viernes, agosto 29, 2008


Eros y Psiqué
Una interpretación psicoanalítica

«El paciente se ve compelido a renunciar a sus resistencias por amor a nosotros. Nuestros tratamientos son tratamientos por el amor»,
Sigmund Freud en una «reunión de los miércoles», el 30 de enero de 1907



El tema del amor no le es ajeno al psicoanalista. Ya la cita de Freud con la que abrimos lo delata. Fantasía, sueños, transferencia, inconsciente; todos ellos son efectos del encuentro con el amor.

El presente escrito es un análisis del mito del amor, son unas palabras de amor psicoanalítico desde dos fuentes artísticas: el mito del encuentro entre Eros y Psique (El Amor y el Alma) y la experiencia desde el arte con respecto a las condiciones del amor, que vuelven a aventarnos a la cara a los psicoanalistas el saber presente al cual es requerido prestar atención.

¿Por qué recurrir a los mitos y los artistas para abordar el tema del amor? Freud nos recuerda las condiciones de los poetas al respecto:

“Hasta ahora hemos dejado en manos de los poetas pintarnos las «condiciones de amor» bajo las cuales los seres humanos eligen su objeto y el modo en que ellos concilian los requerimientos de su fantasía con la realidad. Es cierto que los poetas poseen muchas cualidades que los habilitan para dar cima a esa tarea, sobre todo la sensibilidad para percibir en otras personas mociones anímicas escondidas, y la osadía de dejar hablar en voz alta a su propio inconsciente.” [1]

Así, iremos de la mano del mito y del arte para seguir las pistas del amor.

Eros, Psique y un Asno

Eros y Psique son los protagonistas de una de las historias de amor más famosas de la mitología griega. Múltiples pinturas y esculturas han sido inspiradas por el idílico encuentro entre el dios Amor -Eros en griego, Cupido para los romanos- y la bella Psique o Psiquis. Ante este hecho, resulta entendible la sorpresa de Jacques Lacan cuando reconoce en su clase del 12 de abril de 1961, durante su seminario dedicado ese año a La Transferencia, el hecho de solo conocerse la historia “a través de un único texto, que se encuentra en El asno de oro de Apuleyo.” Siguiendo esta referencia, dejemos que sea el propio Lacan el que nos recuerde de qué trata la historia:


“El asno de oro cuenta la horrible historia del rapto de una joven, acompañado de las amenazas más terroríficas a las que ésta se ve expuesta en compañía del asno, que es quien en esta novela habla en primera persona. Y, en un intermedio incluido en esta aventura de gusto muy picante, una vieja, para distraer un momento a la chica en cuestión, la secuestrada, le cuenta extensamente la historia de Eros y Psique.”[2]

Para seguir con un mito es necesario tomar en serio al mismo, es decir, es su propia condición de mito. Así como Edipo, Narciso y Pan han sido lugares donde el psicoanalista adquiere distintos saberes, precisemos que eso será posible dependiendo de la manera en como tomamos la condición del mito. ¿A qué nos referimos con esto? Freud advierte una relación entre los síntomas neuróticos, las diversas formaciones del inconsciente y los mitos:

“La indagación psicoanalítica de las neurosis (diversas formas de nerviosidad por condicionamiento anímico) se ha empeñado en descubrir el nexo de estas perturbaciones con la vida pulsional, con los perjuicios que a esta infligen los reclamos de la cultura, con la actividad fantaseadora y onírica del individuo normal y con las creaciones del alma de los pueblos en la religión, el mito y los cuentos tradicionales.”[3]

En el análisis que emprende Lacan el mencionado 12 de Abril nos recuerda que lo hace siendo su referencia lo presentado por Claude Levi Strauss en su artículo de 1955 “The Structural Study of the Myth”, en donde muestra un método y una serie de consideraciones previas al analizar un mito.

Empecemos con las consideraciones de Levi Strauss para aplicarlas al contexto de Eros y Psiqué:

“Resumamos ahora las condiciones provisionales alcanzadas. Son tres: 1) Si los mitos tienen un sentido, éste no puede depender de los elementos aislados que entran en su composición, sino de la manera en que estos elementos se encuentran combinados. 2) El mito pertenece al orden del lenguaje, del cual forma parte integrante; con todo, el lenguaje, tal como se lo utiliza en el mito, manifiesta propiedades específicas. 3) Estas propiedades sólo pueden ser buscadas por encima del nivel habitual de la expresión lingüística; dicho de otra manera, son de naturaleza más compleja que aquellas que se encuentran en una expresión lingüística cualquiera.”[4]

La interpretación del mito llevará los trazos de leer la estructura de la metáfora. Levi Strauss nos advierte de los errores comunes al analizar un mito, que es el mismo de la clínica de los síntomas, las causas reales que lo propiciaron. Levi Strauss dirá:

“El mito se define también por un sistema temporal, que combina las propiedades de los otros dos (la lengua y el habla). Un mito se refiere siempre a acontecimientos pasados: “antes de la creación del mundo” o “durante las primeras edades” o en todo caso “hace mucho tiempo”. Pero el valor intrínseco atribuido en un momento del tiempo, forman también una estructura permanente. Ella se refiere simultáneamente al pasado, al presente y al futuro.”[5]

Preguntarse sobre el origen del mito y ligarlo a un momento específico del tiempo es tan infructuoso como la pregunta “¿Por qué la silla se llama silla? ¿Desde cuando?”. Entonces debemos detenernos que la sentencia del “antes de la creación del mundo” solo hace relación a la creación, la origen, de lo que trate el mito.

