lunes, marzo 24, 2008


D’Leh y la religión monoteísta

10,000 A.C. (10,000 B.C., 2008) es una película de acción realizada por el director Roland Emmerich quien se ha distinguido por la creación productos destinados al mero entretenimiento. Una de sus películas más conocidas es “Independence Day” (Día de la independencia, 1996) ejemplo perfecto de su fórmula clásica: mucha acción, grandes efectos especiales, historia predecible. Este último rasgo, la historia predecible, es lo que hace interesante la película 10,000 A.C. Emmerich nos presenta una historia que se ubica en el año que da nombre al título y que narra el nacimiento de un héroe, desde la profecía que lo anuncia hasta el cumplimiento de su destino. En una tribu de cazadores de Mamuts, la Matriarca “Vieja Madre” anuncia que la aldea se enfrentará con la última cacería y que será invadida por demonios de cuatro patas. Pero habrá una señal de la llegada de un guerrero que los liberará. La señal, la niña de ojos azules, quien está destinada a ser la esposa de ese guerrero.

La película es francamente olvidable a no ser por su historia, ya que apuesta a crear toda una mitología sobre el primer héroe. Me hubiera encantado que el psicoanalista Otto Rank pudiera haber visto esta película para integrar la historia del héroe D'Leh y su Evolet al análisis de los mitos. Aunque más aún, empuja este escrito la idea que nos brinda esta historia, recordar el segundo momento, el más olvidado, de la construcción de Freud con respecto al mito del Padre primordial.

10,000 A.C. puede leerse entres niveles. En el nivel social, pasamos de la aldea aislada a la unión de los pueblos con el propósito de derrocar a un tirano. En el nivel económico es el paso de un sistema de cacería (lucha directa-inmediata con la bestia) a un sistema de agricultura (mediación sistematizada para el acceso de un fruto). En el nivel de familiar es el paso del matriarcado al patriarcado (la Vieja Madre muere para que viva -se transforma en- la mujer del Caudillo). Estos tres niveles nos invitan a recordar la última variación de Freud con respecto al Mito del Padre Primordial. Podemos ubicar, como otros, la invención freudiana del Complejo de Edipo en tres lugares: Los sueños de la muerte de seres queridos[1], Tótem y Tabu[2] y Moisés y la religión monoteísta[3]. Esta última revisión es la que nos interesa por su relación con 10,000 A.C. desde el caudillo y la relación con Egipto. La historia de D'Leh hace que nos adentremos en el mito del padre primordial, para después entrar a un tema de actualidad, los efectos de la declinación de la función paterna.

En uno de sus tantos resúmenes Freud renueva así el mito del padre primordial:

“En 1912 intenté, en Tótem y tabú, reconstruir la antigua situación de la cual partieron tales efectos. Para ello me serví de ciertas ideas teóricas de Darwin, Atkinson y, sobre todo, Robertson Smith, combinándolas con hallazgos e indicios extraídos del psicoanálisis. De Darwin tomé la hipótesis de que los hombres vivieron originariamente en hordas pequeñas, bajo el violento imperio, cada una, de un macho más viejo que se apropiaba de todas las hembras y castigaba y eliminaba a los varones jóvenes, incluidos sus hijos. Y de Atkinson -quien prosiguió con esa pintura-, que este sistema patriarcal halló su término en una sublevación de los hijos varones, que se unieron contra el padre, lo avasallaron y lo devoraron en común, Y basándome en la teoría de Robertson Smith sobre el tótem, supuse que luego la horda paterna dejó sitio al clan fraterno totemista. A fin de poder convivir en paz, los hermanos triunfantes renunciaron a las -mujeres por cuya causa, sin embargo, habían dado muerte al padre, y se sometieron a la exogamia. El poder paterno fue quebrantado y las familias se organizaron según el derecho materno.”[4]

El cambio es, mejor dicho, una precisión:

“Buena parte de la plenipotencia vacante por la eliminación del padre pasó a las mujeres; advino la época del matriarcado. La memoria del padre pervivía en este período de la «liga de hermanos». Como sustituto del padre hallaron un animal fuerte -al comienzo, acaso temido también-….El progreso que sigue al totemismo es la humanización del ser a quien se venera. Los animales son remplazados por dioses humanos cuyo origen en el tótem no se oculta… En un punto de este desarrollo, que todavía no podemos situar con exactitud, aparecen grandes deidades maternas, es probable que con anterioridad a los dioses masculinos, y luego se mantienen largo tiempo junto a estos últimos. Entretanto, se ha consumado una gran subversión social. El derecho materno fue relevado por un régimen patriarcal restablecido. Empero, los nuevos padres nunca alcanzaron la omnipotencia del padre primordial; ellos eran muchos, convivían en asociaciones mayores que la antigua horda, tenían que tolerarse entre sí, permanecían limitados por estatutos sociales. Probablemente las deidades maternas nacieron en los tiempos iniciales de la limitación del matriarcado, como un resarcimiento para las madres relegadas. Las divinidades masculinas aparecen primero como hijos varones junto a la Gran Madre, y sólo después cobran los rasgos nítidos de figuras paternas. Estos dioses masculinos del politeísmo espejan las constelaciones de la época patriarcal. Son numerosos, se limitan unos a otros, en ocasiones se subordinan a un dios superior. Y bien; el paso siguiente nos lleva al tema que aquí nos ocupa, el retorno de un dios-padre único, que gobierna sin limitación alguna.”[5]

La pregunta básica es ¿porqué pasar de un régimen patriarcal a uno matriarcal y de nuevo patriarcal? Aquí es donde 10,000 A.C. aporta nuevas reflexiones. Primero, la máxima lección freudiana en el escrito citado que trata sobre Moisés es que, al igual que con el cristianismo, un evento que da lugar a la religión es el punto de inicio para una construcción de lo que sucedió antes y después. En Moisés el momento básico es el éxodo de los esclavos de Egipto al Sinaí, mientras que en Jesús es la crucifixión:

“Un hombre a quien un pequeño número de partidarios en Judea tenía por el Hijo de Dios y el Mesías anunciado, a quien además le fue traspasado luego un fragmento de la historia de infancia poetizada para Moisés, pero de quien apenas si sabemos algo con más certeza que acerca del propio Moisés -no sabemos si realmente fue el gran maestro que los Evangelios pintan, o si más bien el hecho y las circunstancias de su muerte fueron lo decisivo para la significatividad que su persona ha cobrado-. Pablo, que devino su apóstol, no lo conoció en persona.”

Ese momento climático construye, cual aplicación del T.A.T., lo que pasó antes y lo que pasará después. Freud apuesta que, en el caso de Moisés se omite su origen Egipcio (pasado) y se sustituye por el mito clásico del nacimiento de héroe, además de trasformar el futuro, la muerte de Moisés a manos de los propios judíos. La pregunta sigue ¿por qué se requiere el sistema patriarcal si antes ya lo hubo? La apuesta es que ese “antes lo hubo” es una construcción del momento clave, el paso del matriarcado al patriarcado. Antes no hubo patriarcado porque no hay función de líder en el macho alfa que tenía todas las hembras, no hay funciones de madres ni padres. Ese pasado prehistórico es construido en el presente ya que en ese macho alfa no hay humano, sino una raza de hermanos animales.

Planteamos que el verdadero momento pivote es el mostrado en 10,000 A.C.

Recuerdo una entrevista a Uslan (Road to Gotham, 2005) donde explica la importancia de los comics a un catedrático de una prestigiosa universidad norteamericana resaltando la similitud de su origen entre Moisés y Superman: niño abandonado por sus padres poderosos, recogido por padres adoptivos que se convierten en héroe de su pueblo. Después de la revisión freudiana de poner en análisis ese origen usemos ese descubrimiento para el propio mito de Superman. Como lo demuestran los creadores de comics se piensa primero en tanto en el disfraz como en los poderes, después se crean las aventuras y el origen.

Pensando en las historias de los pueblos antiguos, nos ilumina recordar una de las aportaciones de los mayas al saber, la noción de 0. Algo tan simple como eso habla de un avance extraordinario, ¿por qué? Para nuestras reflexiones, el 0 es el padre primordial, el macho alfa, el verdadero 1 es la sociedad por matriarcado como en la historia de 10,000 A.C. cuando pasamos al patriarcado es el 2. Lo interesante es la creación del 0.

La lectura que hace Paul Verhaeghe de este cambio freudiano es desde el punto de vista lacaniano:

“Desde un punto de vista lacaniano, el segundo mito se lee como la instalación de la función simbólica, a través de la cual, el sujeto estará protegido del goce del primer Otro[6], y dirigido a las siempre cambiantes dialécticas del deseo. Esto es lo más obvio si se pone atención al énfasis de Freud sobre la adquisición del lenguaje y su relación con la herencia del sentimiento de culpa. Este énfasis se puede localizar en el mismo libro cuando desarrolla su segunda versión.
En la segunda versión, se hace claro que el hijo requiere la función simbólica del padre. Así, la observación de que todos los hijos tratan de envolver a sus padres justamente con esta función simbólica se hace más comprensible. Por lo anterior, el mito de Freud es muy reconfortante para cada neurótico: había una vez, un padre real que, etc. Este es el mensaje de Freud para el pequeño Hans, el niñito de uno de sus estudios de caso. Lacan amplia esta necesidad y renombra: el padre es un síntoma del hijo.”[7]

El padre, es el síntoma del hijo, lo que nos enseña 10,000 A.C. es que el primordial es un efecto retroactivo de justificar la esencia del padre, que brilla por su ausencia. El dato más significativo es que la película inicia con un padre que solo sabemos de oídas que se fue y que producía vergüenza, finalmente, su nombre creo al héroe. La función simbólica es justamente la ausencia, no la falla, la hiancia, sino lo que estuvo y se fue, la razón del cero.




[1] Freud, S. Interpretación de los sueños (1900) Sueños típicos: b) los sueños de la muerte de seres queridos. Obras completas de Sigmund. Amorrotu editores. Volumen 4.
[2] Freud, S. Tótem y tabú - Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos (1913) Obras completas de Sigmund. Amorrotu editores. Volumen 13.
[3] Freud, S. Moisés y la religión monoteísta. (1939) Obras completas de Sigmund. Amorrotu editores. Volumen 23.
[4] Freud, S. Op. Cit.
[5] Freud, S. Op. Cit.
[6] Los posters presenta la relación del héroe con la bestia.
[7] Verhaeghe, P. The collapse of the function of the father. http://www.psychoanalysis.ugent.be/pages/nl/artikels/artikels%20Paul%20Verhaeghe/The%20collapse%20of%20the%20function.pdf

domingo, marzo 23, 2008


Vivir en el Orfanato
Efectos de muerte por el amor total de la Madre

El presente escrito nace a partir de dos experiencias del lazo social. La primera de estas experiencias es la pregunta que amablemente Oscar, un compañero de la facultad de psicología, incluyó en este blog. La reflexión apuntaba a la forma de diversas películas actuales donde se citaban títulos como “Club de la Pelea”, “Número 23”, “The Matrix”, “Eterno resplandor de una mente sin Recuerdos”, “Efecto Mariposa”, “Vanilla Sky” y “Sexto Sentido”; resaltando que estas películas comparten el hecho de que “el personaje descubre al final, que la realidad que ha estado viviendo, es (o no es) diferente, o desviada”. Oscar nos lanza una hipótesis “Creo que es por darle un papel mas activo al televidente, es decir, el televidente "arma" o "reconstruye" toda la película en base a ese acontecimiento que cambia totalmente el giro o la rectitud de la trama”. Concordamos con la hipótesis pero agregamos la pregunta ¿Qué acción implica ese carácter activo en el “giro de tuerca”? Para abordar el tema propongo tres que comparten la estructura y el género: Hide and Seek (Mente siniestra. Dir. John Polson, 2005), The Sixth Sense (Sexto Sentido, Dir. M. Night Shyamalan, 1999) y El Orfanato (Dir. Juan Antonio Bayona, 2007).

