. Esto es denominado “trauma estructural”, y se considera como causante de la histeria. La neurosis traumática incluye un trauma adicional, denominado como “accidental”. Un examen más detallado revela que los humanos son movidos por dos contradictorias formas de placer, donde la interacción mutua entre ellos sigue siendo misteriosa.

Quiero empezar este escrito con una pregunta: ¿por qué es que tenemos que reabrir el tema del trauma en general y la visión de Freud en particular? Una respuesta obvia es que actualmente nos enfrentamos cada vez más que antes con esta patología, no solo en Bélgica. El significante “trastorno por estrés postraumático” se encuentra virtualmente en todos lados. Desde luego, resulta muy difícil el aprobar o desaprobar la hipótesis de que las experiencias traumáticas son más frecuentes de lo que eran antes. De cualquier forma, es obvio que la reciente propaganda sobre la “terapia de recuperación de la memoria” ha justificado todo el problema. A partir de ésta, la discusión se retoma, aunque de diferente manera, de la discusión sobre Masson, quien a comienzos de los ochentas trató de probar que tan mal estaba Freud en materia de trauma. Tales excesos han recibido un nombre propio, se le conoce como “golpe freudiano” (Freud’s bashing). La pregunta más importante desde el punto de vista clínico es el porqué un número de personas consideran necesario golpear a papi Freud, o, por el otro lado, consideran necesario defender a papi Freud. Pero esto nos llevaría a una discusión sobre el complejo de Edipo, lo cual no nos concierne el día de hoy...

Una de las cosas más importantes sobre estas discusiones es su carácter extremo, el cual es como las “normales” conferencias de prensa, tanto en tiempo de Masson y actualmente. Uno no necesita mucha experiencia clínica para reconocer el hecho que esta característica extrema traiciona un tema oculto. Desde un punto de vista clínico, es muy importante descubrir este punto, para discutirlo abiertamente. La cosa en cuestión no es nada sino un juicio de valor subyacente que divide arbitrariamente la practica clínica en dos partes diferentes. Por un lado, encontramos los pacientes histéricos con su etiología del trauma de seducción infantil meramente fantasmático, e imaginario. Aun más: no son sino simuladores que juegan con las leyes de la ciencia. Históricamente, esto empieza con Babinsky, uno de los padres fundadores de la neurología que entrenó a sus asistentes en diagnósticos diferenciales de tal forma que pudieran separar a los pacientes reales de los falsos, es decir histéricos. En verdad, los síntomas conversivos de estos pacientes histéricos no se ajustaban con las leyes objetivas de la ciencia, entonces estos debían ser fraudulentos. Por oposición, uno encuentra los pacientes reales, que significa, desde este punto de vista, aquellos que habían sufrido de situaciones traumáticas reales y cuya patología es una consecuencia directa de estas situaciones. Además, aunado a ser pacientes, ellos eran también víctimas y merecían no solo nuestra atención, sino que nuestra simpatía y nuestra lástima.

Lo más notable de esta categorización binaria es que la primera categoría tiende a reducirse mientras que la segunda a crecer. Hoy en día, casi no quedan pacientes, existen solo víctimas que no tienen ninguna implicación en su situación. Históricamente hablando, este juicio de valor fue ampliamente difundido por el movimiento feminista. Así los pacientes o víctimas eran casi siempre mujeres, y los agresores sexuales eran casi siempre hombres. Desde entonces, una nueva forma de denominación comenzó a ser ampliamente utilizada: uno no dice “paciente”, ni siquiera “víctima”, el significante correcto es: “sobreviviente”. Incluso si alguien como J. Herman cae en esa trampa en su libro “Trauma y recuperación”, la obligación para esta “corrección política” debe ser bastante fuerte. Irónicamente, en el mismo libro ella misma demuestra el hecho de que la discusión histórica sobre histeria y trauma es retomada actualmente bajo nuevos significantes, donde los desordenes borderline corresponden a la histeria y el estrés postraumático para las neurosis traumáticas. "L'histoire se répète", la historia se repite, especialmente en cuestiones de trauma.

Un segundo factor que agudiza las posteriores discusiones, tiene todo que ver con la situación típicamente americana, es decir, el sistema de seguros y su sistema jurídico. Sin entrar en detalles, podemos sostener que en los Estados Unidos la prueba ser de tipo “genuino”, es decir, una psicopatología basado en la realidad, es necesario para hacerse (¡ganador!) de un pago de seguro. Además de existir, una cierta clase de abogados especialistas en demandas por “mala práctica profesional”, y en este caso solo deben escoger el blanco: o demandan al agresor sexual, o demandan al terapeuta.