Empecemos con nuestro mito en cuestión, Eros y Psiqué. Lacan se aproxima así:

“La temática de la cual se trata, no es aquella de la pareja hombre - mujer: se trata de las relaciones entre el alma y el deseo.” [6]

Eros y Psique, la relación entre Amor y Alma. Lacan apunta al deseo recordando que Eros, Cupido no es el dios del amor de “manita sudada” sino del amor erótico, sensual, entre un hombre y una mujer. El amor al arte, a la guerra, a los padres, a la naturaleza, etc.; serán potestad de otros dioses. Prueba de ello fue la tendencia desde el siglo XVII, hasta hace no poco tiempo, de que el mito de Eros y Psiqué fuera EL tema para una boda. Así surge la costumbre de regalar con motivo de un enlace matrimonial algo (imágenes, esculturas, poemas) alusivo a Eros y Psiqué.

Siguiendo lo que hemos dicho, ¿Qué origen trata este mito? ¿Cuál es el tema de creación en esta historia? Podemos empezar yendo al relato de Apuleyo:

“Historia de Psiquis y Amor

- Había una vez en cierto país un rey y una reina que tenían tres hijas; las tres muy bellas. Pero las dos mayores, aunque de gran hermosura, no obstante, se creía que podían ser elogiadas con palabras humanas; pero la menor era de una perfección tan peregrina y maravillosa, que las palabras humanas faltaban para expresarlo y para hablar de ella dignamente.”
[7]

La historia es entonces de Psiquis. No es la creación o el nacimiento de Eros. Nos presentan a Psiquis, es la respuesta a la pregunta ¿cómo ama el Alma? O ¿Cómo se instala el amor en el Alma?

Para seguir con nuestro análisis recordemos de nuevo al maestro Levi Strauss:

“Si se admiten estos tres puntos (supra), aunque solo sea título de hipótesis de trabajo, se siguen dos consecuencias muy importantes: 1) como toda entidad lingüística, el mito está formado por unidades constitutivas; 2) estas unidades constitutivas implican la presencia de aquellas que normalmente intervienen en la estructura de la lengua, a saber, los fonemas, morfemas y semantemas… Por esta razón, a los elementos propios del mito los llamaremos: unidades constitutivas mayores.
¿Cómo se procederá a reconocer y aislar estas grandes unidades constitutivas o mitemas?...
Hasta el momento hemos utilizado la técnica siguiente: cada mito es analizado en forma independiente, buscando traducir la sucesión de los acontecimientos por medio de las frases más cortas posibles.”
[8]

Levi Strauss propone que los mitemas sean frases cortas. No deja de resonarme esta propuesta a la estructura de los chistes. Pueden existir variaciones en la forma de contar un chiste; gracia, cadencia, regionalismos, etc. Pero para que el chiste funcione se requiere respetar dos elementos básicos, su relación con la lengua natal de a quien se le cuenta y el relator del chiste, y las unidades básicas del chiste: presentación, nudo y cambio de sentido. La imagen que se nos impone son los chistes con los tres actos formales.

Tomemos como demostración una serie de ejemplos, pidiendo disculpas de antemano por lo vulgar de su contenido (prefiriendo mejor pedir perdón que pedir permiso) pero enalteciendo su sentido probatorio de la relación entre el chiste y el inconsciente, donde la mayor expresión es el albur mexicano.

1. Un niño llega con su mamá y le dice “Mamá, en la escuela hay un niño que me dice que soy joto”.
2. La mamá pregunta “Y ¿por qué no le pegas?”
3. El niño contesta “¡No! ¡es que está tan guapo!”

1. Un niño llega con su mamá y le dice “Mamá, mamá en la escuela me dicen el aeromoza”.
2. La mamá pregunta “¿Quiénes te andan diciendo así?”
3. El niño contesta indicando con los brazos “Los dos al frente, dos a los lados y dos atrás”

1. Una niña llega con su mamá y le dice “Mamá, mamá, mi hermanito tiene la pipí como cacahuate”.
2. “¿Cómo? ¿chiquita?” Pregunta la mamá.
3. A lo que la niña responde “¡No!, ¡saladita!”.

1. Estaban dos compadres en una cantina. Uno le dice al otro “¡Compadre!” dice una con una botella de tequila en la mano.
2. “¡Vamos a mamarnosla toda!”
3. Responde el otro, “Y la botella ¿‘pa qué es? ¿’pa agarrar valor?