La lección de estas películas es clara, creer en las ficciones. Lo único que puede hacernos no morir en el intento de vivir en el mundo postmoderno es reconocer la verdad inherente a toda ficción. Las dos posiciones actuales parecen alejarse de estas propuestas. Las dos posturas políticamente correctas serán similares en este sentido. Por un lado hacer como si creyeran en las ficciones pero realmente no creyendo en ellas (yo hago esto solo por parte del respeto que me deben las tradiciones de los demás, pero realmente me parece absurdo) – discurso tolerante - o creer en las ficciones solo porque les doy el estatuto de evidencia científica (creo en esto porque sé que es así sin ninguna duda) –discurso fundamentalista[1].

Esto lo vemos en el juego de dos lecturas que nos brindan estas películas de fantasmas. Por un lado tenemos a Hide and Seek, donde la torsión crea dos posibilidades. Una es la historia de un padre (el psicólogo David Callaway) que vive con su hija Emily afectados por la muerte de la madre de la niña cuando él sufre un quiebre psicótico lo que hace que adopte la personalidad de un amigo secreto de la niña que asesina a las personas que se interponen entre ellos. La anterior es la lectura políticamente correcta (manifiesta diría Freud). Otra, la latente, me la proporcionó una joven analizante. Se trata de la historia de un padre que es poseído por un demonio que se llama Charlie y que quiere matar a la niña y a todos los que los rodean. El filme permite estas dos lecturas, ese es el verdadero juego de “escondidas”[2].

Pasemos a la segunda película, primera en orden de aparición pero cuyo giro es superior a Hide and Seek, la magistral The Sixth Sense. Mientras que en Hide and seek, en la fantasía (creencia sin evidencia científica) el espectador creía que había fantasma mientras que al final en la realidad se entera que era un padre-psicólogo con problemas psicológicos (drama realista), en The Sixth Sense, en la fantasía (creencia sin fundamentos) el espectador creía que había un psicólogo (llamado Malcolm Crowe) con problemas emocionales (drama relista) cuando en REALIDAD es un FANTASMA (creencia sin evidencia científica), espíritu chocarrero atrapado entre dos planos por no haberse podido despedir de su mujer.

Antes de más interpretaciones tenemos que apuntar que la repetición exige que nos preguntemos ¿Por qué esta relación padre-psicólogo? Vemos actualmente la declinación de la función paterna en psi muy paternales y padres muy asistenciales.

Tenemos que interpretar una con la otra ¿cuál es la postura que debemos tomar frente a esta aparente contradicción? Más que buscar cuál es la realidad debemos asumir que la lección de estas obras se encuentra en la torsión y no en los dos planos. El Orfanato lleva más lejos esta propuesta. Veamos las dos posibles lecturas del filme. Primero, una madre, Laura, comienza a percibir el mundo paranormal que se llevó a su hijo Simón y siguiendo las pistas logra su cometido, cumple su deseo de volver a estar con el pequeño. Otra lectura es que en realidad a Simín no se lo llevaron (y por ende no lo regresan) los fantasma sino que él era quien jugaba con su madre a que descubrió el secreto que le guardaban, montó un juego de pistas, arremete enojado contra ella, pero queda atrapado en el juego y muere. Laura a su vez, tocada por lo último que mantenía el lazo con el hijo, el juego de los amigos invisibles, enloquece de melancolía que termina con el hallazgo del cadáver de su hijo y el consecuente suicidio de una madre trastornada.

Como los sabemos por Freud, Lacan, Escher, Magritte, et Cols, busquemos en los detalles, la escena que cual biopsia concentra esta dialéctica básica. ¿Cómo sabe uno quien es el asesino-protagonista-sujeto de la enunciación de un relato en el cine? Es el que queda vivo al final. La figura del padre (Carlos) es increíble justamente porque es comprensivo. Pensemos en lo que desencadena el clímax de la historia. Laura le pide a Carlos que la deje sola en la casa porque necesita, por su dolor de perder a su hijo, hacer algo (seguir las pistas del juego, rezar, suicidarse, lo usual). Carlos la comprende y se va. Pensemos que el esposo al estar fuera creyera en los fantasmas por alguna circunstancia mística y regresara “justo a tiempo” para encontrar a su mujer y evitar que se suicidara. Otra posibilidad, el sabe que su mujer está trastornada pero se da cuenta que no puede seguir insistiendo porque ella necesita estar en su locura de duelo, sin embargo, no se va del todo, en lugar de darle dos días vuelve al siguiente y la acompaña en eso “loco” que ella tiene que hacer. Esas dos posibilidades traen consigo que no se muera en el intento al final. ¿Cómo se llega a eso? Arriesgando a la posibilidad de creer en la ficción. O, creo (se me revela) en lo increíble (el mundo paranormal), o, no creo (dudo) en lo creíble (el acuerdo tácito y tolerante), en lugar de no creer en lo increíble o solo creer en lo creíble lo que traería tanto el goce estúpido de las profecías auto-cumplidas de la sociedad tolerante y fundamentalista.

Estos intentos de hacer más activo al espectador lo comparto pero siempre y cuando recordemos que lo único que se le pide al espectador de cine es que crea en la ficción que se le está presentando. El objeto de “culto” actualmente es la creencia misma, no es que no creamos en nada como nos dicen los intelectuales políticamente correctos sino que no advertimos que seguimos creyendo y que lo evidente siempre es sostenido por lo que primero vemos, dijo Freud, “por los oídos”. Vamos al lugar donde la creencia y la certeza se tocan. Terminamos con la segunda experiencia social que nos empuja aquí.

Cuando se habla de la propuesta psicoanalítica que explica el proceso de las psicosis es común que los conservadores hablen del evento traumático o que los de izquierda hablen del proceso de la forclusión. Lo interesante es cuando nos detenemos en los detalles clínicos de estas dos propuestas. Por un lado cuando se habla de trauma, cuando vemos las finuras del caso vemos que lo traumático resulta ser del orden del incesto que en términos psicoanalíticos es el cumplimiento del máximo deseo infantil. Por el otro lado, el de la forclusión, ese término no se dice en su nombre completo, es decir, con nombre y apellido, forclusión del nombre del padre. Si hay forclusión que importe en las psicosis es la del nombre del padre, la función paterna como tal.

El caso de la tragedia que sucedió en Hualahuises (Magdalena Álvarez Castillo) nos hace recordar diversas apreciaciones. Por un lado, lo vinculamos con el caso de las hermanas Papin que ha Jacques Lacan le mereció unas palabras sobre el crimen paranoico. Además, recordamos el caso construido por Robert Gaupp y Vindras sobre el pastor Wagner. Como interpretación poética sigamos las pistas que dejan en su estudio estos casos.

Primero, la condición de denuncia social. El caso de las hermanas Papin, rápidamente se convirtió en un estandarte de consignas sociales. No es extraño que los servidores públicos se encuentren en su labor cotidiana de atención a la ciudadanía con historias que tienen un carácter de denuncia “rara”. El carácter de denuncia a una institución correspondiente, a ese agente de la ley paterna que debe de operar en algún lugar es de tomar en cuenta. En otras palabras, al ser un caso público debemos admitir que los mensajes escritos en esos diarios van dirigidos a ser leídos por la sociedad en su conjunto. Si el amable lector ha leído esas cartas, admitamos que es parte del Otro al que se dirigen esas palabras.

La característica de “tragedia de pueblo” es la más complicada. Dejemos a un lado la fantochada capitalista de “respeto tolerante a los diversos grupos” y resaltemos que lo paradójico de estos casos es su carácter de “pueblo normal”, que al suceder semejante acto ahí, hizo que lo pusieran en el mapa. Como sucedió con otro tipo de crimen paranoico, Littletown, Colorado.

Antes de avanzar, reconozcamos que al decir crimen paranoico, si hablamos de algún tipo de locura, la propuesta que hacemos es la de un tipo de locura de amor. Recordemos en los tres tipos de delirios clásicos: Persecución, de grandeza, erotomaniaco. Los tres tienen esta característica de amor excesivo. Cuando se dice “Dios, los ovnis o Calderón me quiere chingar” fácilmente estamos en los otros dos tipos de delirios. Podemos preguntar ¿No es ya de grandeza cuando admitimos que Dios se contentaría con chingar especialmente a ese humano? O ¿No es ya erotomaniaco cuando decimos que lo hace porque le produce placer? Lo que nos encontramos es la estructura de un tipo de amor ilimitado. El amor vence los obstáculos como lo sabe todo aquel que guste de historias románticas, pero, ¿y si no hay obstáculos? ¿Estamos en la paranoia cuando tomo el girasol y a cada pétalo aseguro tajantemente “¡me quiere, me quiere, me quiere, me quiere…!”

Nuestra evidencia de gente civilizada, civitas, los que viven en la ciudad, nos impide reconocer fácilmente que en los pueblos todo es más limpio y claro, desde el aire hasta los dramas. Si pueblo chico, infierno grande, entonces ¿pueblo grande, infierno descomunal? Cuando el Hijo de Sam, el famoso asesino en serie de los años 70’s en Nueva York llamó a la policía para denunciar que el perro rottweiller de su vecino le ordenaba salir a matar para darle sangre, la policía no hizo caso no porque sonara anormal su reclamo, sino porque era excesivamente normal; ya habían recibido muchas llamadas de tipos diciendo esas loqueras, o peores. Lo primero a lo que se acostumbra alguien en una ciudad es el difícil arte de transitar entre mucha gente y no convivir con nadie. Estar en el anonimato. De ahí, que la ciudad nos brinda buenos pretextos para nuestro malestar y si se cometieron actos locos fue por “el estrés de la vida en la ciudad”, las drogas o el pandillerismo, etc. Solo hagamos la ecuación de loco del pueblo y podemos tener una medida de población interesante.

Ya llegamos al tema del amor, y uno no cualquiera, el de una-sola madre. Las preguntas obvias son las que orientan más. Proponemos algo desde nuestra doctrina ya que hemos escuchado las otras, tan validas como cualquiera. Nos referimos a la propuesta explicativa médico-siquiátrica que nos informa acerca del desajuste bioquímico del cuerpo del delirante, además de conocer la propuesta socio-psicológica que nos enseña la influencia del medio ambiente en el desarrollo de la patología. Añadimos la propuesta psicoanalítica que se ubica en una frontera entre lo psíquico y lo somático como lo propuso Sigmund Freud, ya que sabemos de donde viene el delirio (el cuerpo o la sociedad) atengamos a lo que nos dice. Retomo la pregunta que un amigo me hizo “Ella dice en su diario que las mató porque las vigilaban en el pueblo, que habían violado a sus hijas y que se las iban a robar para prostituirla, ¿eso estaba solo en su cabeza? No era cierto eso, ¿verdad?” Agradezco que me hayan hecho la pregunta porque más que buscar la respuesta preguntemos por la propia pregunta. ¿Importa realmente la diferencia entre que si lo imaginaba o era cierto? Muchos dirán que si pero les sugiero este ejercicio mental. Hagamos de cuenta que es cierto, realmente las vigilaban, las violaron y las iban secuestrar para prostituirlas ¿es razón para matarlas? Si una madre se entera que su hija será secuestrada para prostituirla, ¿la única salida que tiene es matar a la hija y matarse ella?

Esto nos recuerda la clásica frase de Lacan sobre el loco: “Un loco es un mendigo que se cree rey pero también un rey que se cree rey”, volveremos a esa frase más adelante, pero adelantamos con otra pregunta ¿Una persona con delirio de celos deja de ser paranoico cuando su pareja le pone el cuerno?