Hasta ahora, no tenemos esta situación en Europa. Mientras podemos conservar nuestra distancia, es más fácil para nosotros detectar y formular las preguntas éticas esenciales que se encuentran en la base de esta discusión, junto con sus respuestas, que traza líneas definitivas. La pregunta gira sobre la posición del paciente en torno a la situación traumática. O uno considera al paciente como mera víctima de un agente externo, que significa que él o ella requiere ser ayudado o sostenido; o uno considera que el paciente no solamente como víctima sino como alguien con un impacto en sí mismo, aunque sea solo de forma limitada de elección. La diferencia entre estas dos respuestas puede ser entendida como la diferencia entre el discurso del amo y el discurso psicoanalítico.

Si la discusión toma lugar dentro de un contexto “político”, más común que lo contrario, los pacientes serán considerados como víctimas y sobrevivientes. Dentro de un contexto clínico, por el contrario, los clínicos tienden a escoger la segunda opción. Así, tanto Judith Herman y James Chu enfatizan la necesidad de que exista distancia emocional, es decir, tomar distancia del rol sobreprotector. Herman considera que el quitarle responsabilidad al paciente, es uno de los principales errores terapéuticos. Chu concuerda cuando menciona que le corresponde a la responsabilidad del paciente el entender el qué y el cómo las cosas que le pasaron a él o ella, y mantiene el elemento de elección. Estas ideas tienen eco en las ideas freudianas originales en el llamado “Neurosenwahl”, la elección de la neurosis. Esto no es coincidencia, porque es justamente este el factor que hace posible la psicoterapia. Si uno se atiene a la primera respuesta, entonces termina en un completo determinismo y además de pesimismo terapéutico, incluso fatalismo: el paciente se ha convertido en lo que se tenía que convertir, debido a sus experiencias traumáticas. Si uno elige la segunda respuesta, entonces existe un elemento mínimo de elección y de implicación del sujeto, lo cual es precisamente la condición mínima para el cambio. Agreguemos el hecho de lo que sostiene Lacan como el “futuro anterior” en contraste al “tiempo pasado”: Yo seré lo que soy ahora a través de mi elección”, en lugar de: “yo soy lo que ya era”. Las elecciones ahora determinará el futuro del sujeto.

Hasta aquí con mi introducción, como un intento para resaltar el problema ético que subyace en el reciente debate sobre el trauma. La teoría de Freud resulta ser en este aspecto tanto más clínica como sutil de las que se encuentran en boga. En el resto de este artículo, quisiera elaborar esta teoría desde el punto de vista lacaniano.

Antes que nada, es importante recalcar que es imposible estudiar la teoría de Freud sobre el trauma de forma aislada. Uno tiene que tomar en cuenta por lo menos tres diferentes temas. El primero concierne a la discusión sobre el trauma versus la fantasía pero tiene que ser ligada la teoría de Freud en materia de etiología. El segundo tema versa en general sobre el funcionamiento psicológico y en lo particular sobre la función de la memoria, que lleva al corazón de la metapsicología freudiana. El tercer tema implica la meta de todo esto, es decir, la cuestión del tratamiento y sus fines.

Si uno estudia la teoría freudiana sobre el trauma desde estos tres puntos de vista – etiología, metapsicología y el fin del tratamiento – pronto se vuelve obvio que la teoría de Freud evolucionó constantemente. Solo existen tres ideas que se mantuvieron constantes. Primero, la característica más obvia del trauma se encuentra en el hecho de no poder ponerlo en palabras, el paciente no logra verbalizarlo. Segundo, el trauma siempre es de naturaleza sexual, aunque el significante “sexual” debe ser entendido como “relacionado a la pulsión”, “pulsional”, basado en la idea freudiana de “Trieb”, pulsión. Tercero, desde el punto de vista freudiano, un trauma siempre tiene que ver con un conflicto, y además con una defensa, más específicamente, con una defensa interna del sujeto.
Como siempre he dicho, la teoría freudiana es mucho más complicada de lo que usualmente se piensa. Si uno se detiene en una sola oración de una carta a Fliess, de septiembre de 1897, entonces podemos asumir que Freud dejó de creer en la etiología traumática. La oración dice lo siguiente: “Ich glaube an meine Neurotica nicht mehr”, ya no creo en mis neuróticas. Si uno toma en cuenta la teoría en general, entonces las cosas se vuelven más complicadas. Demostraré que Freud superará la pregunta inicial sobre si el evento traumático realmente pasó o no; elaborará una teoría en donde la sola idea de trauma recibe una posición estructural en el advenimiento de cualquier ser humano. Es obvio que el significado de trauma ha cambiado con esta nueva teoría. Esto se volverá más claro, si lo estudiamos desde le punto de vista lacaniano, con la categoría de lo Real.