Lo interesante es la estructura de tres actos, incluso más que el contenido que adquiere sentido solo como parte de una triada, prueba de ello es el siguiente chiste donde el contenido no cambia solo hasta el final.

Primer acto: Sale el diablo con diarrea.
Segundo acto: Vuelve a salir el diablo con diarrea.
Tercer acto: Vuelve a salir el diablo con diarrea.
¿Cómo se llamó la obra?: El Diablo anda suelto.

Primer acto: Sale un Árbol con una pistola semiautomática
Segundo acto: Sale el Árbol con una ametralladora AK-47
Tercer acto: Vuelve a salir el Árbol pero ahora con una bazuca.
¿Cómo se llamó la obra?: Árbol Schwarzenegger


Los tres actos, la tercera lacaniana, los tres registros que anudan y presentan el síntoma y su sujeto. Lo interesante en nuestro caso, el de Psiquis y su Amor, es que se cuenta en tres partes. Se narra esta historia al final del libro IV “Psiquis y Amor”, El libro V se llama “Continua la historia de Psiquis y Amor; concluyendo en el libro VI “Termina la historia de Psiquis y Amor”. [9]

El primer acto introduce los personajes. La protagonista del relato es Psiquis. La historia de Apuleyo comienza con la presentación de Psiquis y su adoración por parte del pueblo debido a su belleza. Apuleyo dirá: “Todos… la veneraban, absolutamente como si hubiese sido la misma Venus”[10]. Lo anterior es bellamente ilustrado por Luca Giordano (Figura 1) completando el mitema. Al enterarse Venus dijo “Yo haré que se arrepienta también de su ilícita hermosura.”[11]


Continua la historia “Y al instante llama (Venus) a su hijo, aquel alado y bastante temerario… Le conduce asimismo a aquella ciudad y le pone ante sus ojos a Psiquis – pues este es el nombre de la doncella -… le dice “Yo te ruego, por los lazos de amor que te unen a mi… que esta virgen se vea presa de un apasionado amor por un hombre, el peor de todos…””.

Volvamos con la protagonista. Psiquis empieza como la más bella mortal pero sufre por ello. Como cualquier mujer de belleza inenarrable y extraordinaria sabe, esa máxima bendición es una maldición en el amor. La pobre Psiquis sufre así: “Psiquis, condenada al celibato, permanecía en la casa de sus padres, llora su soledad y abandono, enferma de cuerpo y herida en el alma, y odia en ella la beldad, aunque tiene complacidos a todos los pueblos”. Así, Psiquis se nos rebela como la historia de “la bella más fea”.

Lacan resume así nuestro primer mitema: “En el comienzo, Psykhé es considerada tan bella como Venus. Por una persecución de los dioses, ella es expuesta a un monstruo en la cima de una roca… Eros, seducido por ella, la rapta y la instala en un lugar de profundo ocultamiento, donde ella goza de la felicidad de los dioses.”.[12] La siguiente imagen de Maurice Denis (Figura 2) muestra este momento donde Eros toma a Psiquis, podemos reconocerlo y diferenciarla de otras donde Eros y Psiquis vuelan, debido a que Psiquis todavía no “se hace” de sus alas.




Segundo Mitema: El encuentro con el Amor

El segundo mitema de esta historia es el nudo, es la complicación de la historia. Si nos quedáramos ahí, solo sabríamos que Psiquis goza de los dioses. Psiquis es llevada a un castillo donde es atendida por siervos, “después de estos placeres, viendo que anochecía, Psiquis se retira para descansar… Ya se presenta el marido desconocido, había ocupado su sitio en el lecho, había hecho a Psiquis su esposa y antes del amanecer había partido apresuradamente”. Al poco tiempo Psiquis comienza a extrañar a sus padres y hermanas, así que ruega a su marido poder verlas. “De este modo, aquél concedió el permiso a su joven esposa ante sus ruegos y, además, permitió que les diera cuanto oro y aderezos quisiera. Pero, al mismo tiempo, la previno y varias veces la atemorizó para que no intentara ver la figura de su esposo, si alguna vez fuera persuadida por el pernicioso consejo de sus hermanas, y para que la sacrílega curiosidad no la precipite de la cumbre de su felicidad a un abismo de males y no la prive de sus abrazos.
Dio gracias a su esposo y, ya más gozosa, dijo: “Pero antes morir cien veces que carecer de esta dulcísimo unión contigo. Yo te amo, y apasionadamente; cualquiera que seas, te amo como a mi misma vida, y no te comparo ni con el mismo Cupido””.

En esta primera parte del segundo mitema se encuentra lo más interesante de la historia, podríamos decir, la aportación griega sobre el saber del encuentro con el amor. ¿Por qué Eros es el marido de Psiqué? Y ¿Por qué la desposó como su mujer? Lacan menciona al respecto solo que “Eros (es) seducido por ella”, sin embargo no existe pasaje alguno en Apuleyo que mencione tal cosa. En otros lugares se dice que Eros al intentar clavar sus flecha de amor maldito en Psiquis se le ha caído accidentalmente y se ha pinchado el mismo quedando siervo de su propio maleficio de amor. Freud podría decir que en verdad Psiquis era el vivo retrato terrenal de Venus y, debido a clisés edípicos, Eros se ha enamorado. Jugamos con las suposiciones pero advertimos las grandes licencias que tendríamos que tomar, propongamos algo más subversivo, ser conservadores; es decir, mantener la historia así como está. Eros no hizo otra cosa que el mandato materno, Hacer que Psiquis se enamorara “del peor de todos”. ¿Cuál es el peor de todos los amores? El dios del Amor; eso, solo podrá traer desgracia.