Como lo menciona Slavoj Zizek con respecto al joven neonazi que cuando le preguntan porqué golpeó a un negro y contesta “por la segregación social por la falta de amor de mis padres, por la ideología y crisis de valores de mis sociedad, por la carga genética de mis padres, etc”, aún y cuando todas esas razones sean ciertas, eso no le quita la responsabilidad del placer y lo que fantaseó al momento de hacerlo. Lo que es suyo, más que él mismo, es la realización de deseo experimentada en ese momento.

La única salida de la muerte y el suicidio es lo trágico en este caso. La muerte por protección. Arriesguemos a seguir la verdad en la fantasía delirante. Por un lado tenemos el amor de las madres por sus hijos y después tenemos este acto de esta madre ¿qué distingue el acto de esta mujer de otros actos de otras madres que no terminan suicidándose sabiendo que los hijos viven en un mundo de cada vez más riesgos?

La distancia entre este amor de madre y amor total de madre es la que encontramos entre el fan y el fanático. Orbitamos en la extraña senda de los fans, los detractores[3] y los fanáticos. Para marcar esta diferencia plateamos estos criterios. Los Fan y los detractores se encuentran en los dos extremos de una misma dialéctica. Ya sea odiar amar al ídolo en el caso de los fans donde ese odio se trasforma en sufrir por el ídolo, o amar odiar al ídolo que también adquiere la forma de amar hacer sufrir a los fans. Héroe y villano se encuentran en una casa de espejos. Los fanáticos se cuentan fuera de ese espejeo, ya que ellos si odian o aman lo hacen de forma pura. Es ahí donde el fanático pone en acto la fantasía inconsciente de los fans y los detractores.

Imaginemos a un creyente que va a cruzar una calle transitada y le pedimos que, si cree en Dios, lo haga con los ojos cerrados. Puede responder un “Si creo en Dios pero ¡no estoy pendejo!” o su traducción políticamente correcta “Creo en Dios, pero él me ha dado la inteligencia suficiente en su infinita misericordia para darme cuenta que correría peligro mi vida y dejaría que por libre albedrío tomara la decisión correcta.” Solo admitiríamos como fanático aquel que inmediatamente nos atacara por si quiera dudar de su fe o por el contrario cerrara sus ojos y comenzara a correr por la calle.

Un acto como este, demanda una respuesta inmediata, pero ¿de qué forma debe ser esta respuesta? Se busca a los expertos con preguntas con relación al caso ¿por qué lo hizo? Se pregunta pero no se escucha directamente. Lo que hemos perdido es nuestra capacidad de asombro. Cada vez son menos impactantes los casos de tiroteos en escuelas norteamericanas, casos donde lo verdaderamente trágico que resaltamos como en la tragedia de Hualahuises es que fue un tiroteo que terminó en suicidio. Pensemos en la solución de las dos posibilidades, arriesguemos a creer en lo increíble: 1. Era una mujer con un trastorno neuroquímico y 2. Era una madre que quiso a toda costa proteger a sus hijas, en las dos posibilidades lo trágico es que no se vea ninguna salida más el suicidio. Como lo sabían nuestros padres, el suicidio en la verdadera muerte de Dios, por eso es el máximo pecado, la Blasfemia. La blasfemia no es renegar de Dios, ni si quiera maldecir a Dios sino hacer de conocimiento de Dios su carácter impotente.

Cuando ella dice que vigilaban todo el tiempo a sus hijas no se contaba a en la foto, era cierto, ella, su madre, las vigilaba todo el tiempo. La madre Magdalena es total en su acto y la tragedia es que solo tuviera vida como madre. Citemos a Lacan en este punto:

“¿Que diferencia a alguien que es psicótico de alguien que no lo es? La diferencia se debe a que es posible para el psicótico una relación amorosa que lo suprime como sujeto, en tanto admite una heterogeneidad radical del Otro. Pero ese amor es también un amor muerto.”[4]

El Otro, ese Otro del orden simbólico queda reducido en su persecución a otro imaginario, adquiere una condición de semejante y se tiene demasiado cerca. Ese Otro, que sería la propia función de la maternidad es visto como la única imagen que da cuenta de existencia de esta mujer.

Cerramos con lo más escalofriante del caso. Se mencionó en los medios que esto se pudo haber prevenido si tan solo ella hubiera ido, o sido llevada, con algún especialista en salud mental, si tan solo se hubiera acercado. Las denuncias son ya un tipo de acercamiento. El problema es tomar la denuncia y querer inmediatamente remitirla con los especialistas, admitiendo que no hay posibilidad de creencia en el discurso de la denuncia.

Cuando al final de la película “Bedazzled” (Stanley Donen, 1967) George Spiggott, alias el Diablo, se queda sin volver al paraíso y oye la risa de burla de Dios voltea al cielo y le dice “¡Oh! ¡You are unbelievable!” Justamente ahí reside la operación del nombre del padre, ese segundo Otro, el padre simbólico, cuando opera creemos en él porque es increíble. Para bien o para mal.



[1] Otra forma son las dos posibles lecturas evocadoras a los Karamazov. 1 Dios ha muerto entonces nada está permitido. 2. Dios está vivo entonces todo está permitido.
[2] Hide and Seek puede traducirse como “Las escondidas”, el eslogan de la película es “Come out come out whatever you are.”
[3] Una figura de identificación de detracción rebelde adolescente se escucha en esos divertidos programas de radio sobre Fútbol, que a nivel local adquiere la forma de identificarse con cuatro opciones: Soy Tigre, Soy Rayado, Soy Anti-Tigre (que no necesariamente me convierte en Rayado) y Soy Anti-Rayado (que no necesariamente me convierte en Tigre). También nos lleva a la respuesta del personaje de la película “Más extraño que la ficción” cuando le preguntan “¿Pertenece a un grupo anárquico?”: “¿Los anarquistas tienen grupo? ¿Qué acaso no iría en contra del propósito de ser anarquista?”.
[4] Lacan, J. Clase 31 de mayo 1956.

domingo, marzo 16, 2008


LA ENSEÑANZA Y EL PSICOANÁLISIS[1]
Una imposibilidad necesaria

Paul Verhaeghe


“Para la llamada «psicología normal» permanece sin explicación la asombrosa conducta de la enferma, que se ingeniaba para aunar un saber conciente con el no saber.”[2]

“Nullius addictus jurare in verba magistri.”
(Horatius, Epist. I, I, 14.)
[3]

Por diferentes que las biografías de Freud puedan ser, todas coinciden en un punto: él quería saber. Desde el principio, podemos ver a un hombre ambicioso en su trabajo cuya meta es alcanzar una posición maestra, de experto, a través del saber. Cuando da sus primeros pasos hacia el psicoanálisis - en un momento en el que se encuentra ya en la mediana edad- su meta sigue siendo la misma y ello matiza tanto su teoría como sus prácticas iniciales. La cura analítica es la historia de un saber perdido, perdido como resultado de haberse convertido en material inconsciente. El propósito de tratamiento es la re-inscripción de este saber inconsciente en la conciencia. La expectativa implícita es que los efectos terapéuticos le sucederán automáticamente. A este respecto, Freud se revela así mismo como el heredero de la Ilustración, en la medida en que cree que la mera transmisión del saber es suficiente para inducir un cambio. Sin embargo, más allá de esta iluminación, nos topamos con Sócrates y sus insistentes preguntas: ¿Qué es el saber? y ¿Cómo puede éste ser transmitido o enseñado? Estas son dos preguntas que quiero puntualizar en el presente artículo.

El saber en análisis

Con respecto a la primera pregunta, tengo que especificar que el saber en cuestión, es más bien particular, es el conocimiento que es buscado por cada sujeto desde el principio. El estudio del caso Dora ilustra esta insistencia, y nos brinda lo esencial de esta búsqueda: a través de sus síntomas y sueños, Dora continuamente se pregunta qué significa el ser una mujer y una hija en relación al deseo de un hombre[4]. Esta ilustración en particular pierde su propia particularidad cuando Freud empieza a estudiar la infancia y de esa forma descubre la generalidad de lo que él llama las investigaciones sexuales infantiles, o lo que es lo mismo, la original búsqueda del saber. Tal como el paciente histérico, el niño quiere saber la repuesta a tres preguntas relacionadas entre sí. La primera concierne a la diferencia entre los niños y las niñas, la segunda, al origen de los bebés. La última es acerca del padre y la madre: ¿cuál es su relación? El niño, dice Freud, procede entonces como un científico, y produce genuinas teorías explicativas, por ello él los llama investigaciones sexuales infantiles y teorías sexuales infantiles.[5]. El problema recurrente con el conocimiento producido es que las respuestas nunca son decisivas, con el resultado de la persistencia de las preguntas. Este también fue el caso de Dora, cuyo segundo sueño menciona la repetición: "Sie fragt wohl hundertmal" ( ella preguntó cien veces)[6]. De acuerdo a Freud, los investigadores sexuales infantiles tropiezan con dos puntos específicos: el papel del padre (“el papel del semen fecundante”) y la identidad sexual femenina (“la existencia de la abertura sexual femenina”). Esta falla termina “renunciación no rara vez conlleva a una herida permanente del instinto de conocer”.[7] En lugar de un conocimiento correcto, el niño debe contentarse con las fantasías primarias, combinando en construcciones imaginarias la verdad, lo falso y la falta de un saber. Esto fortalece la convicción de Freud acerca de que la neurosis es o bien el efecto de un saber incorrecto en estas cuestiones o el efecto de una falta total del mismo.

En consecuencia, la primera solución terapéutica propuesta por él consiste en proveer a los pacientes con lo que él considera ser el saber adecuado, de tal modo que coloca al terapeuta en la posición de Maestro (master), de experto, de Amo. Una ilustración perfecta puede ser encontrada en la construcción producida a beneficio del pequeño Hans: “tiempo antes de que naciera (Hans), yo sabía que nacería un pequeño Hans que iba a querer mucho a su madre y que iba a sentir miedo por su padre por ello; (...)”. La reacción del pequeño es muy reveladora: “¿Acaso habla el profesor con el buen Dios…? En el camino de regreso a casa, Hans preguntó al padre, ¿… pues puede saberlo todo desde antes?” Esta pequeña interacción es muy instructiva: muestra al analista en la posición de poseer, enseñar y garantizar lo correcto de un saber.[8] De nuevo, el estudio del caso Dora es aún más instructivo. Freud asume el papel del Maestro-experto que sabe en materia de deseo y goce (fr. jouissance), y quien, por medio del tratamiento, enseña su saber al paciente; el paciente debe aceptar estos insights, etc. Y de nueva cuenta, las generalizaciones de esta concepción pueden ser halladas en sus ideas sobre el esclarecimiento sexual. En 1907 escribe con entusiasmo al respecto: el adulto no deberá restringir este conocimiento, por el contrario, debe informar a los niños correctamente, de tal manera que sus teorías incorrectas y fantásticas con respecto al nacimiento se vuelvan superfluas.[9] Para Freud, es obvio que un esclarecimiento general resultará en una disminución del número de adultos neuróticos.

Esta generalización tiene un fuerte impacto en el tratamiento: la cura es transformada en un ejercicio didáctico, la didáctica se transforma en cura. Un perfecto ejemplo de esta confusión se puede encontrar en el famoso “Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse” de 1916-17 (Conferencias de introducción al Psicoanálisis)- es decir, literalmente, “lo que es leído enfrente de los alumnos”. Tanto el tratamiento como la enseñanza equivalen a un análisis didáctico de la resistencia. En este momento, Freud se convirtió en un verdadero maestro en discernir las resistencias y antagonismos de sus alumnos/ pacientes, aun antes que ellos mismos lo hicieran. Una y otra vez, el solo formula la crítica de sus alumnos / pacientes – mucho mejor de lo que ellos podrían haberlo hecho por su propia cuenta- y cada vez que lo hace, termina con la discusión.