Rastreemos los pasos de Freud. Antes de 1900, la pregunta de si el evento traumático realmente pasó o no, no molestaba a Freud. Su atención estaba dirigida a las diversas formas en cómo trata este trauma el aparato psíquico. Su primera teoría se encuentra basada en la psicología académica de su tiempo con Herbart y Wund como personajes principales. Basado en sus teorías, el definirá al factor traumático como un Erregungszuwachs, un incremento de excitación que no puede ser adecuadamente descargado por el sistema neuronal. El hecho de no poder ser descargado es causado por la forma típica en la cual el trauma es representado psicológicamente, esto es: por una llamada “representación anti-tética”, la cual es una representación que el paciente trata de sustraer de la conciencia; si el paciente lo logra, entonces la representación no puede ser verbalizada ni descargada y se vuelve patógena. En sus Estudios sobre la Histeria, Freud concluirá que estos bewustseinsunfähige Vorstellungen, estas representaciones que con incapaces de volverse concientes, forman el núcleo del complejo patógeno.

El punto importante de esta línea de pensamiento es la idea del conflicto: un trauma instala una división conflictual dentro de la psiqué; es esta idea de división o disociación que lleva a Freud a la idea de la división entre un sistema Conciente y un Inconsciente. El objetivo terapéutico en esa época es tanto para Freud como para Breuer la llamada catarsis. Por medio del uso del método hipno-catártico, el paciente es inducido a reproducir el complejo representacional inconsciente antitético. Si es exitoso, entonces se supone que el afecto que lo acompaña será liberado y descargado, que traerá como efecto que las representaciones inconscientes serán integradas en las asociaciones conscientes normales. Estas representaciones inconscientes se revelen casi siempre como teniendo un carácter visual, lo cual brinda a Freud la idea de que el tratamiento consiste en la verbalización de algo que obviamente no era verbal. De ahí el uso frecuente, durante los estudios de casos de ese tiempo, de las expresiones tales como Absprechen, Aussprechen, literalmente, poner en palabras (“to speak out”).

Como se dijo antes, en esa época, Freud no tiene duda alguna sobre lo genuino del trauma. Su principal preocupación consiste en el hecho de si los restos mnémicos del trauma no pueden ser verbalizados. Él no duda de la posibilidad de esta verbalización como tal; de hecho, los experimentos con hipnosis lo convencen del hecho de que tanto el completo recuerdo y la verbalización deben ser posibles. De cualquier forma, en su práctica clínica simplemente no podía hacer surgía esas últimas palabras; en lugar de producirse la verbalización final, sus pacientes seguían produciendo nuevas cadenas asociativas, llevándolo a una serie de traumas anteriores. Además, estos traumas son de naturaleza sexual, lo cual fue algo impactante para finales del siglo XIX.

En 1895, Freud sostiene que toda histeria se basa en la seducción sexual en la niñez, a la que el niño reacciona con lo que denomina como un “temor sexual presexual”. Freud no se adhiere a la indignación moral, sino que trata de entender como la psiqué reacciona a esta situación. Asume que el niño seducido no entiende que pasa en el momento de la escena misma, porque no posee las palabras correctas para ello. De ahí su extraña formulación: un temor sexual presexual. El hecho de la falta de palabras en el momento del trauma explica las dificultades en el proceso de recordar y la sucedánea imposibilidad de la descarga.

Además, durante su práctica clínica, Freud se encuentra con un elemento inesperado el cual abre una totalmente nueva dimensión, las fantasías de sus pacientes. Inicialmente, el considera a estas fantasías como un obstáculo, algo que se presenta en el camino, con el propósito de encubrir las memorias verdaderas de la cosa real. Pronto, descubre su función defensiva: las fantasías son intentos del niño por entender lo que no puede comprender, son construcciones defensivas. Citemos a Freud: “tales fantasías regularmente, a mi parecer, remiten a cosas que el los niños oyeron a una edad temprana y solo entienden después”. Esta cita proviene de una carta a Fliess, fechada el 6 de abril de 1897. El 2 de mayo, escribe: “las fantasías son producidas por cosas que fueron escuchadas pero entendidas subsecuentemente y todo su material es, desde luego, genuino. Son estructuras protectoras (…)”.

A partir de estas citas, queda claro que en esa época, Freud no piensa en términos de “o lo uno o lo otro”, o real o solo imaginario. Aún más: los dos, lo real y lo imaginario, se encuentran en una relación peculiar. Es el descubrimiento de esta relación lo que se perderá luego, a través de discusiones ingenuas en términos de “o lo uno o lo otro”: la fantasía es un intento de dar sentido a una parte del Real que se resiste al Simbólico. En ese momento, esa parte del Real es entendido por Freud como la escena de seducción, y es precisamente esa interpretación en la que dudó después. De cualquier forma, nunca dudó de la mencionada relación, lo único que cambiará es su opinión al respecto, la forma en cómo entiende la escena original.