Todavía falta lo que más inquieta de esta historia ¿Por qué Psiquis no puede ver el rostro de su marido? ¿Por qué prohíbe Eros que ella contemple al más bello de todos los dioses? ¿Por qué no puede el Alma ver el directamente al Amor? Este el punto donde Lacan remite al concepto de la castración. Recordemos que el nombre de la clase es “Psique y el complejo de castración”. Sin embargo, para entender esta clase, debimos haber asistido a las anteriores, de perdido, a la anterior, un paso atrás. Como en el T.A.T. tenemos la imagen de Zucci, Lacan la describe en la clase del 12 de abril y nos habla de la castración. Pero para entenderlo tenemos que escuchar lo que nos dice que pasó antes, en la clase del 22 de Marzo de 1961, llamada “Oral, Anal, Genital”.[13] Volveremos a este punto después de seguir con el segundo mitema de Psiquis y Amor.

Bien sabemos lo que trae consigo una prohibición y recomendaciones entre una pareja de un drama romántico, la fatalidad. Como cuando el oráculo contesta a la madre de Narciso que su hijo tendrá una larga vida si es que nunca se conoce, el lector sabe que por ahí va el problema de la historia.

Psiquis, convencida por sus envidiosas hermanas (¿o hermanastras?) de que su marido es en realidad una serpiente que terminará por devorarla (de mala manera) sigue sus consejos de hacerse de una lámpara de aceite y una navaja para sorprenderlo y matarlo.

“Había llegado la noche, había llegado el esposo y, emprendidos los combates de Venus, se habían quedado dormidos profundamente. Entonces Psiquis, que sentía desfallecer su alma y su cuerpo al mismo tiempo, se ve reanimada por la implacable fatalidad y, cogiendo la linterna y la navaja, la audacia cambió el sexo. Pero tan pronto como la luz le alumbro al misterioso lecho, ve a la más dulce y mansa de las fieras, a aquel hermoso dios Cupido, que reposa en un bello abandono…
Así, Psiquis, sin saberlo, ella misma se rinde amorosa al Amor y acaba presa de una pasión…Pero mientras… dejó caer desde lo alto de su luz una gota de su aceite hirviendo sobre el hombro derecho del dios…
Así, abrasado, despertó sobresaltado el dios y, viendo que su secreto había sido traicionado injuriosamente, sin decir una palabra huyó en seguida volando, de la vista y de los brazos de su desdichadísima amada.”
[14]

Este ultimo pasaje es el más enigmático y el más importante de la historia, prueba de ello son las diversas representaciones artísticas lo enaltecen metonímicamnte, es decir, esa parte de la historia la condensa. [15]


¿Por qué el Alma no puede ver al Amor al rostro? Podemos lanzar diversas interpretaciones. La filosófica dirá que algo inherente al Amor es el desconocimiento; Lacan desde la perspectiva psicoanalítica nos habla de la castración. Siguiendo los pasos de la historia podríamos jugar con la hipótesis del “rockstar”. Amor, al saberse el más bello de los dioses, quiere que “lo amen por lo que hace y no por lo que es”. Al estilo de la superestrella de Hollywood, Eros oculta a Psiqué su identidad para que lo ame por algo más allá que ser el dios Amor. Lo interesante de estas “diversas” interpretaciones, que se reducen a tres, es que las tres siguen la misma estructura del velo, de lo erótico de la danza de los velos, que es más lo que cubre que lo que descubre.

Psiquis recibe una “cucharada de su propio chocolate” al pasar de la más adorada por el pueblo a estar enamorada del más bello de los dioses. En este segundo mitema, Psiquis tiene el amor y lo pierde. ¿Habrá historias más amorosas que las de la añoranza por el amor? La sabiduría popular dirá que hay algo del amor que “sale por la ventana” cuando se lo tiene muy seguro. La dialéctica fálica de la que habla Lacan es atendiendo a una imagen que “lo dice todo” (Figura 6):

Con respecto a esta imagen y el mito de Psiquis, Lacan dice lo siguiente:

"Es preciso que vean, gracias a esta imagen, que el complejo de castración está, en su estructura y en su dinámica instintiva, centrado de tal manera que recorta exactamente lo que nosotros podemos llamar el punto del nacimiento del alma." ( ... ) "Si el mito tiene un sentido, es en efecto que Psyché no comienza a vivir como Psyché, sino en tanto que sujeto de un pathos que es, para decirlo apropiadamente, el del alma, en el momento en que el deseo que la ha colmado se retira y la deja. Es en ese momento que comienzan las aventuras de Psyché."[16]

La pintura de Zucchi presenta en preformativo la construcción de un objeto de deseo cuando oculta “algo” con las flores. Lo que lleva a pensar si realmente Psiquis se imaginaba “eso” de su marido, incluso más allá del rostro. Como lo muestran los casos de diversas mujeres que en ciertas ocasiones las asalta la pregunta por la forma de objeto de goce fálico de diversos hombres.