Una estrategia como esa sólo puede originar dos posibles reacciones: o uno es transformado de paciente a alumno que dice que sí y lo absorbe todo, o bien se reacciona tal como Dora hizo, dando un portazo al salir. Desde un punto de vista histórico, esto dará el origen al análisis de la resistencia, es decir, la batalla por convencer al paciente. Si ella o él no quieren aceptar el saber que se le presenta, estamos ante una cuestión de resistencia. No nos extraña entonces que en este tiempo, Freud considere a la educabilidad como el factor determinante de lo que resulta idóneo para un tratamiento psicoanalítico.[10]

Desde un punto de vista psicoanalítico, ambas reacciones representan un fracaso. El grupo que se queda es transformado en seguidores obedientes que acogen el saber; los individuos que se van permanecen en un desconocimiento. Ambos grupos son idénticos en el sentido de que ninguno supera el saber del Otro. No le toma mucho tiempo a Freud reconocer este punto de fracaso común. De hecho, si el paciente da un categórico sí o no a una interpretación, ambas respuestas son sospechosas y equivalen a lo mismo, es decir, que el paciente no ha aceptado la interpretación. Ambas respuestas son el efecto de algo diferente, algo que se ha hecho más y más importante en el desarrollo posterior de la teoría de Freud: la relación de transferencia por la cual al analista se le atribuye o se le niega la posición del Maestro, del amo.

La verdad más allá del saber

Basado en esta experiencia, Freud modifica su curso dramáticamente. El saber ya no debe ser suministrado por el analista, sino es el analizante quien debe producir el saber, y la posición del experto que enseña se vuelve prohibida para el analista durante el curso del tratamiento.[11] En vez de enseñar, el analista debe ser enseñado. En lugar de los significantes del analista, los del paciente llenan la escena. El paciente es el único que sabe, sólo que él(la) no sabe que sabe. El saber que viene de una fuente exterior no es más que un factor inhibitorio. Esto es claramente expresado en el consejo técnico que Freud hace en ese periodo: idealmente el paciente no deberá haber leído artículos analíticos, el analista deberá abstenerse de proporcionar información o interpretaciones precoses, etc.[12] La distancia que separa el estudio del caso Dora del análisis del Hombre de las Ratas es tremenda a este respecto. En este último, él explícitamente confirma lo inútil de las intervenciones explicativas.[13] En materia de práctica clínica, toda la atención se centra en el crear una situación en la cual y por la cual el paciente pueda producir tantos significantes como le sea posible.

Desde un punto de vista Lacaniano, esto puede ser descrito como el carácter operativo de la transferencia, es decir, la transferencia como fuerza pulsional (driving force) del tratamiento. El analizante espera un saber del analista. De hecho, al comienzo del tratamiento, el analista no sabe nada en lo absoluto sobre el paciente en particular, pero él(la) puede usar su posición de tal manera que haga que el analizante produzca significantes, es decir, un saber, para ese-que-se-supone-que-sabe. Esa es una de las razones por la cual Freud afirmó que un análisis solo puede comenzar cuando la transferencia es “positiva”, y ello entonces implica una abundante producción de asociaciones. Una transferencia negativa, por otro lado deriva en silencio, por lo que debe ser deshecha lo más pronto posible.
Este cambio en la dirección – el saber localizado en el analizante, no en el analista- no es definitivo. Un nuevo obstáculo surge con esta inversión, experimentado por Freud en el dominio epistemológico cuando estudió las teorías sexuales infantiles. Estos precursores de ciencia le enseñaron la diferencia entre el saber y aquello más allá del saber, algo que pertenece a otro registro, aparte del orden simbólico. Es en este punto en el que el esclarecimiento – de hecho, la Ilustración – queda corta.[14] Lo mismo sucede con el tratamiento: existe algo que no puede se puesto en palabras, algo por lo que las palabras hacen falta. Originalmente., él consideró que esto era la experiencia traumática, pero después lo llamó el “micelio”, el “núcleo del ser”, lo “originalmente reprimido”.

Freud se enfrenta aquí con una segunda dificultad que tomará cada vez más la forma de una imposibilidad. En la primera mitad de su carrera analítica, él estaba más o menos convencido del hecho de que la última palabra, el máximo saber, podía ser encontrado, dotando al tratamiento del llegar lo suficientemente lejos. En un periodo posterior, tuvo que concluir que la verbalización sólo es posible hasta un cierto punto; más allá de eso, yace otro orden, el orden de Más allá del Principio del Placer, queriendo decir más allá de las representaciones ("Vorstellungen", es decir, significantes). El saber así como aparece en el significante no es definitivo, hay un más allá. Con Lacan nos encontramos con la dimensión de la verdad: sólo puede ser dicha a medias, "Le mi-dire de la vérité".[15]

¿Por qué la llamamos “verdad”? ¿Cómo difiere del simple saber? Uno puede responder que la verdad siempre concierne al deseo (desire) y al goce (jouissance), pero lo mismo va para el saber freudiano del mero principio, por ejemplo, sus ideas sobre Lust (placer) y Wunsch (deseo). La característica esencial de la verdad es que nos confronta con el máximo punto donde el saber sobre el deseo y el goce no pueden ya ser puesto en palabras. El saber por sí mismo siempre se queda dentro del dominio del significante, la verdad comienza dentro del dominio pero evoca una dimensión más allá de éste, esa es la principal razón por la inventamos la poesía.[16] Esta dimensión límite del deseo y la jouissance es lo que les da el empuje – que se relaciona con la pulsión. Esta dimensión más allá del significante es lo Real lacaniano o, para ser más específico, el perdido “objeto a” que siempre falta para el sujeto hablante, causando su siempre cambiante deseo.

Con esto, Freud se tropieza con una segunda imposibilidad. La discutida arriba concierne el hecho de que para el analista es imposible asumir la posición del Maestro-Amo que produce y garantiza un saber. La segunda concierne algo que se impone a todo sujeto hablante, es decir, la imposibilidad de decirlo todo y producir el saber definitivo.

La primera encuentra su primera formulación en 1933, cuando enumera las tres profesiones imposibles: gobernar, educar, psicoanalizar.[17] Es imposible para cualquier persona no personalizar la verdad (“toda la verdad y nada más que la verdad”) para alguien más, que es precisamente lo que es requerido por estas tres profesiones. Freud sabía muy bien de lo que estaba hablando, pues él mismo había tratado de combinarlas: en su periodo temprano, la terapia condujo a la enseñanza desde una posición de Maestro.

La segunda imposibilidad será elaborada en Más allá del principio de Placer. La elaboración misma se enfrenta a una dificultad fundamental, al concernir algo que yace más allá de la dimensión del significante, y por lo tanto más allá del saber normal. Algo sigue insistiendo más allá de las representaciones, la compulsión a la repetición es un intento desesperado en atarse con significantes para poder llegar a dominarla, pero esto falla una y otra vez. Este algo tiene que ver con la pulsión, aunque con esa parte de la pulsión que yace más allá del principio del placer y que tiene como propósito otra finalidad. Las primeras elaboraciones de Freud están situadas tanto en el campo de las neurosis traumáticas como en los juegos infantiles, por lo que ilustran el carácter general de este “más allá”.

Lo que no se hace claro para Freud, es el lazo entre estas dos imposibilidades. Están ligadas en el sentido de que cada una de ellas trata de responderle a la otra. Asumir la posición del Maestro-amo funciona como garantía para la respuesta que cubre la falta en la cadena de significantes y, viceversa, lo que cubre la falta en lo simbólico corrobora la posición del Maestro-amo: “el padre que sabía antes que el sujeto naciera”. La teoría de Lacan sobre los cuatro discursos hace posible trazar esas dos imposibilidades con su respectiva interdependencia. Más aún, esta teoría demuestra las interacciones estructuralmente determinadas entre ellas, a través de los cuatro diferentes discursos. [18]

La teoría de los Discursos: Imposibilidad e Impotencia

Cada discurso consiste en la misma estructura formal. Comienza con un agente empujado por una verdad a hablarle a otro con el resultado de un producto. Sin embargo, es imposible para el agente transmitir su mensaje completamente a este otro. Esta imposibilidad es encontrada en una impotencia subyacente: cada discurso es impotente de producir algo que abarque su punto de partida, es decir, la verdad. Tanto la imposibilidad y la impotencia son el efecto de una heteronimia de la verdad: parte de ella yace más allá del significante y pertenece al dominio de la jouissance.
Las cuatro posiciones de esta estructura formal pueden ser ocupadas por cuatro diferentes términos, por medio de los cuales la particularidad de cada discurso concreto es determinado.[19] Esta teoría le permite a Lacan formalizar las tres profesiones imposibles freudianas como tres diferentes discursos, cada uno de ellos con una particular apariencia de la imposibilidad. El “regieren” imposible es el discurso del Amo; el “edukieren” imposible es el discurso de la Universidad; el “analysieren” imposible es el discurso del Analista. Incluso añade un cuarto: el deseo imposible que instala el discurso de la Histérica. Estos cuatro discursos se encuentran íntimamente relacionados ya que existe un cambio determinado estructuralmente de uno a otro, llevando a que la imposibilidad de un discurso resulta en, o es contestado por, la imposibilidad de próximo discurso.[20]

La ventaja particular de esta teoría de nuestro sujeto – el saber y su transmisión a través del psicoanálisis contra la transmisión del saber psicoanalítico- es doble. Primero que nada, se centra en la transferencia con respecto a la relación entre el saber (un término) y la verdad (una posición). En segundo lugar, la teoría del discurso se centra en la transferencia de una manera puramente formal, es decir, independiente de cualquier contenido en particular de cualquier paciente en particular. Es más, cada discurso representa un lazo social que obtiene por su fracaso otro lazo social, que es a su vez otro discurso con otra relación con respecto al saber y a la verdad. La aplicación de esta teoría del discurso nos permite trazar la relación entre la enseñanza y el análisis como una que es necesaria entre dos imposibilidades.

La relación entre analista y paciente forma el meollo, el núcleo, de la práctica analítica. En primer lugar, esta relación debe ser productiva de tal forma que el paciente produzca significantes; en segundo lugar, la relación misma debe ser trabajada. El primer aspecto induce un saber, el segundo incumbe a la verdad.

La productividad de la relación transferencial consiste en el hecho de que el paciente adjudica al analista el lugar del que sabe y es por ello que el primero produce significantes, para este Otro que es “un supuesto saber”. En esta etapa, el análisis puede ser entendido en términos del discurso del Amo. De hecho desde el punto de vista del paciente, el analista es situado en el lugar del agente como un amo S1, y es por ello que el paciente en el lugar del otro produce significantes S2, y por lo tanto produce un saber.
S 1 - S2

Esta primera etapa durante un análisis resulta en un considerable crecimiento en saber. Es por ello que Lacan considera al psicoanálisis un remedio efectivo contra la ignorancia. Un nombre apropiado para esta etapa podría ser un discurso Socrático: el analista funciona como la partera proverbial, permitiendo al paciente formular un conocimiento, un saber que ya está ahí.

Inevitablemente, es decir, estructuralmente, el siguiente paso en el discurso es la producción del objeto a, más allá del saber que puede ser expresado en significantes:
Esta segunda etapa implica el límite del discurso del Amo, que significa que nos enfrentamos con dos posibilidades: o bien existe una regresión, o una progresión desde ahí a otro discurso.

La regresión nos trae al discurso de la Universidad, donde el saber como tal es representado como el agente.

Esta regresión fue la elección freudiana por mucho tiempo, cuando Freud se esperanzó a que el saber sería suficiente para enlazar el vacío entre el sujeto y su objeto de deseo. El resultado es exactamente lo opuesto de aquello que se esperaba, porque el producto de este discurso es una creciente división del sujeto.