En otras palabras, si aseguramos que Freud ha abandonado su teoría del trauma, esto no solo esta equivocado, sino que falseamos la historia, lo cual da a la discusión sobre estos temas una dirección completamente diferente. De hecho, esta interpretación falsa niega el interés de Freud en la relación entre la fantasía por un lado y cierta realidad por el otro. Es mucho más interesante el preguntarse el por qué Freud, en cierto momento, comienza a tener dudas sobre el contenido de esta realidad. Uso la palabra “duda” de forma explícita, debido a que nunca abandona la teoría del trauma como tal. Por el contrario, su lucha con ello continuará a través de toda su obra; al final y como resultado de esta lucha, reformulará el problema en otro nivel. Una de las razones por las que duda, tiene que ver con los cambios de enfoque con respecto al funcionamiento de la psiqué y las asociaciones del paciente. Para ser más específico: descubre el hecho de que es imposible marcar una diferencia entre la realidad y la fantasía en la historia del paciente. Este descubrimiento tendrá sus efectos en su teoría sobre la memoria.

Como antes en 1899, el cuestiona la idea de si somos capaces de realmente recordar algo, debido a que los recuerdos de la niñez siempre son construidos en un momento posterior, cuando otras cosas se han vuelto más importantes en comparación con lo vivido en la niñez. Una segunda razón para sus dudas tiene que ver con sus descubrimientos sobre la sexualidad infantil y la posibilidad del placer sexual en propio infante. Debe haber entonces alguna clase de conexión entre l trauma y/o la fantasía, pero para ese entonces, no la pudo encontrar. Freud regresa a su pregunta de sus Tres ensayos para una teoría sexual. Cuando elabora la forma en que la pulsión opera en los niños, produce una muy interesante definición de pulsión: “(una pulsión) en sí no posee cualidad alguna, sino que ha de considerarse sólo como una medida de demanda de trabajo para la vida anímica.” Freud interpreta el efecto de la pulsión como un aumento en la excitación y la tensión que amenaza con rebasar al yo (ego) en caso de que esta elaboración psicológica no tome lugar. Ahora, esta descripción no es nueva y encaja perfectamente con otra descripción, la primera que Freud formuló en 1916 sobre la idea de trauma. Cito: “la expresión «traumática» no tiene otro sentido que ese, el económico. La aplicamos a una vivencia que en un breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad de estímulo que su tramitación o finiquitación {Aufarbeitung} por las vías habituales y normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética”.

Si comparamos estas dos definiciones, encontramos una analogía marcada entre la pulsión y el concepto de trauma en Freud. Esto es, entre los efectos sobre la psiqué de una agencia externa, el trauma, y una supuestamente externa, el trauma. Además, en su correspondencia con Fliess, particularmente en el Manuscrito K, Freud ha descrito el origen de la histeria en términos de sobreexcitación, si tal fuera el caso, la fuente de esa sobreexcitación se considera como externa, es decir, de nuevo el trauma. En ambos casos, trauma y pulsión, existe una llamada Erregungszuwachs, un incremento en la tensión energética, la cual debe ser descargada. La forma terapéutica de descarga es la verbalización, ya que es el mejor camino psicológico de descarga. La falta de tal verbalización aumenta la ansiedad en particular y la psicopatología en general. En ambos casos, uno encuentra una situación de conflicto.

Es dentro de este conflicto que uno puede discernir dos formas diferentes, con una posible interacción posterior. La primera forma es general y además estructural, la segunda es particular y además accidental. La accidental es concerniente al trauma e en sentido normal de la palabra, por la cual el sujeto entra en conflicto por algo, o alguien, del mundo exterior. Este trauma y el resultante conflicto son accidentales, debido a que no debió haber sucedido. La forma general es concerniente a la pulsión, por el cual un conflicto interno toma lugar, es en si mismo ineludible, debido a que tiene que ver con todo lo que en esencia es humano y cultura. Esto nos lleva a una idea muy importante, a saber la idea de que la sexualidad humana contiene potencialmente el mismo efecto para el sujeto como el trauma externo, esto incluso en ausencia de cualquier elemento externo. Esto es lo que Freud formula en uno de sus manuscritos mandados a Fliess (Manuscrito K), donde sostiene que, cito “Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer; presente ella, puede dar vida a las percepciones de asco, prestar fuerza a la moral, etc.”. Tiempo después, regresará a esta idea en su ensayo El malestar en la cultura (1930).

Incluso actualmente, esta es un declaración que resulta sorpresiva, la cual nunca ha sido comprendida por los que abogan por la total libertad sexual. El mismo Freud lucha contra su esta idea, le tomará más de veinte años antes de estudiar esta fuente independiente de displacer. Y no es coincidencia que este ensayo lo devuelve a la idea misma de trauma y neurosis traumática. El título de otro de sus escritos habla por sí mismo: Más allá del principio de placer (1920).