Tercer mitema: El amor te salva

En el capítulo llamado “Termina la historia de Psiquis y Amor” nos encontramos lo siguiente:

“Mientras tanto, Psiquis recorría diversos lugares. Día y noche en inquieta búsqueda de su esposo, no se daba punto de reposo.”

Psiquis se entera por diversos oráculos que Venus la busca “encendida por la cólera” para hacerla sufrir por lo que le hizo a su amado hijo. Psiquis decide hablar con su suegra y enfrentar su destino con tal de encontrar a su marido. Venus se burla de ella, la golpea y le dice:

“¿Por fin te has dignado a venir a conocer a tu suegra o has venido a visitar a tu marido, que peligra por la herida que le inferiste?...Acabadas estas palabras, se lanza sobre de ella, le desgarra el vestido en mil pedazos, le arranca los cabellos y la martiriza golpeándole la cabeza, y una vez que se hace traer trigo, cebada, mijo, grano de adormidera, garbanzos, lentejas y habas, los mezcla y los confunde juntos, de modo que con todos ellos hace un montón y después le dice: “Me parece que una esclava fea, fea, como eres, no puede ser digna de amantes, sino es por su esmerado servicio; así, pues, yo misma voy a poner a prueba tu utilidad. Sepárame esta montón de semillas que yo he mezclado; ve haciendo, grano por grano, un montón de cada una de las especies; realizado este trabajo antes del anochecer, me lo presentarás para mi aprobación”.[17]

Volvemos al problema inicial, Psiquis se enfrenta su suegra y lucha por el amor del Amor. Psiquis con su curiosidad ha herido al Amor. El juego de palabras desplegado nos hace acordarnos de las condiciones del amor según Freud. Uno de los textos básicos es cuando nos habla de la condición entre el amor al yo y el amor por el objeto:

“La dependencia respecto del objeto amado tiene el efecto de rebajarlo; el que está enamorado está humillado. El que ama ha sacrificado, por así decir, un fragmento de su narcisismo y sólo puede restituírselo a trueque de ser-amado. En todos estos vínculos el sentimiento de sí parece guardar relación con el componente narcisista de la vida amorosa.”[18]

La relación que se da en el segundo mitema, el encuentro con el amor, termina con la pérdida del objeto para que sea verdaderamente objeto de amor. Psiquis ahora está en la posición de la amante y por lo tanto se humilla ante el amor, es humilde ante él.[19]

Este tercer acto, tercer mitema, nos muestra quién fue la autora, no solo de los días del Amor, sino intelectual de todo el cuento. Psiquis y Venus tenían que enfrentarse como buena trama trágica. La heroína se enfrenta a la otra mujer.

Venus pone a prueba la habilidad, destreza y valor de su nuera. Psiquis a su vez, muy al estilo de la heroína lo que hace es… nada.

En cierta ocasión alguien comentaba con respecto al mito de Psiquis que las pruebas que supera son la forma de los griegos de mostrar las cualidades de “la mente”. A decir de esta persona, las inteligencias se presentan en las pruebas. La lógica, la creatividad, lo inteligencia, es decir, la habilidad de resolver problemas. Tal parece que esta persona no leyó directamente a Apuleyo ya que en ninguna parte aparecen dichas habilidades, lo que no implica que las pruebas no fueran superadas. Veamos las pruebas de Venus y la forma como Psiquis las enfrenta.

Primera prueba:
“Sepárame este montón de semillas… grano por grano, antes del anochecer.”
Reacción de Psiquis:
“Psiquis no echa mano a ese montón… sino que guarda un silencio lleno de estupor.”
Solución:
“Una hormiga se compadece… reúne todo el ejercito de hormigas vecinas y les dice “compadeceos, hijas ágiles de la tierra y apresuraos a prestar ayuda a la esposa del dios Amor”.”

Segunda prueba:
“De aquel bosque… te ordeno que me traigas una vedija del hermoso vellón.”
Reacción de Psiquis:
“Partió, no para dar cumplimiento a este mandato, sino para precipitarse al fondo del río con el fin de hallar reposo a sus sufrimientos.”
Solución:
La verde caña impide que se suicide, y para ayudarla le dice que se quede con ella en el río. “encontrarás la lana de oro, que permanece adherida por todas las ramas.”

Tercera prueba:
“(De la cima del monte escarpado) tráeme en seguida esta pequeña botella llena del agua del nacimiento del manantial.”
Reacción de Psiquis:
“Ante la imposibilidad de ejecutar el cometido, Psiquis se quedó como petrificada.”
Solución:
“El águila rapaz se colocó a su lado… le pide el frasco” y, apiadándose de ella, va por el agua.