S2 - a - $

En este aspecto, es perfectamente entendible que el último artículo de Freud verse acerca de una escisión generalizada del sujeto[21]. La conclusión es bastante clara: producir una creciente masa de saber, es decir, significantes, intensifica la pérdida del objeto a para el alumno y lo deja aún más dividido. Para decirlo sin rodeos: mientras más se sepa, más se duda y titubea

Por otro lado, el camino de la progresión nos lleva a las paradojas del discurso del Analista. Ahí encontramos al saber, es decir, al cuerpo de significantes, en la posición de la verdad. Lacan lo expresa de este modo “lo que se espera de un psicoanalista es, como dije la última vez, hacer funcionar su saber en términos de verdad”. Esto es imposible, y por lo tanto él continúa diciendo: “Es por eso que se confina a un semi-decir”[22]
Este S2 es el cuerpo de significantes, producido por el paciente en análisis, durante su primera fase lógicamente[23]. De hecho, el inicio del tratamiento no consiste en un discurso analítico, pero lo hace posible, porque esta primera fase obliga al paciente a producir un siempre creciente cuerpo de saber. Con el discurso analítico, este cuerpo de significantes ocasiona lo que yace más allá de él, el objeto a, y lo convierte en el agente de su discurso, lo que causa la división del sujeto y su deseo. Como producto de este discurso, el sujeto va a ser confrontado con un significante Amo S1 propio.

La diferencia entre estas dos posibilidades, regresión y progresión, es considerable. En la solución regresiva, el analista actúa como la encarnación del saber.; en la progresiva, él(la) no es nada más que un soporte del objeto a . La primera solución es un intento de continuar el discurso del Amo en un nivel más bajo, el segundo es radicalmente diferente, en el sentido de que la relación es tal, entre el del supuesto saber y el del que produce saber, que termina en una exacta inversión de los roles. De hecho, el discurso analítico es un reverso del discurso del amo. La elección de una solución psicoanalítica requiere esta inversión de posiciones, es decir, el proceso y trabajo de la relación transferencial en el punto donde el analista fue instalado en la posición de quien garantiza la verdad. El resultado neto e impredecible de este trabajo y proceso reside en la manera en la que un sujeto es capaz de tolerar la existencia de la falta fundamental en lo simbólico, sin necesidad de llenarla, desacreditarla o rechazarla.

Enseñar vs. Analizar

La teoría de los cuatro discursos hace posible el discutir la relación entre el análisis y la enseñanza en una manera estructural, centrándose en los elementos de la transferencia, el saber y la verdad. La diferencia crucial reside en las diferentes metas, las cuales me gustaría delimitar de la manera siguiente: separación para el psicoanálisis, alienación para la enseñanza. En términos de discurso, estas metas suponen que la enseñanza tiene como propósito la transmisión del conocimiento, del saber, mientras que el análisis se concentra en co- elección de la verdad como causa operando más allá del saber.

Primero, enseñar. La educación siempre equivale al proceso de transmisión de significantes y por lo tanto, de saber, del maestro al alumno. Esta transmisión sólo es efectiva con la condición de que exista una transferencia positiva: uno aprende donde uno ama. Esto puede ser perfectamente entendido en términos freudianos. Con un organismo primitivo, la incorporación del mundo externo es limitada a la parte placentera de éste, el resto es expulsado/reprimido (“no lo podría aceptar”[24]). Con la adquisición del lenguaje, la incorporación ocurre por medio de significantes y se vuelve una identificación. El sujeto se identifica con el significante del Otro, es decir, el saber ofrecido por este Otro, todavía en condiciones de una transferencia positiva con este Otro. Desde un punto de vista lacaniano, esta identificación siempre es una alienación. Alojar significantes del Otro transforma al sujeto en un extraño para sí mismo (Como dijo Rimbaud: “Je est autre”, Yo es otro). Esta alineación implica tanto ganancia como pérdida. En primer lugar, hay una ganancia en saber, en conocimiento, pero el proceso va más allá que sólo eso, porque la alienación es la mera operación por la cual la relación entre el sujeto y el Otro es establecida. Dependiendo del número de significantes alojados por el sujeto, la realidad externa correspondiente crece, más aún, esta realidad es por lo tanto realisada porque es precisamente determinada por el Orden Simbólico[25]. Por otro lado, tenemos una pérdida que está estructuralmente determinada. Concierne primero a lo Real, más particularmente a la falta del ser (“manque à être”[26]), y en segunda, a lo simbólico, más particularmente a la pérdida de elección: el deseo de uno mismo está siempre alienado del deseo del Otro.

Estos efectos se aplican a los alumnos para quienes la enseñanza necesariamente resulta en un efecto de unificación (formación de grupo) en la cual cada sujeto en particular es sacado del montón y después sumergido en él (drawn and drowned). Para el maestro, el acto de enseñar – producir significantes- resulta inevitablemente en una confrontación con los límites de este saber, y por lo tanto con la parte de verdad que se halla más allá de la verbalización. Esta es la razón estructural por la cual la enseñanza puede ser considerada una profesión imposible.

Ahora, el análisis. Aquí, el proceso se mueve en una dirección opuesta, no obstante también bajo la transferencia: es el analizante quien produce significantes y por lo tanto un saber para el analista quien se encuentra en el otro extremo, el de recibir. Este último es quien debe ser enseñado, con el resultado de que la alineación sea situada en su lado, implicando el riesgo de que el analista se identifique con el saber que es producido para, y atribuido a, él(la). En contraste, para el analizante, la posibilidad de evitar la alienación es creada. Es más, mientras el sujeto siga produciendo significantes para el analista en la posición de aquél que sabe, el sujeto es por consiguiente confrontado con el carácter alienante de estos significantes con respecto a su identidad como sujeto. “Pues en ese trabajo que realiza de reconstruirla para otro, vuelve a encontrar la enajenación fundamental que le hizo construirla como otra, y que la destinó siempre a serle hurtada por otro.”[27]. En este sentido, el trabajo analítico está muy relacionado al trabajo de duelo, y resulta en una desalienación o des-identificación. Este trabajo confronta al sujeto con la pérdida irreparable que se halla en el corazón de lo Simbólico. Esta es la misma pérdida donde la búsqueda infantil por un saber llegó a una calma por las mismas razones: la identidad sexual simbólica, la función del padre, la relación sexual. Lo Simbólico nunca puede apartar estos aspectos de lo Real; como una falta en lo Simbólico, ellos abren el vacío para el sujeto, dejándolo con dos posibilidades.[28]

En primer lugar, el analizante puede retroceder en esta confrontación con la falta, y preferir regresar a la respuesta producida y garantizada por el Amo, por ende, él(la) continúa en la alineación y se queda sujetado al deseo del Otro y su saber: él(la) sigue siendo un alumno. Consecuentemente, él(la) entra al grupo y comparte su saber. Para ubicarlo en la terminología lingüística de F. de Sassure el(la) comparte las convenciones de los significantes usados por ese grupo para cubrir lo Real. En la segunda posibilidad, el analizante puede quedar enganchado en una confrontación con la verdad, es decir, con la falta fundamental en el Otro. Por ende, el(la) va a reducir la respuesta del Amo a una respuesta, por medio de la cual la posibilidad de separación es abierta. Más allá de la dimensión del saber, el sujeto ha co-elegido la verdad: no hay Otro que garantice. Consecuentemente, el próximo paso sólo puede ser indicado, más no puede ser completado. Desde este punto el sujeto puede llegar al acto de la creatividad, si bien una creación ex nihilo, obligándolo a hacer elecciones propias. El determinismo de la alienación es remplazado por el semi-determinismo de la relación. El tiempo en que esto ocurre es el futuro anterior, el “lo que yo habré sido para lo que estoy llegando a ser”: las elecciones hechas en el pasado ahora determinan el futuro[29]. Comparado al proceso de enseñanza, que resultó en la homogeneización de los alumnos dentro de un grupo (y dejó al maestro dividido), el análisis termina con la producción de la diferencia radical entre los analizantes (y arriesga dejando al analista en alineación)[30]. No es una coincidencia el que Lacan discuta la creatio ex nihilo en su seminario XVII sobre ética. Las elecciones que uno tiene que hacer más allá de este punto son arbitrarias (no hay garantía) y por lo tanto, son éticas.

Debido a su estructura, la separación no puede ser enseñada, pero la enseñanza es la precondición necesaria para ello. Una cantidad suficiente de significantes auxiliares tiene que ser producida, antes de que uno pueda alcanzar el punto de una falta de apoyo. Una vez que ese punto es alcanzado, cada significante falla. Me recuerda a una expresión por B. Driessens (comunicación personal) “tratar de atrapar la verdad con palabras es tal como tratar de atrapar el agua con una red: lo único que se atrapa es porquería”. Históricamente hablando, solo al bufón se le permite no formular pero sí evocar la verdad; en este sentido el analista es la verdadera encarnación del bufón.

La diferencia entre proveer a alguien con significantes y hacer que alguien produzca significantes, es decir, la diferencia entre enseñar como un Maestro o ser enseñado como un supuesto Maestro, puede ser usada para crear una diferenciación entre psicoterapia y psicoanálisis. Cualquiera que sea el abordaje terapéutico, de una u otra forma el tratamiento psicoterapéutico viene a ser el hecho donde el terapeuta toma la posición del Otro que garantiza y provee al paciente con los significantes correctos. Históricamente hablando, así es incluso cuando la psicoterapia comenzó, con el teatro griego que exponía al público su propio drama, y les permitía identificarse con los actores resultando en lo que Aristóteles llamó catarsis. Este tipo de terapia permite al sujeto un marco simbólico con el cual afrontar lo real. El psicoanálisis es una posible secuela, a condición de que el sujeto haya adquirido los significantes necesarios para poder cuestionar la alienación y llegar a la separación.

Para concluir, la transferencia puede ser utilizada de una manera doble, ya sea para imponer significantes o para hacer que alguien las produzca. En ambos casos, producir significantes, ya sea en la posición de maestro o de analista, confronta al sujeto inevitablemente con el punto de la falta y abre la posibilidad de un proceso analítico.

En el primer caso, la enseñanza es la meta principal, dando pie a la alineación y a la transmisión del saber, resultando en formación de grupo alrededor de significantes compartidos, es decir, una “doxa”. Para el Maestro, sin embargo, ello provoca una confrontación con la falta en el orden simbólico y lo obliga a cuestionar su propia posición como un sujeto dividido hacia esta falta.

En el segundo caso el análisis se vuelve el propósito; da pie a la separación y la co-elección de la verdad, confrontando al analizante con su propia subjetividad, su otredad. Para el analista sin embargo abre la trampa de una identificación con la posición del Maestro-amo, de la cual debe mantenerse alejado.

Los dos procesos están íntimamente relacionados: el discurso del Amo, infunde un saber, pero produce el objeto a de tal forma que no puede ser relacionado al sujeto dividido. El discurso del Analista comienza más allá de este saber, con este objeto a en la posición del agente en una relación causal con el sujeto dividido que produce un S1 propio.

La contradicción interna entre estos dos procesos encuentra su más clara expresión en las llamadas escuelas psicoanalíticas y su dificultad omnipresente. ¿Cómo es posible formar un grupo con gente que ha, ya sea alcanzado el pináculo de su otredad, o bien ha elegido una identificación con la doxa?


[1] La presente traducción es la integración de tanto el documento impreso como la versión electrónica: Verhaeghe P., Teaching and Psychoanalysis: A necessary Impossibility, in: M.Stanton & D.Reason (eds), Teaching Transference. On the Foundation of Psychoanalytic Studies, London, Rebus Press, 1996, pp. 27 - 43.
http://www.psychoanalysis.ugent.be/pages/nl/artikels/artikels%20Paul%20Verhaeghe/Teaching%20and%20Psychoanalysis.pdf
Traducción al castellano por Miguel Martínez Jiménez y José Héctor Mendoza Cuevas.

[2] Freud. S. Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I) (1913). «Zur Einleitung der BehandIung Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 12.