El efecto de este estudio es que la controversia trauma-fantasía se reconsidera en otro nivel. Quisiera resumirlo de la siguiente forma. La pulsión en sí misma, independiente de cualquier trauma determinad externamente, tiene un efecto potencialmente traumatizante, al cual la psiqué tiene que emitir una respuesta, esto es, con una elaboración psicológica. Esta elaboración se lleva a cabo dentro y por la fantasía, la cual recibe por este camino una muy importante función. De esta forma, existe una perfecta analogía entre el sueño y la ensoñación diurna, no solo porque ambos presenten un deseo en realización, sino porque ambos tratan de proveer una elaboración representacional de algo que es muy difícil de representar. En La interpretación de los sueños (1900), Freud ya había concluido que el núcleo del sueño contiene algo que nunca podrá ser representado, y considera a ese núcleo como el centro de nuestro ser. Esta es la explicación de la neurosis histérica.

Además de este trauma determinado estructuralmente, el cual se presenta en todo ser humano, existe el trauma real accidental, causado por in agente externo. Este trauma entrará inevitablemente en interacción con el trauma estructural causado por la pulsión del propio sujeto. Aquí, la Histeria se transforma en neurosis traumática, pero la función de la fantasía continúa siendo la misma, digamos que elaborando en lo Imaginario lo que no puede encontrar respuesta adecuada en el Simbólico. En caso del trauma accidental, esta elaboración no es suficiente, la etiología real de la neurosis traumática también causa síntomas en lo real, siendo el fenómeno psicosomático y la auto – mutilación, los más conocidos.

La intervención de un trauma real sobre el trauma estructural causado por la pulsión del sujeto, abre la posibilidad de una línea de defensa particular, es decir: que el conflicto interno original es al menos parcialmente exteriorizado, proyectado. Esto puede ser generalizado: todo sujeto intenta proyectar este conflicto interno, incluso donde no existe trauma externo. De hecho, uno no puede escapar de una situación de conflicto interno, y esa es la razón de su proyección. Este es el mecanismo que se encuentra en la base de, por ejemplo, la fobia. Esto explica nuestras ideas iniciales sobre los juicios de valor subyacentes y las dificultades de reconocer la propia implicación en cuestiones de psicopatología. La culpa y la ansiedad deben ser evitadas.

De cualquier forma, de aquí en adelante, nos confrontamos con una pregunta doble. Primero, ¿cómo opera esta función defensiva de la fantasía? Segundo, ¿Cómo es que la pulsión, que tiene que ver con el placer y la satisfacción, implica un factor intrínsecamente traumático? En su elaboración de estas dos preguntas, la atención de Freud sobre el trauma determinado externamente irá empequeñeciéndose, e, inversamente, su interés sobre el conflicto interno se hará más importante cada vez.

La forma de desarrollar su teoría, implicará una nueva idea sobre el fin y el objetivo del tratamiento. En su período previo, el objetivo era relativamente simple: el paciente debe poner su historia traumática en palabras, especialmente esas partes que fueron olvidadas, es decir, reprimidas por la operación de los mecanismos de defensa. Este proceso de recuperación de la memoria tenía que ser tan completo como fuera posible, siendo la última palabra el máximo objetivo. Sin embargo, después del descubrimiento de Freud sobre la sexualidad infantil y sus fantasías corolarias, esta concepción ya no es aceptable. El cambio en materia del objetivo del tratamiento se vuelve obvio en un famoso escrito de 1914, titulado: Recordar, repetir y Reelaborar.

Este escrito quebranta la importancia psicoanalítica del proceso de recordar casi por completo, con el resultado de que la idea de recordar como objetivo terapéutico, desaparece al mismo tiempo. En lugar de eso, la cura analítica apunta ahora al advenimiento conciente de material que siempre ha sido inconsciente, y que nunca pudo ser olvidado en primer lugar. En este escrito, Freud denomina este factor como las fantasías inconscientes que determina obviamente esencia de la neurosis de alguien. Además, agrega que este advenimiento al conciente no es suficiente como objetivo terapéutico, debe ser seguido de un proceso llamado Durcharbeiten, reelaboración, el cual brinda al tratamiento un fin completamente diferente. Medio siglo después, Lacan reformulará las misma ideas con su “trasversión de la fantasía”, como el fin último del tratamiento analítico. No es coincidencia que Freud descubra en el mismo artículo la compulsión a la repetición, la Wiederholungszwang, que difiere de la repetición “normal”. La elaboración llevará algunos seis años.

A partir de este punto, la fantasía se vuelve el centro del tratamiento. La pregunta inicial – sobre si la etiología es real o no – ha desaparecido, y en lugar de eso, la idea de la fantasía debe ser entendida como el rasgo más característico del sujeto. De hecho, determina la forma en la cual los modelos del sujeto, representan y además se las arreglan con su pulsión. Mientras tanto, la fantasía se ha convertido en un concepto, denota un típico complejo de construcciones de representaciones que determinan la realidad psicológica del sujeto. Desde el punto de vista lacaniano, la fantasía no es la contraparte de la realidad, por el contrario, es precisamente lo que modela lo Real.