La reacción de Psiquis en estas primeras tres pruebas no muestran la creatividad de la mente, sino que es más cercana a la “bella indiferencia”, la victimización histérica. Así, para entender estos actos, debemos recordar los mismos elementos que el mito nos brinda. Lo que vemos en la pruebas de Psiquis son presentaciones de la forma como el Alma encuentra el Amor, esto es, transformándose en objeto. Hablemos de quienes mejor saben de eso.

Quienes le enseñaron a Sigmund Freud la “naturaleza” del deseo y sus formas psíquicas fueron los histéricos. Las célebres jóvenes histéricas también le mostraron las historias de amor en sus fantasías y sus síntomas.

¿Qué más enseña la histeria? Vayamos a las características de las fantasías histéricas según Freud.

“1. El síntoma histérico es el símbolo mnémico de ciertas impresiones y vivencias (traumáticas) eficaces.
2. El síntoma histérico es el sustituto, producido mediante «conversión», del retorno asociativo de esas vivencias traumáticas.
3. El síntoma histérico es -como lo son también otras formaciones psíquicas- expresión de un cumplimiento de deseo.
4. El síntoma histérico es la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento de deseo.
5. El síntoma histérico sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual de la persona (en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión sexual).
6. El síntoma histérico corresponde al retorno de una modalidad de la satisfacción sexual que fue real en la vida infantil y desde entonces fue reprimida.
7. El síntoma histérico nace como un compromiso entre dos mociones pulsionales o afectivas opuestas, una de las cuales se empeña en expresar una pulsión parcial o uno de los componentes de la constitución sexual, mientras que la otra se empeña en sofocarlos.
8. El síntoma histérico puede asumir la subrogación de diversas mociones inconscientes no sexuales, pero no puede carecer de un significado sexual.”

Sin embargo, la más importante, y a veces la más olvidada, es la número 9:

“9. Un síntoma histérico es la expresión de una fantasía sexual inconsciente masculina, por una parte, y femenina, por la otra.”[20]

El doble carácter masculino y femenino, designado después como activo y pasivo, es lo inquietante de este artículo. Inquietante en el sentido de ser algo que Freud viene elaborando desde hace tiempo y mencionado desde “Estudios sobre la histeria”. Tradicionalmente se menciona el carácter pasivo en la mujer, sin embargo, en la histeria es una pasividad que se logra haciendo cosas, es, por así decir, activamente pasiva. Así como en “Carácter y erotismo anal de 1908, donde Freud distingue tres rasgos en la neurosis obsesiva (ordenado, ahorrativo y ser “de mente cerrada”[21]) podemos pensar en otros tres para los histéricos: histriónicos, coquetos y víctimas. He de confesar que al pensar en como conjugar el último, víctimas, no encontré la palabra que implicara la actividad. En histriónicos y coquetos, se resalta el verbo que se transforma en adjetivo, mientras que en víctimas no. Rechazo utilizar el término “se hacen víctimas” puesto que de nuevo sería entrar en el prejuicio médico de “no tiene nada, se hacen las locas”, sin reconocer que ese es justamente el drama histérico, como diría Freud “con una mano se arranca el vestido y con la otra trata de impedirlo”.

Detengámonos en uno de ellos, que será hablar al mismo tiempo de los otros dos. Coquetear. ¿Qué es el coquetear? Lo que reconocemos en este verbo es lo incluyente de dos acciones. Por un lado es una acción pero que implica que alguien más actúe. Provocar, seducir, atraer pueden ser sus sinónimos, así como en lo histriónico implica un público, una cuarta pared y la víctima implica algo que funge de catástrofe agresora.

Nuestra heroína, Alma, al buscar al Amor, sufre y se vuelve un objeto, se convierte en cosa y provoca que alguien la rescate. No seamos tan ingenuos para pensar que eso es consciente o perversamente manipuladora y masturbatorio, sino es una condición de ser activamente el objeto de alguien más. Vayamos al desenlace, la prueba final para por fin reencontrar al Amor[22].

Última prueba:
“Toma esta cajita y dirígete a los infiernos… y entregando a Proserpina dile “Venus te pide le entregues un poco de tu belleza, suficiente por lo menos para un solo día”, pues lo que ella tenía lo ha empleado todo y lo ha gastado al curar a su hijo, que está enfermo”.
Reacción de Psiquis:
“Entonces Psiquis, sintió que era su última prueba y comprendió claramente que es impelida a su muerte. ¿Por qué no?
Antes de lanzarse de una torre, ésta le dio indicaciones de llegar a la tierra de los muertos a pie. Llega a la mansión de Proserpina y le presenta el encargo de Venus. “Al ir de regreso se apoderan de su espíritu una curiosidad temeraria y se dice “he aquí que yo, portadora de la belleza de las diosas, no sacaré de allí para mi ni siquiera un poquito, ni aún para agradar a así a aquel esposo mío tan bello a quien amo”. Y con lo dicho abre la cajita.” Allí no había nada, sino vapor letárgico y “yacía inmóvil y no pareciera otra cosa que un cadáver
[23] durmiente”.
Solución:
Para ese entonces, Cupido, sanó de su herida y vuela hasta estar “ante su Psiquis, se apresura a desembarazarse de esta de esta influencia soporífera… le dice “¡He aquí pequeña desgraciada que de nuevo hubieras perecido por una curiosidad semejante! Pero, entre tanto, tú lleva a efecto con diligencia la función que mi madre te ordenó que hicieras, yo mismo cuidaré del resto”.