[3] “Nadie está obligado moralmente a jurar lealtad a las palabras del Maestro”. Horacio escribió esto en una carta dirigida a Mecenas, el arquetipo del patrocinador.

[4] Freud. S. (1905a) Fragmento de análisis de un caso de Histeria. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7.

[5] Freud S. (1905b) Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7.
[6] Freud. S. (1905a) Op. cit.
[7] Freud. S. (1905c) Op. cit.
[8] ¡Notamos la forma referida de “Profesor”! Freud. S. (1909b) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 10. “Me enorgullecería extraordinariamente esta admisión de labios del niño si yo mismo no la hubiera provocado con mis fanfarronadas en chanza.”
[9] Freud. S. (1907e) El esclarecimiento sexual del niño (Carta abierta al doctor M. Fürst) Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 9.
[10] “En cuanto a la propiedad de que el enfermo sea susceptible de educación para que pueda aplicársele el tratamiento psicoanalítico, deberemos examinarla todavía desde otro punto de vista.” Freud. S., 1905a Sobre psicoterapia. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7. (itálicas P. Verhaghe)

[11] Este cambio queda mejor expresado en el comentario de Freud al respecto del sueño de Irma en La interpretación de los sueños.
[12] Freud. S., (1913c) Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I). Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 12.
[13] Freud. S., (1909d) Apuntes originales sobre el caso de neurosis obsesiva. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 10.
[14] En 1933, concluye que había sobrestimado el efecto profiláctico del esclarecimiento: a pesar de que se instale el conocimiento conciente, esto no cesa que los niños construyan fantasías. El conocimiento no es suficiente, existe otro factor a trabajar. (“Lejos estoy de afirmar que sea este un proceder dañino o superfluo, pero es evidente que se ha sobrestimado en mucho el efecto profiláctico de estas liberales prevenciones. Los niños saben ahora algo que antes ignoraban, pero no atinan a nada. con las nuevas noticias que les regalaron. Uno se convence de que ni siquiera están prontos a sacrificar tan rápido aquellas teorías sexuales -uno diría: naturales- que ellos han formado en acuerdo con su organización libidinal imperfecta y en dependencia de esta: el papel de la cigüeña, la naturaleza del comercio sexual, la manera en que los niños vienen al mundo. Todavía largo tiempo después de haber recibido el esclarecimiento sexual se comportan como los primitivos a quienes se les ha impuesto el cristianismo y siguen venerando en secreto a sus viejos ídolos” Freud. S., (1937c). Análisis terminable e interminable Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.

[15] “"No hay relación sexual" se propone entonces como verdad. Pero ya he dicho que la Verdad no puede decirse sino a medias (mi-dire).” Lacan. J. Seminario 19. Clase 08-12-71

[16] “La poesía se funda precisamente sobre esta ambigüedad de la que hablo, y que califico de doble sentido. Ella parece resultar de la relación del significante al significado, y se puede decir en cierto modo que es imaginariamente simbólica. Si en efecto la lengua — es de ahí que Saussure toma su punto de partida — es el fruto de una maduración, de una madurez, que se cristaliza en el uso, la poesía resulta de una violencia hecha a este uso, de la que tenemos algunas pruebas — si evoqué la vez pasada a Dante y la poesía amorosa, es precisamente para marcar esta violencia. La filosofía hace todo para borrarla, por lo cual ella es el campo de ensayo de la estafa. Es por eso que, también, no se puede decir que la poesía no juegue allí a su manera, inocentemente, lo que he connotado recién como lo imaginariamente simbólico. Eso se llama la verdad.” Lacan. J. Seminario 24. 15-03-77.

[17] En el párrafo que precede estas tres imposibilidades, formula que el análisis y la relación analítica se encuentra fundada “en el amor por la verdad, es decir, en el reconocimiento de la realidad objetiva”. S. Freud, (1937c). Análisis terminable e interminable Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.

[18] Como consideramos esta teoría una condensación de la evolución de Lacan, cualquier referencia bibliográfica hacia alguna parte de su trabajo en particular es limitante. La teoría fue desarrollada durante el seminario de 1969-70, L'Envers de la psychanalyse, Radiophonie y su próximo seminario: D'un discours qui ne serait pas du semblant. Una elaboración posterior puede hallarse en Encore, el seminario de 1972-73. Para una exposición didáctica remitimos a: P. Verhaghe, “From impossibility to inability: Lacan's theory on the four discourses', en The Letter, Lacanian perspectives on Psychoanalysis, 4,1995, Dublin, pp. 76-100; y P.Verhaeghe, ¿Existe la Mujer? De la histérica de Freud a lo femenino en Lacan. Paidos.

[19] Los cuatro elementos son: el S1, designa al Amo; es el significante con el cual un sujeto pretende estar completo, sin ninguna división, el S2, denomina la interminable cadena de significantes al mismo tiempo que designa el saber; El “Objeto a” es lo que se encuentra más allá del significante, el objeto primordial que se encuentra irrevocablemente perdido por la adquisición del lenguaje; $ es el sujeto dividido y barrado, barrado por el Real y dividido entre los significantes.

[20] Los cuatro términos: S1 y S2, $ y a, se presentan en un orden fijo. Según este orden, pueden ser rotados en las posiciones, con el resultado de cuatro formas diferentes de discursos. De hecho, en la quinta rotación, se vuelve al punto de inicio. Siguiendo este orden, el discurso del Amo cambia al Discurso de la Universidad que cambia al Discurso del Analista que al cambiar llega al Discurso de la Histérica:

[21] Freud. S., (1940 [1938]) La escisión del yo en el proceso defensivo. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.
[22] Semi-decir, medio-decir o hablar a medias es un intento por traducir mi-dire, un neologismo en francés. Ver Lacan, J. El Seminario, libro XVII, L’Enverse de la psychanalyse. Clase 5 Saber, medio de goce 14-01-1970. Una elaboración posterior puede ser hallada en El Seminario, libro XX, Encore, Clase 8. El saber y la verdad 20-03-1973
[23] Una fase que, como tal, nunca termina de completarse.
[24] En nuestro castellano mexicano hace sentido decir “Eso no me lo trago”. H. Mendoza.
[25] La inspiración de esta parte de la teoría lacaniana se halla definitivamente en Melanie Klein, especialmente su artículo sobre “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo”. Ver Lacan, J. Seminario I. Los escritos de Freud sobre la técnica clases 6-7 y Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, clases 16-19.

[26] Lacan. J. Seminario 8, La transferencia.
[27] Lacan, J. (1977) La Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis: Palabra vacía y palabra plena en la realización psicoanalítica del sujeto, en Escritos 1.
[28] En nuestra opinión, Bion conceptualiza lo mismo inconcebible con sus ideas sobre el “O”en Attention and Interpretation, London, Karnac Books Ltd., 1984.
[29] Lacan, J. (1977) La Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis: Las resonancias de la interpretación y el tiempo del sujeto en la técnica psicoanalítica, en Escritos 1. Ver también J. Lacan, Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud.
[30] Lacan. J. Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase 20 En ti más que tú
24-06-1964

domingo, marzo 09, 2008


El Puño Del Amo Zen Que Asfixia

“¡Gracias por tu sabiduría Maestro Zen!”

“Fist of Zen” de la cadena de televisión Mtv es un programa de concurso para adolescentes. En el supuesto de que existe un Maestro Zen milenario que busca trasmitir su sabiduría a occidentales a través de pruebas de tortura y humillación; un grupo de jóvenes realizarán diversas tareas algunas dolorosas, y otras asquerosas, con la consigna de realizarlas en completo silencio sin posibilidad de quejarse o reírse del compañero que está sufriendo. A cada prueba superada el equipo ganará 100 libras esterlinas hasta una prueba final en la que todos participan y donde se juegan el “todo o nada” de lo acumulado. Este programa, como show de concurso, en su carácter de sin importancia nos permite abordar temas relacionados con la ideología actual y los síntomas que dan cuenta de la misma. Lo que brilla de este programa es que, como otros del tipo de “Fear Factor”, el sufrimiento garantizado. No se trata de correr más rápido, saltar más alto o cargar más peso, aquí es de soportar más dolor sin quejarse. Lejos de satanizar este programa y más lejos aún de simplemente dejarlo pasar, la hipótesis de este escrito es reconocer en “Fist of Zen” un intento de solución ante un fenómeno que toca a la clínica actual, el Otro no responde, la A-dicción, y los nuevos tipos de síntomas que están apareciendo.

Al más puro estilo de una madre de familia preocupada vayamos a la pregunta obvia ¿Por qué un programa donde se busca-apuesta el dolor? ¿Por qué los jóvenes buscan el dolor? Fácilmente podemos dar las dos respuestas clásicas de nuestra sociedad de riesgo: por la búsqueda de la adrenalina o por alienarse con el grupo, es decir, por buscar la aceptación del grupo de amigos. Estas serán las dos vertientes básicas. Por un lado tenemos el discurso del bio-poder que indica que el joven no es responsable sino que existe un desajuste en su organismo que genera la necesidad física de estas conductas de riesgo. Por el otro lado, las teorías humanistas dirán que el sujeto no es responsable ya que se ve influenciado por el grupo de amigos y los medios de comunicación que le han enseñado violencia buscando con esto controlarlo y mandarlo a la guerra, etc. La propuesta del psicoanálisis es diferente a estas dos.

Si “Fist Of Zen” fuera un sueño (la formación clásica del inconsciente), el método psicoanalítico no se concentraría en el sufrimiento o la humillación sino en los pequeños detalles del cómo se presenta esta prueba. En este caso, en el juego-parodia-chiste que se monta como pretexto para sostener el programa. Si los jóvenes sufren, es por el Maestro Zen. Así, la pregunta cambia a ¿porqué estos jóvenes buscan (sueñan) ser sometidos y humillados por un Maestro-Amo Zen?

El budismo que presenta “Fist Of Zen” no es la ideología oriental solo si admitimos que es exageradamente oriental, es decir, vista con ojos occidentales. La parodia nos lo dice. El título “Fist of Zen”, su apariencia, es una clara referencia a las películas tipo “b” orientales, las conocidas como “películas de karatazos”. El Puño (“Fist”) del título nos remite a la película de culto de Bruce Lee “Fist of fury”; tipo de película que tenían la características de ser, por lo chafas, dobladas de manera pésima. Vemos y escuchamos al Zen Master como salido de una película de los 70 tanto en la forma de la calidad de la imagen como en la música. La parodia muestra que lo que conocemos como budismo, nueva ideología capitalista de iluminación solo es la versión occidental de ese misticismo. Es la versión New Age que por igual mezcla creencias en los extraterrestres, los ángeles, física quántica, etc. A la Lacan podemos decir que “finalmente tendrán un Amo”. En el capitalismo neo liberal en el que vivimos no puede co-existir con la sabiduría oriental ya que esa búsqueda de paz interna sin necesidad de ir a una iglesia y someterse a la jerarquía monoteísta solo es posible en su régimen original el feudal o en su cambio actual comunista en la política y capitalista en el mercado.[1]

El maestro Zen, más que ser oriental es exageradamente occidental pero el de ese poderoso maestro del pasado, es como buscar ese padre poderoso totalitario del régimen occidental patriarcal, ese tan temido y rechazado de nuestro tiempos. ¿Por qué buscar ese padre primordial de otros tiempos?

Oedipus Reloaded

La gran pregunta teórica de muchos analistas comprometidos con la clínica actualmente es como la pregunta que se hace Žižek en su libro “El espinoso sujeto”, ¿A dónde va el Edipo? Antes de gritar “¡Ya no hay Edipo!”, proponemos la experiencia de un Oedipus Reloaded, siendo Fist Of Zen una expresión de él.