Esta teoría puede ser leída ya en Freud, aunque es solo en Lacan que encuentra su forma final. Resumida, esta teoría lacaniana dice lo siguiente: la pulsión es Real – traumático en esos momentos cuando el sujeto no dispone de los significantes adecuados para lidiar con los impulsos. Desde un punto de vista estructural, este es el caso de todo sujeto, debido al Orden Simbólico, que siendo un sistema basado en el significante fálico, carece de los significantes para tres aspectos del Real. Estos tres aspectos conciernen a la feminidad, la paternidad y la relación sexual. Tradicionalmente, estos son expresados por una serie de frases alternas, por ejemplo, Das ewig Weibliche, lo eterno femenino; Pater semper incertuus est, mientras que la madre es “certissima” («El padre es siempre incierto, la madre es certísima», antigua fórmula jurídica descrita en La novela familiar de los neuróticos, S. Freud, 1909), y Post coïtum omne animal tristum est (omne animal post coitum triste, mencionado por Freud en el Manuscrito F, 1894), Todo animal está triste después del coito. En estos temas, el orden simbólico no nos brinda una adecuada respuesta, por lo que cada sujeto tiene que manejarlos en el Orden Imaginario. Estas respuestas imaginarias determinarán la forma sobre como el sujeto se las arregla con toda problemática concerniente a la identidad sexual y la relación sexual.

En otras palabras: las fantasías del sujeto, siendo esas respuestas imaginarias – determinarán la forma en cómo alguien entra, incluso construye su mundo subjetivo.

La teoría estructural de Lacan ha conquistado el mundo analítico con una serie de slogans. Los tres aspectos del Real para los cuales el Orden Simbólico no brinda una respuesta adecuada, fueron promovidos por frases pegajosas o inquietantes, como: La Femme n'existe pas, La Mujer no existe, L'Autre de l'Autre n'existe pas, El Otro del Otro no existe, Il n'y a pas de rapport sexuel, La relación sexual no existe. Los efectos públicos o la histeria los sacan de su contexto estructural (como un periódico italiano que anunció que las mujeres no existen para Lacan) y del hecho de que el mismo razonamiento puede ser estudiado en la teoría de Freud. Por ejemplo, Freud escribe que todo niño, impulsado por su propio desarrollo sexual, se enfrenta con tres preguntas inevitables: el género de su madre y el de las mujeres en general, el papel que juega el padre y la relación sexual entre los padres. Cada niño construirá respuestas por si mismo, lo cual traerá consigo muy particulares construcciones, las llamadas teorías sexuales infantiles con el tiempo se producen contenidos pre-genitales imaginarios, focalizándose en el falo o en la madre castrada, el padre primordial o la escena primordial. Estas llamadas “teorías” son consideradas por Freud como los iniciadores de algo más, algo que se convierte cada vez más en el interés de Freud, tanto desde el punto de vista conceptual y terapéutico. Estas son las fantasías primordiales, construcciones necesarias para cada sujeto como respuesta a esos tres misteriosos aspectos de lo real. Para Freud, estas construcciones determinan la forma particular de la neurosis de alguien.

Hasta este momento, he acentuado las semejanzas entre la teoría freudiana y la lacaniana en estos temas, las lacanianas en la teoría de Freud. La gran diferencia se encuentra en el hecho de que, mientras uno se quede con Freud, puede tener la idea, la ilusión, de que existe una respuesta correcta, una construcción correcta. El fin terapéutico es entonces analizar la respuesta errónea, la construcción errónea y remplazarla por las correctas. Con Lacan, no existe tal respuesta correcta, la confrontación con el genero, la pulsión y la sexualidad son considerados por el como une rencontre toujours manquée, un encuentro siempre fallido. Esto tiene que ver con las cuestiones más importantes sobre la pulsión y la experiencia de satisfacción, y es sobre estos temas que volteamos nuestra atención ahora.

Antes de 1915, aproximadamente, Freud concibe un principio de placer demasiado unidimensional. Placer y la satisfacción que puede ser obtenida a partir de la pulsión, son causados por un proceso de descarga. Para hacer esto posible, hay una condición típica: la energía sexual tiene que estar ligada a complejos de representaciones, estos son, significantes. Esta conexión con palabras es muy importante para Freud, debido a que provee la plataforma por la que la elaboración psicológica lo hace posible. En caso de que falte esta conexión y la elaboración falle, entonces el paciente desarrolla un llamada “neurosis actual”, con ansiedad como síntoma central. La psicopatología en general y la histeria en lo particular tienen que ver con una conexión errónea, lo que Freud denomina como una falsche Verknüpfung, un “falso enlace” – piénsese en la fobia – causado por el conflicto entre el deseo y la prohibición. A partir de este falso enlace, tanto la descarga como la experiencia de satisfacción se vuelven imposibles, y el paciente desarrolla una psiconeurosis, que le sigue a la inicial neurosis actual. El tratamiento tiene que repara la conexión correcta, utilizando la asociación libre y el proceso de la interpretación, a través de los cuales la verbalización y la descarga se hacen posibles de nuevo.