Alma muere por Amor, llega hasta los infiernos y sucumbe ante su curiosidad femenina. El carácter femenino del alma la ubica en una forma de recipiente, de vacío. Siguiendo el camino de lo anterior, la única forma de reencontrarse con el amor perdido es dejar que ese amor llegue al alma. La enseñanza de esta historia entre el Alma y el Amor, es que el triunfo no se lograr por la astucia, ni siquiera por la renuncia de cambio ya que Psiquis sigue curiosa-coqueta hasta el final, entonces ¿cómo se dio el Amor? El final nos recuerda la frase lacaniana sobre el amor “dar eso que no se tiene a ese que no lo necesita”. Mientras Psiquis da su curiosidad y su amor al Amor, éste la rescata, dos veces. La historia no se puede leer como solo importando la última parte, sería como contar un chiste diciendo “no me acuerdo del principio pero lo chistoso es cuando al final dice: el diablo anda suelto”. Para recordar brevemente la estructura del mito, cerraremos este escrito con otro encuentro del terreno del arte.

Love me do

El presente año se estrenó en las Vegas un nuevo espectáculo del renombrado Cirque du Solei, inspirado en la música del grupo The Beatles. Con tal motivo, se publicó un álbum que reúne nuevas mezclas y tratamientos sobre canciones del mencionado cuarteto, realizadas por quien fuera el “quinto Beatle”, el director de grabaciones Sir George Martin y su hijo Gilles. El track numero 7 es el objeto de estas palabras.

El track condensa, al más puro estilo de trabajo del sueño, tres canciones Drive My Car/ What You're Doing/The Word. Cual interpretación, ese producto del arte presenta los tres mitemas de nuestro mito de Eros y Psiqué.

Primero escuchamos la estrofa uno de Drive my car: “Le pregunté a una chica qué es lo que quería ser. Ella me dijo “Nene, ¿qué no ves? Seré famosa, una estrella de la pantalla. Pero por mientras puedes hacer algo. Bebé, puedes conducir mi auto. Yo seré una estrella, y tal vez te ame”. Primer mitema, el Amor hacia la primera persona. Podríamos aventurarnos a la interpretación de tipo narcisista reconociendo lo mencionado por Freud en introducción al Narcismo y precisado por Lacan en su seminario sobre la relación de objeto; el primer objeto de amor es el especular, es el Yo. Psiquis adorada cual estrella de cine, la encarnación del Yo ideal.

Después escuchamos una estrofa de la canción What you’re doing: “¡Mira!, ¿qué es lo que estás haciendo? Yo, me estoy sintiendo triste y solo. ¿No sería mucho preguntarte qué es lo que me estas haciendo? Tú, me tienes corriendo; y, no es nada gracioso. ¿No sería mucho preguntarte qué es lo que me estas haciendo?” Este segundo mitema podríamos llamarlo la pérdida del amor, o “El amor se va” como lo muestra nuestra historia, ¿por qué se va el amor? La curiosidad dirán los griegos. Sin embargo ante esta respuesta simple no vemos el saber que otorga la canción, su formato de pregunta. Cambiemos el segundo mitema como “pregunta por el Amor” (¿No sería mucho preguntarte qué es lo que me estas haciendo?) o, más psicoanalítico, demanda de Amor.

Finalizamos con la vuelta del amor. La canción final de esta trilogía Beatle se llama The Word, la palabra, y dice: “¡Todo esta bien! ¡Es brillo del sol! ¡Es la palabra Amor!”. El tercer movimiento es la aparición del amor, la búsqueda del amor se termina cuando ya no persigue y se deja tomar por el amor, como dejar que Sol vuelva a salir, puesto que mientras el sujeto sea un ser de la lengua, el amor estará en su horizonte.

Terminamos mencionando un dato final, el álbum de The Beatles del cual tomamos esta última referencia amorosa psicoanalítica lleva por nombre, simplemente: Love.[24]