Otro lugar donde localizamos otro ejemplo de síntoma por el estilo es en las novelas de Chuck Palahniuk. Su obra más famosa es sin lugar a dudas “El club de la pelea”. La propuesta artística de Palahniuk es más desarrollada en su más reciente novela que nos brinda más posibilidades de análisis del fenómeno que comentamos ya que lleva por nombre “Choke” traducida en castellano como “Asfixia”. En la novela, escrita a manera de autobiografía de confesiones, se desarrolla el siguiente dialogo entre el protagonista y una chica mientras lo hacen en un avión:

“-Mis amigas me apuestan dinero a que estás casado…
Le digo a Nico que a lo mejor sus amigas tienen razón. La verdad es que todos los niños criados por una madre soltera en gran medida ya nacen casados… En la historia edípica moderna, es la madre la que mata al padre y se lleva al hijo.
Y uno no se puede divorciar de su madre.
Ni matarla.”
[2]

La confesión-reflexión del protagonista de “Asfixia” no remite a un antiedipo, a menos que reconozcamos el carácter de promoción de “closet” en lo anti. Así como el ateo que grita un reto a Dios esperando secretamente que le caiga un rayo. Reload resalta la forma de volver a tener algo encima. No es la figura de recuperar, ni de volver aun punto anterior, no es la reversa, sino pasar a otra fase, asumir la figura de la post modernidad. El puño del Zen es una especie de Edipo Retraumado donde el agobio ante el Edipo, la sumisión con el amo y la ley patriarcal se reinserta y pasamos del “todo-nada” al “ahogo y desahogo”, como la identificación con el abuelo (padre primordial) rechazado por el propio padre.

Hemos abordado dos temas desde el arte y el entretenimiento, a hasta cierto punto un síntoma sin tanto sufrimiento si recordamos la calidad de “formación de compromiso”, de “intento de solución”, pero sobre todo de algo que se presenta a alguien que pueda escucharlo. Dirijamos nuestra mirada ahora hacia lugares donde fracasa eso donde triunfa “El puño del Zen” y “Asfixia”, El video-bullying y El Chocking game.

La tesis del presente escrito es la siguiente: la verdadera actualidad de las Neurosis Actuales de las que Freud habló desde 1898. Sostenemos, al igual que otros, que lejos de lo que se cree el psicoanálisis es más actual que nunca. Siguiendo la senda de la popularidad encontramos a los adolescentes, ya que ellos siempre están a la moda, y nuevos fenómenos a los que el psicoanálisis puede atender. Actos que otros llaman ingenuamente “conductas desadaptadas”, otros llamarán despectivamente “moda” y otros más “riesgos de nuestra juventud” son los siguientes: El video-bullying y el chocking game.

Descritos brevemente, El video-bullying es el video grabar (comúnmente con cámaras de teléfonos celulares) peleas o ataques entre jóvenes para después subirlos a la red (en páginas estilo “you tube”). Por su parte, el chocking game, o juego de la asfixia, como su nombre lo indica es inducir o auto inducir un estado de asfixia presionando ciertas partes del cuello con el objetivo de buscar la sensación tanto de desvanecimiento o la intensa que se produce en el cuerpo al recuperar el oxigeno.

Lo interesante de estas prácticas entre los adolescentes es el rasgo de lo común. Lo más inquietante a simple vista es el nombre del tercer de estos actos, el chocking game. ¿Cómo alguien puede jugar a asfixiarse? De ahí que muchas asociaciones de padres de familia en los EE.UU., preocupados por esta situación, hacen campaña de concientización para detener este juego que ha costado la vida de muchos jóvenes que se les pasó la mano. Desde el punto de vista del psicoanálisis esas campañas carecen de algo, el reconocimiento de acto sintomático. El presente escrito es parte de hacernos cargo de esos que se nos presenta en la clínica en la actualidad. De lo contrario, no atender lo que está en estas prácticas, es garantizarnos lo que Paul Verhaeghe nos advierte en su artículo “Crónica de una muerte anunciada: la extinción de las psicoterapias”[3].

En dicho articulo, el profesor Verhaeghe comenta lo siguiente:

“En las últimas décadas, ha ocurrido un notorio cambio en los problemas que se nos presentan en la práctica clínica. Los síntomas clásicos parecen haber desaparecido, y enfrentamos nuevas formas de patologías… En lugar de fobias, tenemos los ataques de pánico. En lugar de las nauseas histéricas, están los trastornos en la alimentación.”[4]

En el análisis de esos nuevos síntomas Verhaeghe encuentra tres diferencias entre esos síntomas clásicos y los actuales.

“Primero que nada, estos nuevos síntomas casi siempre se relacionan con el cuerpo de manera directa, sin mediaciones. Solo piensen en las somatizaciones y los trastornos de la alimentación, pero también en la adicción, la auto-mutilación y las actuaciones.”

Relacionándolo con nuestros objetos de estudio podemos ver el cuerpo convulsionante tanto en el chocking game como automutilación y adicción como el video-bullying como una actuación agresiva. Sigamos con la segunda característica de Verhaeghe.

“Muchos de los nuevos síntomas son preformativos, pero no en el sentido teatral de la palabra, sino en el sentido de ser simples acciones”.

Esto comentado por Verhaeghe nos lleva diversas reflexiones. ¿Qué hace la diferencia entre un acto teatral y un simple acto? Si algo nos enseñan los artistas que realizan performances no es que no exista escenario (al no realizarlo en un teatro per se, sino en la calle) sino que el escenario es cambiante, es decir, el juego principal es el escenario mismo. Cuando Verhaeghe dice “No teatral sino simples acciones” es justamente el acto sin teatro, sin escena ya que lo que cambia de una simple acción a una actuación teatral es saber a donde dirigir la mirada, responder a la pregunta ¿Dónde está el escenario? Aún más, ¿qué función tiene el escenario? Lo interesante es que el acento no lo hacemos en la acción en si, sino en algo más, en la forma de ser mediado. Casi podemos escuchar a Sara García gritándoles a sus sobrinos en la película Los Tres García que al intentar agarrarse a balazos les grita “¡Paléense con los puños, como cuando eran chiquillos!”. Así llegamos a la tercera diferencia que encuentra Verhaeghe.

“Una tercera diferencia es menos visible… algo no está ahí. En contraste con los síntomas tradicionales, los nuevos parecen carecer de sentido, de significado, son solo lo que son. El ejemplo más obvio es el ataque de pánico – para el paciente, solo es pánico, no hay significados ocultos, como lo sería en el caso de una construcción fóbica.”

Ahora bien, ¿qué es esto que ha cambiado para que los síntomas sean más en el cuerpo, más violentos y más vacíos de sentido? Verhaeghe lo ubica en esta forma.

“Lo crucial en las neurosis actuales es la combinación entre una posición ambivalente con respecto al Otro y la ausencia de un manejo en representaciones de la pulsión. Como consecuencia, la atención permanece de forma prolongada en lo real del cuerpo y en la actuación. Es importante entender que estas actuaciones no tienen ningún significado oculto que pueda ser interpretado. El único objetivo de esta actuación es liberar la tensión interna. La angustia y la depresión no son raras, pero de nuevo, son diferentes comparadas con las versiones psiconeuróticas. Son mucho más elementales, no hay capas subyacentes. Esto nos lleva a la típica transferencia. La relación del neurótico actual con respecto al otro es contradictoria. Por un lado, este otro se necesita, debido a que el sujeto demanda una respuesta. Por el otro lado, este paciente no espera mucho del otro, debido a que el Otro primordial no le brindo mucha ayuda.”

Con esto tenemos otro costado del problema, el cambio del Otro. El tema del Otro es de máxima importancia sobre todo en tiempos actuales donde se supone que somos libres y no tenemos que seguir ninguna ideología preestablecida, ni en el ámbito económico, religioso, sexual sino que debemos ser tolerantes y buscar la equidad. En tiempos donde ya la máxima no es “Dios ha muerto” sino “si tu quieres no ha muerto ¿qué dios elige libremente adorar?” Si los síntomas han cambiado es porque el destinatario de esos síntomas también ha cambiado. La pregunta no solo “¿Qué nos tratan de decir nuestros jóvenes?” Sino “¿desde donde suponen que serán –o no- escuchados?” En “How to read Lacan?” Žižek comenta lo siguiente:

“De acuerdo con Freud, cuando desarrollo un síntoma, produzco un mensaje codificado sobre mis más íntimos secretos, mis traumas y deseos inconscientes. El destinatario de los síntomas no es otro ser humano real: antes de que el analista descifre mis síntomas, no hay nadie que este leyendo su mensaje. ¿Quién es, entonces, el destinatario de mis síntomas? El único candidato que queda es el virtual gran Otro.” [5]

Ese Otro despiadado que se busca en el Maestro Zen como una esperada corporización de mi superyó, ese Otro querido lector al que confiesa sus crímenes el protagonista de Asfixia. Pero, ¿y si no hay ese Otro? O ¿si no atiende? Néstor Braunstein nos ilustra más sobre los efectos del Otro cuando responde y cuando no.

“Hay el Otro. ¡Ay, el Otro! Ese Otro que demanda que se desee su deseo, que el sujeto se inscriba en él bajo las insignias del trabajo, del amor, de la paternidad o de la maternidad, de la descendencia y de la condescendencia, de la decencia y de la docencia, de la producción de objeto como significantes y de significantes como objetos. Está el Otro que, aunque tachado y aunque no exista, impone su Ley y hace al sujeto responsable de su posición de sujeto. El Otro que pide que se dé cuenta del paso por el mundo, que impone que el sujeto explique y responda por la vida que se le dio en lo simbólico cuando se le atribuyó el nombre propio que lo representa ante el conjunto de significantes.
No siempre el Otro pide; a veces es más letal cuando no lo hace. La a-dicción no es tan sólo una renuncia a pronunciar las palabras que representarían al sujeto ante el Otro exigente. La vida en el mundo del capitalismo tardío muestra otra manera de disponer la capitulación del habl-ente, la derrota de la palabra. Sucede así cuando el Otro no dice ni pide ni espera, cuando el otro calla. Proponemos que en tal caso hablemos de A-dicción. “Haz lo que quieras. A mí no me importa. Ni te hablo ni te escucho”.
[6]

En lo dicho por Braunstein debemos imaginar diversas formas de la A-dicción, sobre todo la peor, la de las buenas intenciones. Ese “haz lo que quieras” no es de forma despectiva. En el capitalismo que nos recuerda el autor, la frase va acompañada de la protección excesiva de nuestros derechos y poder de decisión. Es un amable “hazlo solo si realmente quieres hacerlo”, “si usted está de acuerdo llame al 01-800…” Pero se amputa la posibilidad de la queja ya que “te di lo que pediste”. Ese “ni te hablo, ni te escucho” puede ser el “no me meto en tu vida ya que es tu mundo privado” o “para que no te molesten mejor pongo una ley que prohíba al otro molestarte antes de que te moleste”.

Una forma en como el Otro no atiende es en el exceso de preocupación. La no atención es al no reconocer un sujeto, un hablente, ya que “sin caballero no hay Dama” ¿habrá sujeto sin el Otro? Žižek aborda este tema en su libro con título más subversivo “En defensa de la intolerancia”:

“Cuando el gran Otro en cuanto sustancia de nuestro ser social se desintegra, la unidad de método y la reflexión que encarnaba se desintegra en una violencia brutal y su capacidad interpretativa se torna impotente, ineficaz.”[7]

“Somos gente sana, joven, despierta y viva”

Apliquemos lo comentado al fenómeno del “Juego de la Asfixia”. Para abordarlo nos remitimos a comunicados en línea de padres de familia y diversas instituciones preocupados por el fenómeno.