Esta teoría y su tratamiento resultante son algo coherentes, solo existe una falla en esto: no funciona. La verbalización final, la última palabra que sigue faltando con las pacientes histéricas, parece como su ellas necesitaran seguir produciendo significantes dando vueltas alrededor de un núcleo que nunca pude ser expresado en palabras cabalmente. Además, el principio de placer falla al final. Más aún, en la práctica clínica, Freud tuvo que reconocer el hecho de que un numero de pacientes tiende a repetir cosas la cuales les produce mucho displacer. Veinte años después, de nuevo se ve confrontado con las neurosis traumáticas, y especialmente con neurosis de guerra.

La pregunta más importante, a la luz del principio de placer, es: ¿por qué es que las victimas de neurosis traumáticas tiene que repetir una y otra vez el trauma original, aunque siempre de forma fragmentaria? En Más allá del principio de placer (1920), Freud presenta una explicación utilizando una vieja idea, la Wiederholungszwang, la compulsión a la repetición. Esta compulsión debe ser entendida como un intento insistente del aparato psíquico de conectar lo traumático con significantes. Este proceso de conexión es necesario para la descarga y la posterior catarsis. La característica principal del trauma reside precisamente en la ausencia de esta conexión con los significantes, lo que implica al mismo tiempo que esta elaboración psicológica permanezca imposible.

Así recuperamos nuestra definición operacional del trauma desde el punto de vista freudiano. Un trauma es un elemento del Real que no puede ser puesto en palabras, además de imposibilitar la descarga normal. Durante su estudio sobre neurosis de guerra, Freud agrega otra peculiaridad: un trauma tiene menos impacto en alguien que ha sido herido físicamente. Aparecen entonces las heridas físicas como analogías de la descarga verbal. El mismo mecanismo puede encontrarse de manera trágica en pacientes con historia traumática. De hecho, algunos de ellos se producen heridas físicas, y su automutilación puede considerarse un intento de descarga de tensión.

Si uno acepta esta definición de trauma, nos enfrentamos con la pregunta sobre la procedencia de esta imposibilidad de verbalización. Desde un punto de vista terapéutico, quizá esta es la pregunta más importante, ya que la respuesta a esta pregunta determina la forma en cómo se conduce el tratamiento. Existen diversas hipótesis posibles, por ejemplo, la intensidad del estímulo traumático, su carácter inesperado que toma al paciente de sorpresa y sin estar preparado; o, en el caso de los niños, el hecho de que su aparato psíquico no se encuentra desarrollado todavía, etc. Como ya se ha mencionado, Lacan explicará esto desde un punto de vista estructural: algo aparece más allá del orden simbólico, más allá del principio de placer, debido a que es diferente, incluso extraño. Una de sus más bizarras características, además de la imposibilidad de verbalización, reside en el hecho de que produce una extraña forma de placer, extraña porque difiere de la forma del placer fálico que brinda el principio de placer y el orden simbólico.

Sobre esto, Freud condescendientemente replantea su principio de placer uni-dimensional y la complementaria teoría sobre la pulsión. Una ocurrencia de veinte años atrás reaparece: existe una fuente de displacer dentro de la misma sexualidad, existe una antinomia interna a trabajar. Es aquí donde encontramos la dificultad freudiana y nunca completamente aceptada teoría sobre la pulsión de muerte, Thanatos, opuesta a Eros, la pulsión de vida. Una de las pulsiones sigue el principio de placer, se encuentra conectado a los significantes lo que quiere decir que puede ser descargado; la otra pulsión se encuentra situada en un más allá no-verbal, no-fálico, no-descargable, literalmente operando en silencio. Contiene otra clase de placer – “placer” no es probablemente la palabra adecuada – que pertenece al orden del Real. En opinión de Freud, normalmente estas dos pulsiones trabajan juntas en lo que él llama Triebmischung, la fusión de las pulsiones. Considera que esta pulsión doble es un hecho ontológico que no puede explicarse en sí mismo, pero que puede usarse como axioma explicativo a partir de los datos clínicos.

Esta teoría será tomada por Lacan en su seminario Encore (Aún), donde elabora la contradicción entre el principio de placer fálico-simbólico y el placer resultante por un lado contra la otra jouissance, no-fálica, que se encuentra más allá de la dimensión del significante por el otro lado. Así como Freud, situará al primero del lado masculino. De hecho, para Freud, solo existe libido masculina. La otra, más misteriosa, se encuentra situada del lado femenino. Mientras, masculinidad y feminidad ya no pueden ser reducidas a su interpretación biológica. Deben ser entendidas como una posición elegida por los sujetos en torno a la falta determinada estructuralmente.