Héctor Mendoza, Febrero 2007
















[1] Freud. S. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre. (Contribuciones a la psicología del amor I ) (1910). Obras Completas de Sigmund Freud. Volumen 11. Amorrortu Editores.
[2] Lacan. J. Clase 17. Psyché y el complejo de castración. 12 de Abril de 1961 en Los Seminarios de Jacques Lacan. Seminario 8. La Transferencia. Editorial Paidós.
[3] Freud. S. Prólogo a Sándor Ferenczi. Lélekelemzés, értekezések a pszichoanalizis köréböl (1910 [1909]). Obras Completas de Sigmund Freud. Volumen 9. Amorrortu Editores.
[4] Levi – Strauss. C. La estructura de los mitos (1955) en Antropología Estructural (1987). Ediciones Paidós.
[5] Op. Cit.
[6] Op. Cit.
[7] Apuleyo. L. El asno de oro (184-191) Editorial Juventud. Barcelona, España. 1984.
[8] Levi Struss, Op Cit.
[9] Este análisis de la formación de mitemas en una triada se puede aplicar a otras formaciones del inconsciente como los sueños. Tomemos un sueño de un caso clásico. En “Análisis de la fobia de un niño de 5 años (caso Juanito)” de 1909, este sueño aparece: «Escucha lo que me he pensado: "Yo estoy en la bañera, entonces viene el mecánico y la destornilla. Entonces toma un gran taladro y me lo mete en la panza"». La lectura de tres actos nos muestra los protagonistas de la historia. Primer acto: el niño y la bañera-madre (o en otras palabras, el niño se la baña con su madre) Segundo acto: llega el que ejecuta la separación. Tercer acto: Toma el falo y, por lo tanto, descubre el vacío (en otra traducción de este caso una palabra esboza una contradicción al mencionar destornillador, sin embargo tanto el taladro como el destornillador al ejecutar su función descubren un vacío que antes no estaba a la vista).
[10] Apuleyo. Op. Cit.
[11] Apuleyo. Op. Cit.
[12] Lacan. Op. Cit.
[13] Lacan. J. Clase 16. Oral, Anal, Genital. 22 de Marzo de 1961 en Los Seminarios de Jacques Lacan. Seminario 8. La Transferencia. Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina.
[14] Apuleyo. Op. Cit.
[15] Resulta interesante el hecho de que sea el segundo movimiento el que defina una trilogía. ¿No se podría definir toda la “trilogía clásica” de Star Wars en el momento de la revelación “¡Luke, I am your father!”.
[16] Lacan. J. Clase 17. Psyché y el complejo de castración. 12 de Abril de 1961 en Los Seminarios de Jacques Lacan. Seminario 8. La Transferencia. Editorial Paidós.
[17] Apuleyo
[18] Freud, Sigmund. Introducción del narcisismo. «Zur Einführung des Narzissmus» (1914) Obras Completas de Sigmund Freud. Volumen 14. Amorrortu Editores.
(Insistimos en el término “Narsismo” como más cercano al término propuesto por Freud.)
[19] En las Obras Completas de Sigmund Freud, Traducción directa del alemán por Luis López Ballesteros de editorial Iztacihautl dice: “La dependencia al objeto amado es causa de disminución de este sentimiento: el enamorado es humilde.”
[20] Freud, Sigmund. Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908). «Hysterische Phantasien und ihre Beziehung zur Bisexualität» Obras Completas de Sigmund Freud. Volumen 9. Amorrortu Editores.
[21] Preferimos el término “de mente cerrada” ya que la figura que dibuja nos permite relacionarlo con la economía libidinal anal, es decir, como si tuviera “mente de culo estreñido”. Y “no se abriera a otras posibilidades”. Lo anterior como un intento de interpretación políticamente incorrecta que es la que se sugiere con los obsesivos. Lo demasiado bueno de los pacientes obsesivos es que justamente se portan bien y en ocasiones las interpretaciones del clínico tratan de mantener esa asepsia, esa limpieza de la cochinada. Así, se reconoce en el psicoanálisis el juego de palabras presente en estos casos, basta recordar las hojas que invierte Freud en el análisis de la expresión “spielratte”, ¿no encontraremos más elementos interpretativos en el obsesivo y su erotismo anal al recordar muy al estilo mexicano que es un “culo” y un “ojete”?
[22] En este apartado nos hemos salido de la trilogía al mencionar una cuarta, sin embargo esta es una prueba a parte, más bien, es la verdadera prueba. En la versión de Editorial Akal de 1988 sobre “El asno de Oro”, aparece una nota de pie de página por parte de Francisco Pejenaute Rubio, que dice lo siguiente: “El tema de las pruebas impuestas por un hechicera, una madrastra, un rey o una reina despóticos a la protagonista es una constante que no falta en el cuento fantástico… por lo general las pruebas son tres; en el presente caso son cuatro. Vallette (en nota a VI 17,3) piensa que en realidad la cuarta es un desdoblamiento de la tercera, pero no vemos por qué.” Pejenaute no solo no ve por qué sino que comenta sobre otro autor que esta en contra del “desdoblamiento de la tercera prueba”. Sin embargo nuestra aportación es no considerar la cuarta prueba como desdoblamiento sino como condensación de las tres, así como el chiste que requiere un momento final para preguntar “¿cómo se llamó la obra?”, la cuarta prueba tendrá la connotación de construcción psicoanalítica.
[23] El cadáver resuena como lo real traumático del cuerpo de la histeria, tal como lo aborda Paul Verhaeghe en “¿Existe la Mujer?”.
[24] Beatles, The. LOVE. 2006. Apple records.