“¿Qué es el “Juego” del Ahorcado (Chocking Game)?
El Juego del Ahorcado es una actividad que está circulando entre los adolescentes y pre-adolescentes que amenaza sus vidas. Ellos usan sus manos, cuerdas, correas, cadenas, corbatas o cintos para sofocarse y cortar la circulación de la sangre y oxígeno. Los niños obtienen una sensación de “high” cuando se quita la presión y regresa la circulación de la sangre al cerebro.
¿Quién juega este “Juego”?
Principalmente niños entre los 9 a 15 años. Estudiantes sobresalientes que no usan ni drogas ni alcohol. Estudiantes buscando una sensación de peligro o una actividad secreta. Niños hasta de 6 o 7 años de edad especialmente los que tienen hermanos que juegan este “juego”.
¿Por qué participan los niños en este “juego”?
Para obtener una sensación de “high” sin tener que usar alcohol o drogas. No intentan dañarse ellos mismos ni a otros. Es considerado “buena onda” y arriesgado. Falta de información sobre las consecuencias. Experimentando con su cuerpo y sensaciones”
[8]

Cuando comentaba estas características con una amigo con hijos adolescentes decía “¿Cómo que no intentan dañarse si buscan cortarse la circulación?” La pregunta apunta al centro del acto. Efectivamente, no estamos ante la postura masoquista del goce frente al dolor pero tampoco estamos frente al suicidio frustrado. Primero abordemos el carácter de “juego” y liguémoslo con “experimentar con su cuerpo y sensaciones”.

Antes de convertirnos en “el Otro que no responde” por el miedo sobre protector ante “las criaturas”, pensemos como adultos, esto es, desde la experiencia. En otra generación, recuerdo dos juegos en mi secundaria. Por un lado el “bonito” juego del “burro bala” que, a diferencia del burro 7 o 17 no se contaba jugando con las palabras “tres, el águila cae con sus pies”. Sino que solo se trataba de aventarse a la masa de cuerpos adolescentes que formaban una extraña edificación hasta que se colapsaba. Por lo regular se terminaba el juego con algún herido. Otro juego con tintes de la Iluminación era una exaltación a la electricidad, “los toques”. Una cajita con cables que daba descargas eléctricas controladas convocaba un círculo de jóvenes tomados de las manos mientras una corriente eléctrica doblaba sus jóvenes cuerpo por el dolor.

Incluso hasta las peleas entre jóvenes tenían otro matiz. Lo que lamento de estos jóvenes actuales es que no tuvieran los amigos y las reglas de cortesía de antaño. Buscando en el baúl de los recuerdos puedo pensar en la siguiente escena: Dos muchachos van saliendo de la secundaria les corta el paso otro grupo de chavos donde el líder le había “cantado un tiro” a uno de ellos con la amenaza clásica “a la salida”. Quedan como en las películas del viejo oeste, es la hora del duelo, los amigos “hacen bola” y comienza el ritual de amenazas donde parece que en cualquier momento empieza “la acción”. “¡¿Qué quieres puto?!” “¡Lo que quieras!”, “¡Véngase!”, “¡Sobres!”. Finalmente se abalanzan el uno sobre el otro pero ese momento es fugaz ya que intervienen los amigos para separarlos. Los amigos azuzan, amarran navajas pero separan en el “mero momento”. Ahora no solo no separan, sino tal vez ni azuzan, sino que están como “reporteros amateurs” solo para captar con su celular “el momento”, solo para tener una evidencia de lo que sucede, como el padre de familia que graba la caída de su hijo sin soltar la cámara.

En el fenómeno del “Juego de la Asfixia” aparece algo que busca reglas de acción. Instrucciones de uso. Los benditos límites que se suponen le faltan a nuestra juventud, solo que la pregunta de siempre es ¿cómo se ponen esos límites? Otro dato nos encontramos.

“Un 'juego de estrangulamiento' se volvió mortal para 82 jóvenes. 2/15/2008
JUEVES 14 de febrero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Al menos 82 jóvenes han muerto por participar en un "juego de estrangulación" desde 1995, según muestra un informe gubernamental reciente… “Es probable que durante generaciones se hayan jugado juegos similares”, según Toblin, cuyo informe aparece en la edición del 15 de febrero de la revista de los CDC, Morbidity and Mortality Weekly Report. "Lo novedoso es que los jóvenes lo están jugando solos y usando ligaduras que son factores de riesgo que hacen que sea más probable que mueran por causa de la actividad", señaló.”
[9]

El investigador citado resalta el rasgo de la postmodernidad, el aislamiento tolerante; “¡Hágalo desde la comodidad de su hogar!”. De nuevo estamos ante el “Otro que no atiende”. Las campañas de prevención de este tipo de fenómenos tendrán que enfocarse en otro sentido que el de la reproducción de esa no-atención. Si buscamos un sentido oculto detrás del juego de la asfixia no encontramos las clásicas relaciones simbólicas típicas de la conversión histérica. Existe una distancia entre el síntoma simbólico conversivo de “no poder hablar porque se siente como si alguien me estuviera ahorcando” a que “me ahorque para sentirlo”. En el como si le guiñamos el ojo al Otro para hablar, en la acción simple, al hacerlo solo, pretendemos no molestar al Otro porque se angustia. Aquí llegamos al constado de la reacción angustiante de los padres que no permiten que esa angustia circule en los hijos. El artista, al “dar voz alta a su inconsciente” nos dice lo siguiente:

“Y le pregunto:
-¿Por qué haces esto?
Y ella dice:
-¿El qué?
Esto
Y Tracy sonríe.
La gente a la que se conoce detrás de puertas sin pasar el pasador está cansada de hablar todo el tiempo. Está cansada de la seguridad…
-La razón de que haga el circuito es que, si lo piensas, no hay una buena razón para hacer nada.
No hay sentido.
Es gente que no quiere tanto un orgasmo como olvidar. Olvidarlo todo. Durante un par de minutos, diez minutos, media hora.
O tal vez la manera en que la gente reacciona cuando la tratas como a ganado. O tal vez todo esto son excusas. Tal vez simplemente están aburridos. Tal vez es que nadie está hecho para pasarse el día sentado en un cajón de embalaje diminuto rodeado de otra gente y sin mover un músculo.
-Somos gente sana, joven, despierta y viva –dice Tracy-. Si te paras a pensarlo, ¿qué es lo más antinatural?
Se está poniendo otra vez la blusa, subiéndose las medias.
-¿Por qué hago nada? –dice-. Tengo suficiente educación como para disuadirme a mí misma de hacer cualquier cosa. Para deconstruir cualquier fantasía. Para convencerme de abandonar cualquier meta. Soy tan lista que puedo negarme cualquier sueño.”

Aquí llegamos al punto más importante a resaltar del perfil de los jugadores de la Asfixia: “Estudiantes sobresalientes que no usan ni drogas ni alcohol”. La generación de la postmodernidad hace bien en ser definida como donde la información es la principal arma. Incluso, aparece la ilusión de que si algo sale mal es porque faltó información. Como bien lo muestra la extraordinaria película “Juno”, el ser inteligente no necesariamente es equivalente a madura, es justamente en la relación con los padres y la experiencia como una serie de actos significativo que fueron atendidos por el Otro que se puede vivir después de tropezar.[10]

Esta generación de niños sabelotodo permite, como lo mencionado en “Asfixia”, “deconstruir cualquier fantasía” y se es tan listo que se puede negar cualquier sueño. Como acto simple, sin carácter simbólico que remitiría a una fantasía como en los sueños, ¿qué buscan en al Asfixiarse? Eso simplemente, asfixiarse. Ya no asfixian los padres, las leyes, la iglesia, el estado nos dice que no nos obliga nada sino que nos protege que no nos asfixien.[11]
El Otro que no habla, que no responde, también es esta tendencia a reaccionar de forma “preventiva” ante estos fenómenos buscando hacer saber a los jóvenes sobre los riesgos de esas conductas (enseñar las consecuencias a nivel de cerebro que trae consigo esas prácticas) o buscar a la víctima detrás del acto (lo hace porque tiene problemas en casa, abusaron sexualmente de él, etc.). En lugar de proporcionar los elementos simbólicos de los que carece el simple acto. De nuevo “Asfixia” lo dice de esta manera al referirse a los grupos de apoyo de victimas, “No lo somos todos”[12], de la adicción al sexo:

“Además, aquí ser un pervertido no es culpa de uno. La conducta sexual compulsiva no siempre consiste en que te chupen la polla. Es una adicción física que está esperando a que el compendio de desordenes mentales le dé un código propio para que el seguro médico cubra el tratamiento.
Se cuenta que ni siquiera Bill Wilson, uno de los fundadores de Alcohólicos Anónimos, pudo librarse nunca del mono sexual y se pasó toda su vida de abstinencia engañando a su mujer y mortificándose por la culpa.
Se cuenta que los adictos al sexo se vuelven dependientes a la química sexual creada por practicar el sexo continuamente. Los orgasmos llenan el cuerpo de endorfinas que matan el dolor y te tranquilizan. Los adictos al sexo en realidad son adictos a las endorfinas, no al sexo. Los adictos al sexo tienen unos niveles naturales inferiores de monoamina oxidasa. En realidad, los adictos al sexo lo que ansían es la péptido feniletilamina que uno segrega en situaciones de peligro, capricho pasajero, riesgo y miedo.”
[13]

Si los jóvenes buscan esa experiencia de angustia, de “adrenalina”, recordemos que eso es lo que se vive en las situaciones comúnmente conocidas como traumáticas. Al más puro estilo de la madre de familia que al ver que su hijo se esta dando golpes en la cara le responde con un amoroso “¡No lo hagas hijo mío! ¡Para eso me tienes a mi!” y le suelta dos o tres cachetadas maternales. “No te traumes, para eso me tienes a mi”, “No te estreses, para eso me tienes a mi”, “No te humilles, para eso me tienes a mi”. A este respecto, no jugarán a la asfixia los hijos de la madre de la serie “Malcolm in the middle”.

¿Qué nos enseña para la clínica estas expresiones artísticas? Vayamos al formato de narración. Tanto en “Malcolm” como en “Asfixia” la narración es exageradamente directa. El formato es el de la “autobiografía no autorizada” al más puro estilo freudiano. Para que la artimaña de la autobiografía funcione debe ser leída y provocar algo en el amable lector, algo que ahogue y permita al sujeto, después, desahogarse.

[1] En nuestro contexto quien encarna esta función es el conocido Yoga-teacher Maldonado. Lo increíble es que para empezar a decir sus reflexiones y hacer sus flexiones debe quitarse la camisa. Su mensaje espiritual es acompañado por ropa deportiva especial, comer comida especial, usar aceite especial, además de comprar su video de ejercicios al estilo “yoga-pilates-salsa aerobics”.
[2] Palahniuk, C. Asfixia (Choke) 2001. Grijalbo Mondadori, S.A.. Barcelona, España.
[3] http://www.psychoanalysis.ugent.be/index.php?position=6x1x0&page=DownloadsVerhaeghe
[4] Verhaeghe, P. (2007) “Chronicle of a death foretold”: The end of psychotherapy Dublin City University. Health4Life Conference 2007. Thinking, Feeling, Being: Critical Perspectives and Creative Engagement in Psychosocial Health. 10-13 September 2007. http://www.dcu.ie/health4life/conferences/2007/
[5] Žižek, S. How to read Lacan. 2007. W.W. Norton & Company. Inc. New York. USA.
[6] Braunstein, Néstor A. El goce: un concepto lacaniano. 1ª ED. Buenos Aires: Siglo XXI. Editores Argentina, 2006. Pág. 282.
[7] Žižek, S. En defensa de la intolerancia. 2007. Ediciones Sequitur, Madrid. España.
[8] “Dangerous Game” Guidance and Counseling. Brownsville Independent School District.
[9] http://mx.yahoo.drtango.com/enciclopedia/newsdetail.asp?articleid=612721
[10] Próximamente en este blog: Juno: tropezar, correr, crecer.
[11] En la ley antitabaco ¿Quién es esa victima que hay que proteger?
[12] Citamos al personaje Eric Draven de la película “The Crow”.
[13] Palahniuk, C. Asfixia (Choke) 2001. Grijalbo Mondadori, S.A.. Barcelona, España.