No es necesario mencionar que esta es una teoría altamente abstracta. Sin embargo, existen algunas repercusiones clínicas muy importantes, con las que quisiera terminar. Tanto la histeria como las neurosis traumáticas son causadas por una repentina y no descargable acumulación de tensión. En la histeria, esta acumulación viene internamente, y es causada por la propia pulsión del sujeto. En las neurosis traumáticas, la fuente es externa, que se junta con la previa, la interna. Esto implica que tanto en la histeria como las neurosis traumáticas se sostienen en una cierta relación entre ellas. La histeria comienza a partir de una falta determinada estructuralmente por el aparato psíquico, debido a una cierta jouissance[2] (Lacan) proveniente de una cierta pulsión (Freud) no se puede ligar a significantes, permanece fuera del orden fálico simbólico. La neurosis traumática llegan al punto máximo de este conflicto, y conlleva una extraña interacción con el conflicto interno, solo recordemos el fenómeno de la automutilación o la compulsión a la repetición. Esto extraño tiene que ver con el hecho de que algo dentro del paciente goza, en contra del deseo consciente del paciente. Este goce (jouissance) se encuentra más allá del principio de placer y es literalmente incomprensible. El ingenuo consejero benevolente que desea liberar a sus “sobrevivientes” de sus traumas, encontrará tarde que temprano este hecho, y no sabrá qué hacer con eso. Generalmente, nadie sabe qué hacer con eso, incluso actualmente, la mayoría de las teorías se encuentran basadas en el principio del placer, esto es, en la idea de que todo ser humano funciona de esa forma. El trauma demuestra de forma dolorosa que ese no es el caso, que existe un más allá.

Esto es lo más asombroso del trauma, y probablemente el aspecto más traumático del mismo trauma, la experiencia de que el cuerpo goce con la situación, una clase de goce ante la cual el sujeto se disuelve en horror. Además, vía el espejeo, este goce tiene un extraño efecto también en el terapeuta, basta pensar en la relación entre Kart y su “liberador” en “Apocalipsis ahora” de Coppola (o en “el Corazón de la oscuridad” de Conrad, si prefieren leerlo).

El tratamiento, cada tratamiento tiene el mismo fin como la compulsión a la repetición, y este es: abarcar esta experiencia inexpresable poniéndola en palabras. Existe una gran diferencia con la compulsión a la repetición: durante el tratamiento, este proceso de simbolización toma lugar dentro de la relación transferencial. Es precisamente este aspecto que decidirá los efectos terapéuticos.
En final, tenemos que admitir que nos encontramos con algo que no entendemos. En lugar de producir respuestas apresuradas -- Gardez-vous de comprendre, cuídese de comprender --, considero que es mucho más interesante formular una serie de preguntas.

¿Cómo comprender el hecho de que una descarga de tensión por el habla y una descarga por heridas físicas, producen más o menos el mismo efecto? La práctica clínica con las neurosis de guerra nos muestra que los soldados heridos son menos propensos a desarrollar una neurosis traumática que sus colegas no heridos en la guerra. La práctica clínica con desordenes por estrés post-traumático demuestra que los pacientes utilizan este método de descarga por medio de la automutilación. Además, en ambos casos, la herida debe ser sangrante, el dolor por si solo no es suficiente.

¿Cómo entender el marcado efecto de la escansión, la cual ha sido encontrada en una serie de reacciones auto-protectoras en pacientes, por ejemplo, el balanceo típico, los movimientos rítmicos? La combinación entre estos fenómenos físicos y el orden simbólico, el cual es esencialmente rítmico, orden de escansión, puede encontrarse de forma notable. Me refiero al movimiento de la música RAP, cuyas raíces se remontan a los veteranos negros de la guerra de Vietnam, que elaboraron sus experiencias traumáticas en sesiones grupales. Esta es la elaboración que trajo el nacimiento del RAP, el cual sirve, para mí, como un muy especial intento de regular el goce, la jouissance; muy especial precisamente a que es la combinación entre el ritmo físico y el orden Simbólico como tal.

¿Cómo entender la eficacia de los grupos en tratamiento por neurosis traumáticas, especialmente la eficacia de los grupos de autoayuda? ¿Es un mero efecto de reconocimiento mutuo, o va mucho más allá? ¿Pudiera ser que el grupo es necesario para desarrollar una simbolización, ya que cada lenguaje de simbolización requiere la convención de un grupo?

Estas preguntas son mucho más importantes que las ingenuas discusiones sobre el trauma y la fantasía de mi introducción.

[1] Título original: "Trauma and hysteria within Freud and Lacan", En: The Letter, Lacanian Perspectives on Psychoanalysis, Otoño, 1998, nr.14, pp. 87-105. Traducción por Héctor Mendoza.

[2] La traducción que se ha dado en castellano a “jouissance” ha sido “Goce”.